martes, 10 de agosto de 2010

¿POR QUÉ NOS VAMOS DE VIAJE EN VACACIONES?


En varias ocasiones me han preguntado, que por qué viajamos, en nuestras vacaciones. Parece una pregunta banal, pero si pensamos un poco no lo es. Detrás de un viaje puede haber significados, más allá de lo que podamos imaginar. Habría que pensar, de entrada, qué significa hacer un viaje. Significado que cambiará, lógicamente, en función de la persona y de sus motivaciones.

Las respuestas más sencillas y comunes suelen ser que se viaja para distraerse, conocer lugares y gentes nuevas o para salir de la rutina. Otras posibles respuestas, que se explicitan menos pueden ser que se viaja para presumir ante los amigos, para no ser menos que los demás, por envidia, porque lo hace todo el mundo, por aburrimiento, etc.

Si pensamos un poco, podemos encontrar que detrás de muchas de las respuestas señaladas en el último párrafo, puede haber algo más. Un algo más que mueve a salir para distraerse, conocer más lugares y gentes, etc. Un algo más que es un vacío profundo en el alma de muchas personas, que necesitan huir de sí mismas y buscar algo que les haga olvidarse de quienes son, para no entrar en ese mundo interior que tan importante es ordenar. Pero claro, cuando ese mundo es muy caótico o simplemente vacío, por no haberse cultivado, no resulta agradable dar los primeros pasos hacia su colocación y elaboración. Es más fácil huir, por ejemplo, a través de un viaje. Otras formas de huir del vacío serían el consumo de drogas, la actividad sexual compulsiva, el realizar deportes de riesgo, la adicción al trabajo, el sumergirse en un ocio interminable durante el tiempo libre o incluso dedicar la vida a una causa noble (como ser voluntario, para sentirse uno salvador de la humanidad y un poco menos vacío), ver televisión para no pensar y sin parar, etc.

Aparte de ese vacío que empuja a huir de uno mismo, hay otros motivos que también pueden incitar a viajar. Detrás de un viaje, puede haber otras opciones más positivas. Podría motivarnos la búsqueda de una mayor comprensión de la realidad, a través del conocimiento de otras culturas, lugares y gentes. Algo que a su vez, remite a la búsqueda de uno mismo, pues el conocimiento del mundo, a través de la propia experiencia, remite, en última instancia, a quienes somos, dentro del mundo en el que vivimos. Pero para esto, hay que viajar conscientemente, con la atención y la reflexión abiertas a experimentar la nueva realidad que se nos presenta ante nosotros. Cuando esto se hace, la realidad experimentada se llena de experiencias sumamente enriquecedoras. Esta ha sido mi experiencia en viajes, como el que conté en este blog sobre Venezuela, titulado “Venezuela y yo”.

Además de lo dicho, el viaje es también un “camino”, más o menos explícito. El Camino de Santiago sería un “camino” explícito, que parece simbolizar la búsqueda de algo sagrado, que también nos remite a la búsqueda de lo más sagrado de nosotros mismos, es decir, a lo más esencial de nosotros. Pues la catedral de Santiago y la tumba del santo, se viven, por parte de muchas personas como algo santo, olvidándose muchas veces que lo “santo” está también en lo más profundo de nosotros. Si se hace conscientemente este camino, viendo que también puede simbolizar un viaje hasta lo sagrado de nosotros, podremos vivirlo con más matices y riqueza.

¿Y por qué más viajamos? Tal vez por curiosidad, inquietudes de descubrir nuevas verdades, para abrir nuestras mentes y espíritus a nuevas realidades, para dejar por unos días las máscaras cotidianas a un lado, para arriesgarnos a mirar más allá, para relajarnos, para descansar de las rutinas, para encontrarnos con personas queridas, para compartir nuevos lugares con quienes nos acompañan, para encontrar lugares santos, buscar a un maestro, para descubrir el pasado de nuestra historia, para ver obras de arte, para compartir experiencias, ir a un curso y aprender cosas nuevas, para experimentar la aventura de un viaje en soledad, para rebelarnos ante los estereotipos culturales, para ser más libres, para ver más allá, para ser más libres, para sentir la grandeza de este mundo, para escuchar el ruido del mar, el silencio de un desierto, la paz en la montaña…. Y tantas cosas más…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Viajamos por distracción, para llenar vacíos, autoconocimiento tanto interior como de relación con el exterior, para huir de nosotros mismos e imagino que un largo etc...en una infinita combinación, tantas como lugares a donde dar con nuestros huesos. Es cierto cada mañana comenzamos un viaje interminable hasta que retornamos al lugar de donde emergemos, "El Sueño".

Las vacaciones por tanto como parte de la totalidad del vivir y viajar cada día nos habla en cierta manera de escoger un nuevo "Escenario" donde danzar nuestro trayecto vital.

Tal como lo observo el "Escenario" cumple la misión que se le encomienda que no es mas que la intención de la danza previa al mismo, y como todo en la vida no va a ser diferente de lo que nos mueve en los asuntos mas cotidianos......

Nos deberíamos plantear la pregunta correcta para hacer consciente la intención para llegar al "Escenario" adecuado, por que a diferencia de lo cotidiano, lo nuevos escenarios nos permiten vaciarnos con mas facilidad de nosotros mismos, olvidarnos de nuestros condicionamientos sociales y obligaciones mas marcadas, liberarnos a fin de cuentas...., ser mas siendo menos.

Cambiar de escenario "Vacaciones" debería considerarse por sus potencialidad latente una elección "Sagrada". Todo debería serlo y en el fondo lo es, mas si cabe los nuevos escenarios, pero esto en concreto es mas fácil de vislumbrar que ir a trabajar o limpiar el cuarto de baño.

Ya te echaba de menos Maribel....., siempre me permites rescatar lo sagrado en cosas que había olvidado.

Un abrazo

Juan Manuel

Maribel Rodríguez dijo...

Buena reflexión Juan Manuel. Nos dejas con nuevas preguntas y reflexiones. Gracias.

Me alegra ayudarte a recuperar lo sagrado :-).

Un abrazo

Maribel