domingo, 14 de marzo de 2010

AMOR DE PAREJA Y TRASCENDENCIA


En muchas culturas, se relaciona la unión de un hombre y una mujer, con un sentido trascendente. Es como si en dicha unión, una vez que se alcanza un cierto grado de profundidad, se pusiese de manifiesto, una realidad trascendente. E incluso, muchos se atreven a decir, que sin esa dimensión, la pareja pierde solidez y significado. De ahí, que las diversas tradiciones espirituales tengan un ritual específico para el matrimonio, que representa, entre otras cosas, una vinculación de la pareja ante la eternidad, ante lo Absoluto.

Esta orientación hacia la trascendencia, supone ir más allá de uno mismo, o del autocentramiento en la satisfacción de las propias necesidades, sean estas afectivas, biológicas, etc.

Si uno es capaz de ver que su relación de pareja supone una posibilidad más de acercamiento a Dios o de una realidad espiritual, es más capaz también, de ver más allá también, de sí mismo.

Hay quién dice que amar a otra persona es amar un reflejo de Dios en el otro y que este amor nos engrandece. De esta forma, la consciencia de la realidad superior, sería como vincularnos con una fuerza adicional e inagotable para reforzar nuestro vínculo, con otro ser humano, para ser más nosotros mismos, si contactamos con el origen de nuestra esencia espiritual y, por lo tanto, para dar un amor más profundo y poderoso, el uno al otro. Y este amor llevaría a un enriquecimiento en la relación y a un crecimiento mutuo, desde el respeto a la individualidad del otro, tal y como es. El mayor deseo así, no es poseer y dominar a la pareja, sino que el otro sea feliz y sea él mismo, aunque no haga lo que uno quiere. También en este tipo de relación sería importante la humildad, para no pretender saber mejor que la otra persona, qué es lo que le conviene y dejarle crecer y madurar con nuestro apoyo, dejándole desarrollar plenamente su verdadero ser.

Un amor así no es dependiente, a la vez que el ser de uno crece y se enriquece en la presencia y con el amor del otro. Y se acepta que la otra persona está al lado de uno libremente y no por coacciones y manipulaciones. Poniéndose, en este tipo de relación, cualquier dificultad o malentendido, en común, con respeto, entendiéndose que sería un asunto que concierne a ambos y no un problema exclusivamente del que culpar al otro. Un amor así se basa en un amor real, en a la amistad y el respeto y está abierto a que Dios o el Espíritu, marque el mejor camino para ambos.

Si se unen dos personas que se sienten seguras y completas y que buscan su fuente y sentido en Dios y no responsabilizan al otro de lo que les pasa, es más fácil que esa relación favorezca una evolución superior y que perdure. La fuente de luz infinita de la trascendencia aportaría paz y seguridad a cada uno y también iluminaría la relación.

Al tener un cierto grado de madurez, uno sería capaz de ponerse en el lugar del otro y de saber qué sentido tienen los aspectos particulares del otro sexo, que parcialmente también puede encontrar y desarrollar en uno mismo.

Una relación así serviría no para colmar un vacío, sino para crecer juntos en el camino hacia Dios o hacia la trascendencia.

El paso previo para llegar a esto sería que cada uno de los miembros de la pareja fuera un ser independiente, que ha encontrado la totalidad, o se han acercado a ella, aunque ninguno de ellos sea perfecto. Así se pueden sentir más completos, y conscientes de que el otro no es quién tenga que estar colmando sus necesidades e inseguridades. La luz e independencia interior podría surgir de la comunión con Dios o el Absoluto, que sería una fuente inagotable de luz y de amor libre, liberado e independiente.

Así que, sólo siendo más libres, más espirituales, abiertos, maduros y estando más cerca de la fuente de amor infinita ,que está en lo más profundo de nuestro ser, podemos amar con plenitud a nuestra pareja y a nuestros semejantes, así como al mundo circundante. Y de esta manera, será también más probable saber elegir, comprender, discernir, o dicho de otro modo, tener posibilidades reales de encontrar felicidad y armonía en una relación de pareja.

Como dice Raissa Maritain:


« El Amor !

Es el amor a lo que estamos predestinados

desde el origen del mundo.

El amor. Qué es comunicación de las delicias

y la alegría .

El amor es recíproco y total,

ligero, alegre, volviéndose eternamente

a las fuentes de la vida eterna. »

martes, 2 de marzo de 2010

INVICTUS ¿ES POSIBLE UNA NUEVA HUMANIDAD?


Este fin de semana vi la película Invictus. Me sorprendió gratamente. Pensaba que sería una historia más, una historia edulcorada, sobre la vida de un personaje importante, cuyo papel ha sido relevante, en su país. Pero me encontré con algo más…

Me encontré en la película con un hombre, que tiene el valor de asumir la responsabilidad de su propio destino, de ser en definitiva él mismo y de comprometerse por mejorar una realidad, en la que parece imposible hacer algo constructivo, la de Sudáfrica en los años que le tocó vivir. Y lo más importante, es que él, quién decide comprometerse, es alguien que tal vez tendría más razones para odiar que para amar, para vengarse que para perdonar. Después de años metido en la celda de una cárcel, este hombre muestra que ha ganado sabiduría, que ha sabido perdonar y usar su dolor para aumentar su humanidad y sensibilidad hacia otros seres humanos. No ha permitido que le destruya, ni que le anule el sufrimiento. Ha conseguido trascenderlo y crecer. Además, ha sabido captar las necesidades de las personas y llevarlas a donde realmente merecen, a ser mejores, más conscientes de sí mismos y de lo que pueden llegar a ser, a ser más libres y para ello no duda en exponerse, en mostrar sus heridas y en enseñar como ha encontrado sentido a su vida, a pesar de ellas.

Da su vida, y no solamente su tiempo, su imagen, su dedicación política, sino que pone su alma en todo lo que hace, dándonos una lección de cómo adoptar la mejor actitud ante las dificultades. Una actitud que es posible para todos, si nos damos cuenta de que esa posibilidad es real y creemos en nosotros mismos. Así que, si creemos que podemos, será posible que demos lo mejor de nosotros mismos. Si no lo creemos, entonces no lo daremos y nuestro mundo seguirá siendo como es...

La película habla por sí misma, y las palabras de Nelson Mandela también. Dejo aquí su poema, que me ha llegado gracias a la amabilidad de una persona con un alma sensible:


INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el Horror de la Sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.


INVICTUS

Out of the night that covers me,

Black as the Pit from pole to pole,

I thank whatever gods may be

For my unconquerable soul. -

In the fell clutch of circumstance

I have not winced nor cried aloud.

Under the bludgeonings of chance

My head is bloody, but unbowed. -

Beyond this place of wrath and tears

Looms but the horror of the shade,

And yet the menace of the years

Finds, and shall find me, unafraid.

It matters not how strait the gate,

How charged with punishments the scroll,

I am the master of my fate;

I am the captain of my soul.