martes, 1 de abril de 2014

¿QUÉ ES EL VIAJE INTERIOR?











Cuando alguien nos habla de un viaje, esta palabra nos evoca unos preparativos: se decide una ruta, se compran unos billetes, se hacen las maletas, etc. También se suele pensar en dirigirse a nuevos parajes, lugares a los que vamos de vacaciones, o a tener nuevas experiencias. También hay viajes de trabajo, o viajes a visitar a la familia…

Pero…¿Tienen algo que ver esos viajes exteriores con lo que se llama el viaje interior?

Si nos paramos a reflexionar nos encontramos con que hay elementos comunes y elementos diferentes, entre unos y otros viajes. En el viaje interior no es necesario desplazarse físicamente a otro lugar, ni hacer unas maletas, ni hay agencias de viajes de “viaje interior” (aunque algunos vendedores de humo lo pretendan). Pero sí hay un movimiento hacia otro lugar (hacia un mundo interior), que no es físico. Se trata de un camino intro-vertido, pues se ha de mirar “hacia dentro” de uno mismo.

Para el viaje interior existen algunos “mapas”, pero son muy aproximados e imprecisos para cada uno de nosotros, pues cada uno tiene que recorrer su propio territorio que es único e irrepetible. No hay dos mundos interiores iguales. Así, mientras se avanza se va haciendo uno mismo su propio mapa. Y es importante saber que el recorrido no es lineal, hay avances, retrocesos y círculos.

En el viaje interior siempre se viven momentos de dificultades y de riesgos, que son imprevisibles, que nos pillan desprevenidos y que nos ponen a prueba. Son situaciones que si sabemos llevar y aceptar, nos hacen madurar y fortalecernos durante el viaje. Un buen ejemplo de esto son ciertos relatos mitológicos y de viajes heroicos como la Odisea, el Señor de los Anillos, etc.

En este viaje ayuda mucho poner consciencia en lo que nos pasa por dentro, pues sin ella no es posible viajar. Sin consciencia no hay viaje, sino automatismos mentales. Poner consciencia, es empezar por darnos cuenta de qué hacemos, qué pensamos, qué sentimos, etc.

Curiosamente en este camino se van viviendo diversas transformaciones si nos permitimos seguir adelante, lo que, a la larga lleva a la resolución de ciertos conflictos internos, a la caída de las máscaras inservibles y finalmente a todas, a la liberación y a la mejor comprensión de por qué nos pasa lo que nos pasa.


El viaje interior ha sido descrito por los místicos de todas las tradiciones, por diferentes caminos filosóficos y escuelas de psicoterapia y lleva a la realización final y a la culminación de un proceso de autoconocimiento. Un proceso en el que parece que en la culminación del proceso se llega al mismo lugar del que se sale, a uno mismo. 

¿Y cómo recorrerlo?

Que yo sepa no se puede hacer un tour, contratado previamente, no se puede contratar un paquete de viaje interior. Aunque sí hay métodos para irse adentrando en el territorio personal, como el trabajar con poner atención y consciencia al mundo interior (como se hace en las diversas técnicas de meditación), también ayuda el concentrarse en lo esencial (dejando a un lado las cosas superfluas), la actitud contemplativa es fundamental, muchas veces ligada a una actitud espectante, estética, artística frente a la vida (como diría Raimon Panikkar).

El viaje interior parte de una mirada hacia dentro, que también es lo que nos enseñan las técnicas de meditación, la oración contemplativa, la reflexión profunda, el recogimiento, el leer los relatos de quienes lo han recorrido antes, etc. Siendo fundamental tomar en serio lo que aparece dentro de nosotros. 

Este es un viaje difícil de emprender, que requiere valentía y compromiso y no olvidemos que siempre hay que vivirlo en primera persona. Pues este viaje lo hacemos solos, la mayor parte del tiempo, aunque según vamos avanzando encontramos a compañeros en el mismo proceso.

Lo más importante es que es el viaje de nuestra vida, es un viaje fascinante que nos puede llevar a ser más felices y más libres de nuestras ataduras internas.

¿Por qué no atrevernos a realizarlo?



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