sábado, 9 de julio de 2016

NARCISISMO Y ESPIRITUALIDAD. Algunos ejemplos de la vida misma...




Es posible, que algunas personas al leer el título de esta entrada lo consideren paradójico y contradictorio. ¿Narcisismo y espiritualidad? ¿Cómo es posible? Pero… si la espiritualidad tiene que ver con Bondad, Verdad, Belleza… ¿Qué tiene que ver con narcisismo? 



Pues algunas cosas... Hay quienes pueden mezclar la visión narcisista de sí mismos, con la espiritualidad, o bien pueden entremezclarla con elevados ideales que les hacen sentirse importantes y especiales, como ya hemos señalado en entradas anteriores. Y ¿por qué sucede? porque por ejemplo, pueden necesitar sentirse inmensamente bondadosos, verdaderos y bellos y así confundir una verdad parcial personal con una verdad universal, para autorreforzar sus egos poco consistentes. Esto puede reforzar mucho a quienes se sientan vacíos e inadecuados por dentro o también a quién viva una identidad inflada (que sería compensación de lo anterior). De todas formas es importantes saber que esta experiencia puede darse no solamente en quienes compensan sus carencias emocionales con una versión idealizada de sí mismos y por lo tanto viven narcisistamente, sino que este es un riesgo que nos acecha a todos, si perdemos la perspectiva adecuada sobre nosotros mismos, por ejemplo en algún mal momento de la vida. El “ego espiritual” es un riesgo para cualquiera que pierda la perspectiva y no sea capaz de mirar sus limitaciones o de captar la grandeza o la necesidad de los otros (excepto cuando tiene que salir en la foto)… Además, quién está atrapado por su “ego espiritual” pretende adaptar la vivencia espiritual a su visión personal parcial y pensar que su mirada sobre lo espiritual es la única verdadera, la mejor o la más pura. De ahí también derivan numerosos fanatismos… (de los que hay grados más o menos explícitos).

En este post fundamentalmente quiero señalar algunas de las manifestaciones que me he encontrado últimamente:

- Cuando se usa la espiritualidad para satisfacer los deseos personales. Los ejemplos son numerosos, en el sentido de orar solamente para conseguir algo que es de interés de uno o de meditar sólo para sentirse bien o para conseguir proyectar en el futuro la satisfacción de una necesidad egoica (tener una pareja, dinero, poder, etc.), en toda la moda de "el poder de la intención" o lo que ha derivado del libro "El secreto" lo vemos continuamente...

Pero paso a ejemplos más concretos...


-  Alguien que le dice a su pareja, después de llegar de un retiro de meditación que viene muy purificado de ese retiro y que como es posible que ella siga siendo tan limitada y estúpida.


- Alguien que da charlas de espiritualidad hablando de compasión y de amor y que no es capaz de captar el dolor de un amigo cuando éste pide que esté a su lado, pues está muy ocupado con sus grandes planes e importantes actividades sobre la espiritualidad.


- Un hombre que le dice a una mujer que no se tome demasiadas confianzas, que mantenga las distancias, porque él es muy espiritual y no quiere mujeres cerca porque le perturban y le provocan.

- Una persona que habla de la escucha empática, pero que no tiene tiempo para escuchar un rato la desgracia de una persona cercana, salvo que tenga público que pueda tomar consciencia de lo compasivo que es.

- Alguien que no es consciente de que discrimina a otros porque no piensan igual que él.

- Alguien que se aleja de quienes le cuestionan.

- Quien siempre dice estar ahí para sus amigos, pero no se preocupa en preguntarles como están, a pesar de saber que están pasando un mal momento.

- Otra versión es quién se ofrece como alguien dispuesto a ayudar, desde ese “ego narcisista”, para sentirse importante, pero ni entiende ni tolera el dolor del otro, se cansa porque no siente auténtico amor o compasión por la otra persona. Si ayuda a otros es por sentirse importante y protagonista y/o por ver su identidad idealizada reforzada, no porque los demás le importen realmente.

- Alguien que milita exageradamente en una opción política, sin ser capaz de escuchar los planteamientos de quienes tienen otras opciones o de dialogar con ellos, pensando que su posición es la que nos salvará de todas las desgracias.

- El uso de una identidad religiosa (ser monja, monje, sacerdote, gurú, maestro, etc.), para tener poder, identidad, recibir admiración o tapar sus vacíos emocionales, por no hablar de defenderse de los aspectos de sí que no puede tolerar por resultarle conflictivos, de los que se defiende construyendo un personaje idealizado que utiliza para moverse por el mundo, pues ese personaje idealizado es puro, íntegro y queda bien de cara a la galería. En este caso la admiración de los demás, la notoriedad pública o del deseo de un progreso espiritual para sentir que uno se supera a sí mismo y se consigue convertir en super-humano, son más importantes que la verdad, la honestidad, o el amor por los demás, etc. En estos casos la imagen del personaje que se representa se considera más importante que el ser real (al que no se conoce y sufre numerosos vacíos) y se idolatra, en el sentido de suplantar cualquier verdad genuina o impedir relaciones reales de otros que puedan mostrar las incongruencias del personaje que se pretende representar.

- Aquél que no se da cuenta de que realmente no ama a otros, ya que ni es consciente de que no se ama a sí mismo... Estas personas creen amarse e incluso hablan de amor, porque en ellos hay un anhelo de ese amor o saben que ese tema llama la atención de la gente.

- Si son hábiles pueden seducir bien a otros y pueden ser especialmente hábiles en provocar admiración, enamoramientos, seguidores incondicionales, dado que inconscientemente necesitan ese tipo de público para mantener su identidad y las personas que caen en esas dinámicas necesitan agarrarse a alguien que les necesite para sobrevivir. Como pueden sentir que su vida depende de esa admiración, su capacidad para conseguirla puede ser grande, ya que invierten mucha energía en ello. En estos casos se da una complementariedad de víctima-salvador, o de vulnerable-fuerte, etc. que se retroalimenta mutuamente para mantener la identidad de cada parte como en un juego de roles. La persona dependiente necesita alguien que dependa de él, que por ejemplo puede ser un narcisista necesitado de admiradores y de seguidores.



Habría muchos más ejemplos, pero con estos podemos tomar consciencia de dinámicas que se dan a nuestro alrededor, para no caer en ellas o para no dejarnos manipular o engañar por ellas. No se trata de acusar, sino de mirar las trampas que nuestro ego nos puede tender y de no dejarnos arrastrar por embaucadores...

Añado a lo dicho una descripción que leí recientemente de Jorge Ferrer, que también me parece ilustrativa del asunto: 

“Por narcisismo espiritual entiendo un conjunto de distorsiones del camino espiritual relacionadas entre sí, como la inflación del ego (el engrandecimiento del ego alimentado por las energías espirituales), la absorción en uno mismo (la preocupación excesiva por el propio estatus y logros espirituales) y el materialismo espiritual (la apropiación de la espiritualidad para reforzar formas de vida egoicas). Tal como lo veo, el hilo común que une todas estas trampas es lo que llamo narcisismo espiritual (es decir, el mal uso de las prácticas, energías o experiencias espirituales para reforzar formas egocéntricas de existencia). Los principales síntomas del narcisismo espiritual son, entre otros:

Un frágil sentido de poder personal y de amor propio.

Preocupación por comparar el nivel espiritual en el que uno se encuentra.

Hablar constante y repetidamente de las experiencias y logros espirituales propios.

Una fuerte necesidad de reafirmación positiva y de alabanza.

Inquietud por ser especial, afán de ser elegido para algún propósito espiritual distinguido o ser el preferido o preferida de algún maestro o maestra espiritual.

Una idealización o demonización extrema de los maestros espirituales.

Graves dificultades para trabajar con figuras de autoridad.

Una susceptibilidad exagerada y una postura defensiva contra cualquier tipo de crítica."


Del libro "Espiritualidad creativa" de J. Ferrer. Ed. Kairós 2003.



Como complemento os recomiendo el libro de Alexander Lowen sobre el narcisismo, titulado “El narcisismo. Una enfermedad de nuestro tiempo”.