viernes, 23 de junio de 2017

¿QUÉ LE PASA A UN NARCISISTA?

Imagen de Pixabay (cristinaureta)

Vivimos, en una sociedad narcisista y en nuestro mundo actual sufrimos una auténtica epidemia de narcisismo, de la que ya vemos diversos efectos en las relaciones interpersonales, dinámicas sociales, etc.

De ahí que sean cada vez más frecuentes diversas publicaciones en revistas, periódicos, internet, libros, etc. sobre cómo son los narcisistas, sus relaciones, sus dinámicas laborales, etc. En casi todas ellas se señala con el dedo a los narcisistas como si fuesen las causantes de todos los males de nuestra civilización, desde una perspectiva negativa y pocas veces con empatía hacia ellos, a pesar de que se dice que son personas dañadas, vacías, etc. De hecho, en algunos casos hasta se podría decir que se dan insultos y ataques muy explícitos y directos, tratándoseles como si no fueran personas.

Con lo que digo no pretendo entrar en una argumentación justificatoria de sus acciones, ni en una empatía que nos haga perder la perspectiva, hasta el punto de no marcarles límites o de no mostrarles alguna verdad acerca de sí mismos… Pero sí quiero hacer un acercamiento empático, para intentar aproximarme un poco a lo que pueden vivir por dentro y poder entender el por qué llegan a comportarse como se comportan. Quizás así sea más fácil la comprensión objetiva de un fenómeno difícil de comprender y que corremos el riesgo de abordar también narcisistamente… es decir cosificando y etiquetando, para después desechar a quien no nos sirve para nuestra propia satisfacción.

Así que… ¿qué le pasa a un narcisista? De entrada añadiré el calificativo de persona, diciendo ¿qué le pasa a una persona narcisista? No olvidemos que son personas, aunque caigan en la cosificación de sí mismos, tal y como hacen con los demás. El etiquetaje de su persona globalmente como “narcisista” solamente puede empañar más la visión clara de quién es aquél que padece narcisismo. Tampoco olvidemos que todo ser humano se puede comportar en algún momento narcisistamente, así que el narcisismo es algo que forma, seguramente, parte de nuestra sombra y que no podemos solamente ver en los demás. Pensemos también en nuestro/a narcisista interior. Es decir, la parte de nosotros que puede pecar, en algún momento, de narcisismo.

Recordemos que alguien narcisista ha nacido como todo el mundo, ha sido bebé, niño, adolescente, etc. Es decir, ha nacido persona… y después parece haber perdido algo en el camino. Algo fundamental, la consciencia profunda y real de ser alguien sólido y valioso... Se ha convertido en “cosa” para el uso y disfrute de otros y para también usar y disfrutar de otros, que se convierten en cosas. De este modo puede vivir en la ficción de que es querido, sin ser consciente de que “se quiere” al falso “personaje” que despliega ante los otros. Esta es una de las acusaciones que hacemos habitualmente a las personas narcisistas, sin darnos cuenta de que el mecanismo que usa de ser “personaje” no es ni intencionado ni consciente, si no un mecanismo de pura supervivencia, con la sensación de que le va la vida en ello, desde su más tierna infancia, quizás por ser cosificado y “usado” por padres que narcisistamente le han utilizado para a su vez alimentar sus propios “personajes”, también inconscientemente. Ciegos guiando a otros ciegos… 

Para entender todas estas dinámicas que llevan a que las personas se despersonalicen narcisistamente, hace falta salirse un poco del cuadro y tomar más perspectiva… Por un lado para tomar la suficiente distancia para no ser “usados” por ellos, por otro para comprender mejor y volver a acercarnos con la suficiente consciencia para lidiar con un mal que padecen, sin entrar en un rol de víctimas o de salvadores. Sin dejar que su potente juego de sugestión nos meta en el rol que les complementa y satisface... algo en lo que se muestran especialmente hábiles.

También me gustaría parar a analizar alguna de sus “difíciles” dinámicas, por si a alguien le sirve para reflexionar:

- Seducción y afán de protagonismo: las personas narcisistas necesitan “fans” para alimentar una identidad que no saben que es falsa. Viven en la ilusión de que son el “personaje” que venden a los demás es su vida y de que su supervivencia (es cuestión de vida o muerte), depende de que los demás se sientan satisfechos con el rol que representan y les “quieran”. Pero en el fondo esto no les satisface más que momentáneamente, pues en lo más profundo de sí mismos, “saben” que el amor que consiguen no es a su ser real, sino a la máscara que representan para agradar a los demás, con la sensación de que nadie les acaba de llenar y de que ninguna adulación es suficiente. No saben que les falta la verdad sobre sí mismos, les falta ser ellos mismos realmente. Pero como están desconectados de su ser real no lo saben y siguen buscando quienes son en lo que los demás les dicen, sin darse cuenta de que la respuesta está fundamentalmente dentro de ellos.

Imagen de Pixabay (Eirena)

- Refuerzo intermitente: es una de las dinámicas que realizan en la que dan señales positivas a los demás, por ejemplo adulan, estimulan, animan se muestran receptivos, pero de repente ¡zas! ¡no están! Esto suele dejar bastante desconcertados a quienes se relacionan con ellos, e incluso ser doloroso para quienes padecen alguna herida de abandono, que pueden sentir que han hecho algo que merece ese castigo y entran en un gran desconcierto y ansiedad (si hay alguna predisposición a ello). En estos casos, las personas inseguras se culpan y las más seguras se pueden dar cuenta de que el otro tiene una conducta extraña e incomprensible, sin engancharse… Pero ¿qué le pasa a la persona narcisista cuando desaparece después de ser tan amable y encantador? Pues es posible que a veces se canse de esa escenificación constante. No es posible sostener un papel todo el tiempo. Algunos así lo dicen. Otros se sienten en un momento de fracaso, al no haber encontrado la aprobación esperada y se deprimen y llegan incluso a una sensación de no existencia. Otras veces súbitamente se pone de manifiesto ese gran vacío e inconsistencia que prefieren que nadie vea y prefieren esconderse, a pesar de lo desconcertante que es una soledad en la que no tienen espejos que les digan que son los más bonitos y que existen. A veces, cuando desaparecen, están en un estado tan lamentable que prefieren no ser vistos por si son reconocidos como un fraude y se cae, literalmente, su identidad (falsa, pero para ellos real) y su vida.

- Sentimientos de grandiosidad o de superioridad: es el personaje en el que necesitan creer para tapar su gran vacío de yo. No se ven a sí mismos y al “percibir” su no existencia necesitan crear un dios en sí mismo que les sostenga. Es una compensación de un gran vacío y complejo de inferioridad, a través de la aparente superioridad y grandiosidad. Detrás de la máscara tendremos a un niño asustado y perdido que busca que le quieran porque hace muy bien lo que cree que quieren los demás.

- Intolerancia a la crítica, con enfados desproporcionados ante la misma: como en el fondo su yo es muy frágil, una crítica es una gran amenaza para sostener un montaje falso, y nuevamente pueden caer en el vacío de la no existencia, siendo un estado que es de lo peor que pueden sentir. También les enfada que el “espejo” (quien les critica) que les ha de devolver una imagen positiva de sí mismos no funcione, y en lugar de cuestionarse a sí mismos, dado que hay poco de sí mismos real en el “personaje” (al menos a nivel consciente) , el mecanismo automático e infantil es enfadarse con el “espejo” que no transmite la imagen adecuada que les sostiene para poder vivir.

- Falta de compromiso: para comprometerse con algo es necesario existir previamente y ser consistentes y maduros, algo de lo que carecen…

- Falta de conexión real con los demás y falta de empatía: al no estar en conexión con ellos mismos y al carecer de empatía y sensibilidad hacia ellos mismos, es imposible o muy difícil que puedan hacerlo con los demás.

- Explotación de otros: no ven realmente a otros y dado que permanentemente se explotan a sí mismos obligándose a cumplir un rol con el que están esclavizados, ven normal explotar a otros. Esto también está unido al hecho de que no se ven a sí mismos y por lo tanto tampoco al otro, y si ven algo del otro es que es ese alguien es una “cosa” al servicio de mantener su supervivencia y sus planes. Su perspectiva tan egocéntrica les impide ver más allá de sus propios deseos de supervivencia y de grandeza, en el autoengaño permanente de que sus proyectos son lo más importante del mundo (su mundo, no ven otro mundo) y de que el fin justifica cualquier medio. El otro es un apéndice de ese “personaje” interior que les subyuga, así que el otro debe seguirles el baile, porque si no dejarían de “existir” y su dios de barro se caería.

Con respecto a lo dicho, creo que es importante comprender las dinámicas que hay detrás de los comportamientos inadecuados de este tipo de personas. No por señalarles con el dedo y humillarles, sino por entender la gran herida de amor y de existencia que subyace a quienes padecen estas dinámicas. Pero también evitando ser sus salvadores y marcando los límites ante sus conductas abusivas, sin perder la perspectiva de que como seres humanos que son merecen ser amados en su ser real. En ellos también existe un ser valioso que fue “secuestrado” o que nunca pudo encontrarse a sí mismo, por ejemplo por las dinámicas narcisistas familiares que le impidieron ver quién era. Esta situación se puede dar tanto por una excesiva exigencia como por una excesiva permisividad, lo que suele llevar a un potente engaño acerca de su verdadera identidad y a una no consciencia de que también tienen derecho a que su ser real se manifieste y reciba un amor auténtico desde su libertad y la de otros, para llegar a la autoestima, que como todo el mundo merecen. Y que también merecen los demás que les rodean y que lamentablemente, sufren las consecuencias de sus heridas. 

Recordemos, por si ayuda, que son niños perdidos que necesitan encontrar el camino a casa. Su casa es su ser real y su derecho a existir siendo quienes realmente son.

Imagen de Pixabay (mario0107)

P.D. Por malas interpretaciones que se han hecho de este artículo he de aclarar que no se trata de un artículo de "defensa" de las personas narcisistas y mucho menos de una justificación de sus conductas. También es preciso aclarar que, en este artículo no estoy hablando del narcisismo perverso o maligno o de la psicópatía, que requeriría un enfoque distinto.

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