domingo, 19 de mayo de 2013

ESPIRITUALIDAD Y RELACIONES INTERPERSONALES

Aunque hay un interés creciente, en la actualidad, sobre cuestiones de tipo espiritual, pocas veces se trata el tema de la qué tiene que ver la espiritualidad con las relaciones interpersonales.

Ya hablé en otra entrada de ciertos rasgos asociados a la espiritualidad egocéntrica. Una espiritualidad centrada en el individuo y su crecimiento personal, relacionada diversos problemas y disfunciones, consecuencia de fomentar el egocentrismo en el camino espiritual. Algo difícil de evitar en nuestros días pues vende más hablar de recibir premios, para uno mismo y para el propio ego, que la idea de la autotrascendencia, el sacrificio o la humildad. Véase si no el éxito alcanzado por libros como “El Secreto”.

Sin quitar la importancia que tiene en el camino espiritual el autoconocimiento, en el camino espiritual, o la autoestima sana, no podemos dejar de lado la dimensión interpersonal en el desarrollo espiritual. ¿Por qué? Porque sin ésta, la vida espiritual puede estar incompleta o ser un delirio autorreferencial. 

Pensemos, por ejemplo, en un honrado ciudadano que va a sus clases de meditación regularmente, o bien acude frecuentemente a sus actividades parroquiales, a un ashram o a encuentros espirituales de cualquier tipo. Seguramente pueda sentirse bien con lo que le aportan unas u otras prácticas y pueda experimentar una potenciación de ciertos recursos personales. Todo esto puede ser beneficioso para superar dificultades de la vida, tener una visión más positiva de la realidad o, incluso ayudarle a encontrar un sentido más completo de su vida. Este ciudadano puede tener momentos de paz y bienestar interior, gracias a su práctica espiritual. Claro que sí, pero podemos ver algo diferente cuando éste se encuentra con otras personas.

Vamos a llevarle al ámbito de su familia. Podemos ver que llega a su casa y se irrita porque la comida no está a “su hora” sobre la mesa. Acaba gritando a su mujer, por haber “perdido el tiempo” hablando con sus amigas por teléfono y por no estar atendiendo a sus obligaciones domésticas, para que todo funcione puntualmente. Después va a la habitación de su hijo a decirle que es un ser inferior por perder el tiempo chateando con sus amigos, por internet. Le quita el ordenador y le dice que le castiga sin salir, a pesar de que el chico le dice que está tratando de ayudar a un amigo suyo en crisis, chateando con él. Le da lo mismo. Le deja un libro de espiritualidad para que lo lea y se “ilumine”, dando un portazo a la puerta de su habitación. Después se va a su despacho, a meditar, para sentirse mejor y les dice a sus familiares que no come con ellos, porque necesita “elevarse”, después de haberse rebajado en el contacto con ellos. Los percibe como inferiores y se pregunta que para qué se ha casado y tenido un hijo, pues son una pérdida de tiempo, para su desarrollo espiritual.

El mismo individuo se va al día siguiente a trabajar, un compañero le pide ayuda para terminar un proyecto y le dice que está muy ocupado, mientras pierde el tiempo revisando textos de maestros espirituales por internet. Le llama más tarde un amigo suyo, pidiéndole si pueden quedar para tomar un café, pues está pasando un mal momento y le dice que no tiene tiempo, pues tiene que tener su hora de meditación diaria, lecturas sagradas y mucho trabajo importante. Ni siquiera quiere dedicar tiempo a hablar con él por teléfono y le dice que se vaya a meditar a su comunidad o que se vaya a un psicólogo. Se pregunta para qué se ha hecho amigo de alguien que afronta tan mal las dificultades de la vida y que socialmente está por debajo de él. 

Más tarde va a tomar un café con sus compañeros, pero pasa el tiempo mirando cosas por internet en el móvil y chateando con amigos “espirituales”, pues los considera más elevados que sus compañeros de trabajo.

Vuelve a casa y se encuentra con que su mujer está triste. Ella le dice que se siente triste porque él parece cada vez más lejano. Él le comenta que está experimentando un nuevo plano de conciencia, por lo que ella no puede acceder a su plano superior, pues se ha quedado atrás. Todo se lo dice con frialdad y actitud de superioridad. Ella llora, porque no entiende qué locura le ha dado. Él le dice que su llanto es un síntoma de su inferioridad y que su capacidad amorosa le ayuda a tomar distancia del sufrimiento y a no sentir el suyo para contaminarse con él. Que si quiere hacer algo que medite u ore de una determinada forma, pero que no se queje tanto. Ni la escucha. Le deja un libro de espiritualidad, se aleja de ella y vuelve a meditar, se encierra en su habitación y repite oraciones, mantras, o algo similar. Siente paz y de nuevo se siente iluminado. Se reafirma en su superioridad y en su distancia de todos los seres inferiores, que para él son los no creyentes, los que no hacen su misma práctica espiritual, los que votan a otro partido político, etc. Está encantado de conocerse a sí mismo, pero pasa de quienes considera que no encajan en su forma de ser y de ver las cosas. Vive en una burbuja "espiritual".



¿Podemos considerar que esta persona está realmente viviendo una espiritualidad sana y mínimamente equilibrada? Aunque  nuestro personaje esté poniendo de manifiesto simultáneamente varios tipos de problemas interpersonales, de forma simultánea y esto nos pueda parecer exagerado, quizás cualquier ser humano podamos haber caído alguna vez en alguna de estas modalidades de distanciamiento, escapismo o como lo queramos llamar. Muchas veces me he encontrado con estas conductas por parte de personas que se llaman a sí mismas espirituales, mientras critican y se burlan de los que consideran a un nivel inferior. 

Para dar una alternativa que se dirija a un mayor equilibrio espiritual, me apoyo en lo que dicen místicos como Santa Teresa. Ella nos plantea que solamente podemos valorar la vida espiritual de alguien por su capacidad de amar y de dar la vida por sus semejantes. Nos señala que la más cierta señal de si hay amor a Dios o síntomas de unión con Él, es guardando bien el amor al prójimo (ni las revelaciones, ni el éxtasis, ni la capacidad de profecía serían importantes frente a esto). De tal forma que cuanto más se está en el amor al prójimo, más se está en el amor a Dios.

Nos habla de que puede haber almas muy diligentes a la oración y muy “encapotadas” (aisladas), para que no se les vaya “un poquito de gusto y de devoción que han tenido” o porque no se les vaya el estado que han alcanzado con la oración, por lo que son las que poco entienden del camino por el que se alcanza la unión con Dios. Señala que es mejor dejar a Dios por servir al prójimo.  Y que sólo es posible crecer espiritualmente dejando “morir” al “gusano” (que es nuestro “hombre viejo” o parte egoísta), para llegar así a convertirse en mariposa. Sería el dejar morir la parte egoísta, que es la que nos separa de los demás y que sólo busca su bien, aún disfrazándose de beatitud y espiritualidad. Por lo que no habría una verdadera unión con Dios, o un estado espiritual elevado, si no hay amor al prójimo.

Os dejo un vídeo de una conferencia excepcional de Maximilano Herráiz (Doctor en Teología y Profesor en la Universidad de la Mística de Ávila), sobre "Experiencia y pensamiento de Santa Teresa de Jesús" en la que explica muy bien estas cosas y de donde he recabado algunas de las ideas que os he explicado al final de este texto: http://www.mistica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=255&Itemid=210&lang=es

miércoles, 15 de mayo de 2013

CONGRESO "ESPIRITUALIDAD Y SALUD INTEGRAL"


El tema de este año del IV CONGRESO DE ANTROPOLOGÍA, PSICOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD es ESPIRITUALIDAD Y SALUD INTEGRAL. 

Será los días 4-6 octubre de 2013, se celebrarán en la Universidad de la Mística de Ávila en la calle Arroyo Vacas 3, en Ávila. 
Hemos considerado que la idea de Salud no puede estar referida solamente al cuerpo o a la mente, sino que si consideramos que el ser humano también está constituido por una dimensión espiritual, está también puede repercutir en su salud en una interrelación estrecha con las otras dimensiones. La Salud ya no se puede entender como un equilibrio entre elementos orgánicos, ni mentales, sino que la Salud también se puede entender más integralmente. Si se ve de esta forma, podemos considerar que la dimensión espiritual puede formar parte de la constitución del ser humano y proporcionar elementos de "curación", así como de dificultades, cuando no está bien integrada y trabajada. Siempre integrada con la dimensión corporal y la mental, pues podríamos caer en el reduccionismo espiritualista, que deja fuera el cuerpo o elementos psíquicos importantes.
Así que, con estos planteamientos os invito a apuntaros a este nuevo congreso, que nos plantea el reto de una Salud más completa e integrada que la que conocemos habitualmente en la práctica médica, psicológica o psiquiátrica. Y más allá, pues a todos nos interesa estar en un estado óptimo de salud que nos permita vivir una vida más plena y equilibrada.
Este congreso, aunque está más dirigido a los profesionales de la salud, permite la inscripción y participación de personas interesadas en ampliar sus conocimientos sobre las cuestiones planteadas en el mismo.

El precio de la inscripción será de 120 euros si se hace la inscripción antes del 15 de agosto y de 140 euros si se hace posteriormente.

Hay talleres opcionales, cuya inscripción supone pagar 30 euros más. Solamente es posible inscribirse a uno, pues todos se dan simultáneamente.

El precio del alojamiento en la Universidad de la Mística, con todas las comidas incluidas (desayuno, comida y cena) será de 46 euros en habitación individual y de 80 euros en habitación doble (dos personas). 



Podéis presentar propuestas de comunicaciones hasta el 15 de agosto en el correo: catedraedithstein@citesavila.org


Podéis pedir más información sobre el congreso en info@citesavila.org


Si queréis ver el programa en pdf podéis hacerlo aquí: Programa en pdf


PROGRAMA DEL CONGRESO:

VIERNES 4 DE OCTUBRE:
Mañana:
9:30 -- Recepción y entrega de documentación.

10:00 - 10:15 --- Acto de apertura y presentación del congreso.

10:15 - 11.15 – Conferencia inaugural:
Espiritualidad y salud en los místicos
Rómulo Cuartas
Doctor en Teología y Especialista en mística

11:15 – 12:15 --- Ponencia
¿Padecen los santos estrés postraumático?
Mar Álvarez
Médico Psiquiatra. Profesora en la Universidad Abat Oliva CEU de Barcelona

12:15 - 12:45 --- Descanso.

12:45 - 13:45 --- Ponencia:
Espiritualidad y estrés en cuidadores
Javier López
Doctor en Psicología. Director del Departamento de Psicología en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid

Tarde:
16:30 - 17:30 --- Ponencia
¿Nos protege la espiritualidad ante el sufrimiento?
Ignacio Boné
Médico Psiquiatra. Profesor en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid

17:30 - 18:30 --- Ponencia y concierto
Music - A path to our spiritual life, health and happiness
Roop Verma
Sitarista, Compositor y Director del West School of Music en Monroe de Nueva York

18:30-19:00 --- Descanso

19:00 – 20:30 – Talleres


SÁBADO 5 DE OCTUBRE:
Mañana:
10:00 - 11:00--- Ponencia
La paz interior en Psicología. Aspectos terapéuticos del Quietismo
Mariano Betés
Médico Psiquiatra. Catedrático en la Universidad de Alcalá de Henares

11:00 - 12.00 – Ponencia
 ¿Es la espiritualidad una nueva medicina?
Maribel Rodríguez
Médico Psiquiatra. Directora de la Cátedra Edith Stein de la Universidad de la Mística de Ávila

12:00 - 12:30 --- Descanso.

12:30 - 13:45 --- Comunicaciones

Tarde:
16:00 - 17:00 --- Ponencia
 Psicología y espiritualidad: una visión transcultural
Luis Muiño
Psicólogo, Psicoterapeuta y Divulgador.

17:00 - 18:00 -- Comunicaciones.

18:00 - 18:30 --- Descanso.

18:30 - 19:30 – Ponencia
Espiritualidad laica, salud y arte contemporáneo
Luis Caballero
Médico Psiquiatra. Profesor en la Universidad Autónoma de Madrid

DOMINGO 6 DE OCTUBRE:
10:00 - 11:00--- Ponencia
El desafío de las investigaciones científicas sobre la religión y la espiritualidad
Michael King
Director del Departamento de Salud Mental del University College de Londres

11:00-11:30 --- Descanso

11:30 – 12:30 -- Mesa redonda con ponentes presentes (para preguntas del público y conclusiones). 

12:30 - 12:45 ---  Clausura de las Jornadas
 
Títulos de los talleres:
Se realizarán todos simultáneamente el viernes 4 de octubre, de 19:00 a 20:30 horas, por lo que sólo es posible inscribirse a uno de ellos.
1.- Equipo Cites
Recogimiento: una técnica para la práctica de la contemplación teresiana.

2.- Roop Verma
Music – Meditation, Health and Happiness

3.- Mª Ángeles Álvarez
Meditar con flores

sábado, 23 de marzo de 2013

¿ESPIRITUALIDAD EGOCÉNTRICA?




Desde hace siglos y me atrevería a decir, que desde hace miles de años, diversos sabios nos advierten del peligro de que se nos suba a la cabeza el estar avanzando algo en el camino espiritual.

En casi todas las tradiciones nos encontramos con la descripción de problemas asociados a que la práctica espiritual se adapte a nuestros propios deseos (exigiéndole a Dios mediante nuestra práctica que los cumpla), que pretendamos que Dios sea una extensión de nuestro propio ego o que, incluso confundamos la expresión de los místicos de ser uno con Dios, con confundir a nuestro ego con Dios, llevándolo a un hiperinflamiento insoportable para nuestros congéneres.

Parece que estas advertencias que nos previenen frente a los problemas derivados del egocentrismo en la vida espiritual, se han perdido en muchos ámbitos de tipo espiritual actuales. Muchas prácticas espirituales son accesibles, hoy en día, a cualquiera, que impregnado por el individualismo de nuestra cultura, pretende seguirlas sin que nadie le marque pautas o le guíe y mucho menos que le corrija en cualquiera de los errores de planteamiento que pueda cometer.

Tomemos como ejemplo la práctica de la meditación, algo cada vez más extendido en Occidente. En este caso, cada vez son más las personas que utilizan la meditación, en muchos casos egocéntricamente, para beneficiarse a sí mismos: para mejorar su salud física y mental, para aprender a controlar su mente, para aprender a relajarse, para desarrollar mayores capacidades cognitivas, etc. Si bien todo esto tiene su utilidad, se corre el riesgo, si se pierden marcos de referencia más amplios, de usar la meditación al servicio de nuestro ego, para sentirnos más perfectos y, lo que es el colmo, superiores a otros a los que miramos desde la “ecuanimidad”, la “compasión” o el “desapego”.  Problema que puede agravarse si nos sentimos “iluminados” o mirando desde un “estado superior de la conciencia”, a los pobres mortales que no meditan o que no siguen el mismo camino espiritual que el nuestro.



Si nos molestamos en culturizarnos un poco al respecto de la meditación (que se practica en todas las tradiciones) y no nos limitamos a copiar pautas como monos repetidores, nos damos cuenta de que las instrucciones que seguimos en la práctica meditación surgen dentro de un contexto más amplio, de tipo religioso o sapiencial, con una cadena de personas experimentadas que nos preceden y advierten del para qué de la práctica meditativa: LA TRASCENDENCIA. La trascendencia, entre otras cosas, de nuestro propio ego, o dicho de otro modo, de nuestra forma de empeñarnos en que la realidad satisfaga nuestros deseos, etc. Si nos desconectamos del pasado de las tradiciones espirituales y nos mantenemos en la más “beatífica” ignorancia, instrumentalizando ciertas prácticas y mirándonos el ombligo aplacado por la meditación, podemos caer en el mayor de los errores, un egocentrismo creador de patologías narcisistas, inflador de egos que alimenta la vanidad y la soberbia, de una forma que acaba siendo autodestructiva. Y lo que es peor, podemos creernos muy espirituales, cuando lo único que hacemos es entrenar neuronas en estar atentas, sin ser capaces de trascendernos a nosotros mismos, con lo cual, la práctica no sirve para nada más que para volvernos unos sujetos insoportables para el resto del mundo, que no nos comprenderá y que hará que las personas sensatas huyan despavoridas ante nuestra vanidad y suficiencia.

A modo de conclusión, considero que aunque haya unos grandes beneficios mediante la práctica de la meditación (sea esta de Oriente o de Occidente), esta práctica no debe desligarse de su contexto original y menos aún de las prevenciones y advertencia de los maestros que nos precedieron, acerca de sus peligros, como es el de de habernos perdido completamente, mientras nos creemos en la posesión de la piedra filosofal, sumidos en un delirio místico que nos aleja de la realidad y de las relaciones humanas saludables. Para este delirio y otras patologías espirituales derivadas del egocentrismo, el antídoto y la vacuna fundamental se resumen en una palabra: HUMILDAD.

Os dejo un vídeo muy gracioso, como colofón, que nos hace una buena caricatura de la inflación espiritual:


jueves, 7 de marzo de 2013

SENTIDO DE LA VIDA Y ESPIRITUALIDAD EN LA PSICOTERAPIA



Recientemente, me han entrevistado en la revista de psicoterapia humanista Bonding, del Instituto Galene de Psicoterapia, sobre el tema "Sentido de la vida y espiritualidad en la psicoterapia", puesto que daré un curso con este contenido, los días 12, 13 y 14 de abril, en dicho Instituto. Os dejo información sobre el mismo, antes de la entrevista: 


Aquí tenéis la entrevista:

Sentido de la vida y espiritualidad, ¿cómo explicarías qué quieres decir con esta frase a una persona que no sabe nada del tema?

“Sentido de la vida y espiritualidad” hace referencia a que el sentido de nuestra vida puede tener un componente espiritual Cuando buscamos un sentido a nuestra vida, un por qué o un para qué vivir, es preciso ir ahondando en nosotros mismos, y muchas veces, en esa búsqueda nos encontramos con que la respuesta no está en cosas externas o materiales, sino que para poder responder es importante conectar con algo más profundo dentro de nosotros. La pregunta más comprometida sobre el sentido tiene que ver con quién soy yo y para qué estoy aquí. Cuando buscamos sentido a la vida, tenemos un anhelo de comprensión última de nosotros mismos, de la realidad que nos rodea, del mundo, del cosmos, etc.. De alguna forma, la pregunta por el sentido nos puede llevar a la pregunta por el Todo y por un sentido último. Algo que, a su vez, va ligado a un camino de autoconocimiento, que está planteado desde hace miles de años por las diversas tradiciones espirituales. Muchas personas, según van ahondando en sí mismas, se encuentran con lo que podemos llamar inquietudes espirituales, de búsqueda de la trascendencia y de un sentido más allá de lo contingente o de lo inmediato. 

La pregunta sobre el sentido de la vida es la pregunta sobre mi ser más profundo, que no es algo tangible o medible, por lo que algunos consideran que su realidad es, en última instancia, espiritual.

¿Podrías definir tu concepto de espiritualidad? ¿Qué diferencias hay con religiosidad o religión?

La espiritualidad es un concepto difícil de definir, que suele estar siempre imbricado con visiones culturales y sociales. Así que nos encontramos con muchas definiciones posibles, que se pueden dar por válidas.

Dentro de ellas me identifico más con las que consideran que la espiritualidad es el camino hacia nuestra identidad verdadera, siendo a la vez la meta de ese camino.  Esa “identidad verdadera” es la realidad más auténtica de la persona y que para muchos es espiritual, lo que significa que implica relaciones armónicas o conexión con uno mismo, con otros, con la naturaleza, con Dios o con una realidad superior. También considero que la espiritualidad tiene que ver con aspectos inmateriales de la existencia, como el amor, la generosidad, la creatividad, la paz interior, el sentido de la vida, etc.

Por otra parte, me parece importante relacionar el concepto de espiritualidad con el de consciencia, pues muchas experiencias espirituales se han relacionado con una consciencia ampliada o expandida, más allá de los límites que consideramos normales.

William James en su libro “Las variedades de la experiencia religiosa”, hace una alusión interesante a esa realidad espiritual: “Es como si en la conciencia humana hubiese un sentido de la  realidad, un sentimiento de presencia objetiva, una percepción de lo que podemos llamar algo más profundo y general que cualquiera de los sentidos especiales y particulares, mediante los cuales la psicología actual supone que se revelan originalmente las realidades existentes”. Me parece que expresa muy bien, intuitivamente, qué puede ser eso de la espiritualidad.

Y con respecto a las diferencias entre espiritualidad y religiosidad o religión, considero que, para muchas personas religiosas, la espiritualidad se expresa, sobre todo, dentro de un contexto religioso y que para las personas no religiosas, la espiritualidad se puede vivir fuera de dicho contexto, de otra forma, más personal. Así que, para quienes son religiosos, la religión daría forma, mediante una serie de pautas, estructuras, rituales, etc., que se asumen colectivamente,  a su vivencia espiritual. Algo que no ocurriría en el caso de las personas no religiosas, que podemos decir que viven su espiritualidad más por libre.

La religión se define normalmente como un sistema organizado de creencias, prácticas y formas de culto que se comparten por una comunidad, dirigidas a la relación con Dios o con algo trascendente. De una forma metafórica podemos decir que la religión nos daría “mapas” asumidos colectivamente, con los que vivir la espiritualidad y que los espirituales no religiosos recorrerían el territorio sin dichos “mapas”. Aunque, evidentemente, una religión se puede entender como algo mucho más amplio que un mapa.

Por otra parte, tenemos el concepto de religiosidad, que según Allport tenía dos vertientes principales. La primera es la que llamó religiosidad intrínseca que consiste en una expresión integrada de los pensamientos y prácticas religiosas; tiene que ver con tomarse la religión muy en serio, asumirla plenamente en la vida cotidiana, y verla como el fundamento de las motivaciones. La otra vertiente es la religiosidad extrínseca, que se refiere al uso de las prácticas externas de  la religión para buscar relación social, seguridad, status, etc. La religiosidad intrínseca es la que podemos entender como más espiritual, que a su vez es la religiosidad que se ha relacionado con una mejor salud física y mental en diferentes estudios empíricos.

¿Cómo incorporas la espiritualidad en el proceso de psicoterapia?

Hay muchas maneras de incorporarla. Señalaré, para no extenderme, los aspectos que considero fundamentales.

Me parece importante cuidar de mi propia dimensión espiritual, lo que favorece, a su vez, mi propio bienestar personal y mi propia salud en general. Además de que mi trabajo personal posibilita que yo pueda abordar esa dimensión espiritual en otro ser humano. No podemos ayudar a otro en lo que no nos hayamos antes ayudado a nosotros mismos.

Para mí lo espiritual es una dimensión que forma parte de todo ser humano y, por lo tanto, también se manifiesta en la psicoterapia. Si lo tengo en cuenta me resulta más fácil percibir en el otro su humanidad, que considero, en última instancia espiritual, siendo digno de respeto, acogida, comprensión, etc. En mi experiencia cotidiana, esta forma de concebir mi relación con el otro, favorece un encuentro interpersonal más auténtico y genuino.

Además, al acoger al otro como un ser global, le permito que plantee en terapia todo lo que sea importante para él. Si quiere que se hable de espiritualidad, pues se habla de ello. Se da permiso para plantear el tema y la persona que está en la consulta decide si entrar o no, como en otros aspectos que tratamos en la psicoterapia. El abordaje de este tema es más fácil, con frecuencia, al abordar la cuestión del sentido de la vida, del mundo o del universo. Para muchas personas estas cuestiones están relacionadas, con sus creencias espirituales. También el hablar sobre la muerte, como un miedo básico o como algo que se experimenta en un duelo, posibilita hablar de aspectos espirituales (pues casi todo el mundo tiene una idea del más allá, aunque sea para decir que no existe). Así que lo espiritual es un área más a explorar, en el ámbito de la psicoterapia, para conocer mejor al otro y para conocer su propia visión de la vida.

En algunos casos puede ser útil alentar la práctica espiritual, dentro de los propios parámetros culturales del paciente. Por ejemplo, numerosas investigaciones nos muestran que la práctica de la meditación es muy positiva para la salud mental. Se puede plantear como una posibilidad más de trabajo interior y que la persona en terapia decida si la toma o la deja. Otras prácticas que se han relacionado con el cultivo de lo espiritual son ciertas lecturas que puedan servir de inspiración, el trabajo con la creatividad, la gratitud, el altruismo o la búsqueda de un sentido en la vida. El trabajo de búsqueda de sentido de la vida, que me aporta la visión de la Logoterapia también me proporciona elementos útiles para tener en cuenta lo espiritual en la psicoterapia.

¿Consideras que la espiritualidad es un tema esencial en el proceso de psicoterapia?

Sí, considero que la espiritualidad es un tema esencial en el proceso de psicoterapia para algunos pacientes, lo cual no quiere decir que tenga la misma importancia para todo el mundo.

Considero que si la espiritualidad es una dimensión constitutiva del ser humano y resulta importante en la vida de muchas personas, es esencial tenerla en cuenta (no imponerla) en un proceso de psicoterapia. Lo importante es dar la opción a incluirla, para que la persona que acude a la terapia, pueda optar o no por incluirla en su proceso. Aparte de que las creencias espirituales, expresión de las mismas, relación con otras creencias, etc., nos aportan mucha información sobre otros elementos de la personalidad, madurez, etc.

Vivimos en una sociedad muy materialista, en la que muchas personas parecen estar desconectadas de su alma o haberla perdido, y esto, genera sufrimiento y vacío. Mi propuesta es estar abiertos a la posibilidad de considerar lo espiritual como un elemento más, en la psicoterapia, de valoración, reflexión, curación, etc. La espiritualidad puede enriquecer el proceso de terapia en muchos casos, como muchos hemos comprobado en nuestra práctica clínica. Lo mismo nos lo  muestran numerosos trabajos de investigación actuales, en los que se ha hallado que puede ser un factor importante para que las personas recuperen el bienestar, la identidad, la consciencia de su propio valor o dignidad, o el sentido de la vida, entre otras muchas cosas.

Desde hace muchos años, son numerosos los autores y escuelas que nos han hecho propuestas para integrar lo espiritual en una psicoterapia y que nos aportan ideas al respecto, mostrándonos como la inclusión de esta dimensión nos aporta más elementos y perspectivas que no hacerlo.

Otra cuestión sería hablar de una visión antropológica como la de Frankl, en la que lo espiritual es la dimensión esencial del ser humano y por lo tanto ha de ser tenida en cuenta, también desde una “mirada espiritual” hacia al otro, en la que la aceptación incondicional sea un elemento fundamental. En sintonía con esta idea de Frankl, para Jung es muy importante una actitud espiritual o religiosa, en el sentido original de la palabra religión. Es decir, una actitud que favorezca la reconexión con nuestra esencia última. Y una psicoterapia no puede obviar esto, puesto que es el anhelo de muchas personas.

A todo lo dicho hay que añadir que para autores como Frankl o como Jung existe la posibilidad de una “espiritualidad inconsciente”. Esto quiere decir que en el inconsciente puede haber manifestaciones de la vida espiritual, que tengan su impacto en la vida de la persona, aunque esta no lo sepa. Esto podemos, por ejemplo, detectarlo en los sueños, como los que relata Jung en su libro “Psicología y religión”.

El próximo mes de marzo vas a dar un curso sobre este tema, que les dirías a nuestros lectores para que se animen a asistir?

Les diría que pueden abrir su horizonte terapéutico a nuevas posibilidades, como me ha pasado a mí, pues este enfoque ha aportado elementos muy útiles a mi trabajo cotidiano y a mi vida personal. Por eso en el curso también haremos ejercicios prácticos para conectar con el propio mundo interior y de toma de consciencia de elementos importantes del sentido de la vida. Propongo un trabajo personal que después podamos llevar a nuestra práctica clínica, gracias a haber tenido antes alguna experiencia de ello.

Tanto si lo espiritual es algo de lo que saben poco o es algo que realmente les interesa en su vida y que no saben como tenerlo en cuenta en una terapia, les puede resultar útil conocerlo y trabajarlo en sí mismos. Pues si no se conoce es imposible integrarlo o abordarlo adecuadamente en el proceso psicoterapéutico.

Como diría William James “para un psicólogo, las tendencias religiosas del hombre deben ser como mínimo tan interesantes como cualquiera de los distintos hechos que forman parte de su estructura mental”. Así que, ¿por qué no conocer algo de esto tanto para nuestra reflexión personal como para nuestra práctica psicoterapéutica?

Muchas de las psicoterapias más conocidas, parecen haberse olvidado del alma humana; están en parte desalmadas y es como si hubieran olvidado lo que es un ser humano en su esencia. Por eso muchos buscamos en los modelos humanistas, para que nos muestren algo más de lo que es realmente una persona, modelos que nos permitan acercarnos a la realidad del otro como un ser humano y no como un objeto a reparar. En sintonía con estos enfoques humanistas, lo espiritual complementa, amplifica la visión y los recursos disponibles para una relación de ayuda, acompañamiento o psicoterapia.

martes, 5 de marzo de 2013

I JORNADA DE ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA CLÍNICA



El día 15 de marzo, se celebrará, en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, en su sede de Montepríncipe (en Boadilla del Monte), la I Jornada de Antropología y Psicología Clínica, en la que tengo el honor de participar como ponente.

Considero que el hacer una jornada con este tema, es fundamental para la Psicología, ya que sin una fundamentación antropológica no es posible hacer ningún tipo de Psicología humanamente válida. O dicho de otra forma, sin tener una idea acerca de lo que es un ser humano, no es posible aplicar un método para conocer su psicología. Ya han señalado esto desde hace más de 50 años las psicologías humanistas, mostrándonos reduccionismos en los que han caído diferentes enfoques de psicología, en los que se reduce al ser humano a una de sus partes. Sea esta el cerebro, la conducta, dinámicas inconscientes, etc. 

Sabemos, por ejemplo, que el cerebrocentismo es una moda actual que causa furor, pues todo parece estar dentro del cerebro. Hasta se llega a afirmar que Dios está en cerebro o en los genes, por no hablar del alma humana, que se está reduciendo a diversas reacciones químicas, que, a su vez se pueden regular mediante el uso de determinadas pastillas. En otros casos, el alma humana (considerada inexistente por los enfoque psicológicos más vigentes), se reduce a una serie de programas mentales (a modo de una computadora), que si su portador no se adapta es porque se debe reprogramar mediante las diversas terapias, como si los humanos que sufren fueran máquinas averiadas. 

La reflexión antropológica, acerca de lo que es la persona y por lo tanto su psicología, suelen brillar por su ausencia y por eso es relevante traer este tipo de planteamientos a la Psicología clínica. Por lo que es urgente recordar a los psicólogos y a los psiquiatras que sus pacientes son seres humanos, iguales a ellos en dignidad y en constitución y que, por lo tanto, merecen ser tratados como tales, sin obviar ninguna de las dimensiones que le constituyen (corporal, mental y espiritual).

Os dejo aquí el programa de las jornadas mencionadas al principio de esta entrada, con el interés adicional de que la inscripción a las mismas es gratuita.




miércoles, 6 de febrero de 2013

¿QUÉ APORTA LA LOGOTERAPIA A LA INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA?

Viktor Frankl, el creador de la Logoterapia
 Comparto con vosotros este artículo divulgativo que he escrito para el número 132 de la Revista Bonding, de Psicoterapia Humanista Integrativa. En ella podéis encontrar artículos muy interesantes.


La logoterapia es una escuela de psicoterapia que se inicia su andadura en el siglo XX (años 40), con el psiquiatra judío y vienés Viktor Frankl (1905-1996). Viktor Frankl fue discípulo primero de Freud y después de Adler, pero en un determinado momento decide crear su propia escuela, porque las propuestas de ambos le parecen insuficientes...

Su escuela de Logoterapia se ha llamado la “Tercera escuela vienesa de psicoterapia”. La primera sería la de Freud y la segunda la de Adler. Viktor Frankl decide llamar Logoterapia a su método porque Logos es una palabra griega que se puede traducir por "sentido", "significado" o "propósito". Así que, la Logoterapia, centrará su atención en el sentido de la existencia humana, así como en la búsqueda del mismo por parte del hombre. Otro aspecto central de la Logoterapia es que en la misma se busca una visión integral de la persona, en la que se la ve como a un ser único e irrepetible, y en el que hay que tener en consideración que le constituyen diferentes dimensiones: la biológica, la mental, la social y la espiritual.

Frankl crea su propia escuela por su insatisfacción, primero con el psicoanálisis y posteriormente con otras escuelas psicoterapéuticas. Dicha insatisfacción surge porque los planteamientos, de las diferentes psicoterapias que conoce, le parecen modelos insuficientes para explicar y tratar la realidad humana. Siente que falta algo, que la idea de persona está incompleta en ellas, o dicho de otro modo, que su visión antropológica es parcial, porque esas diferentes escuelas psicoterapéuticas caen en visiones reduccionistas del ser humano (Frankl, 1987). Reducen a la persona a una de sus partes sin considerar al del hombre de una forma completa. Por ello, una de sus preocupaciones centrales es buscar una psicoterapia que abarque la realidad global del ser humano, sin reducirlo a un mapa que le simplifica en exceso.

Su inquietud por una antropología integral es común a la de muchas psicoterapias humanistas que surgen en torno a los años 60. Con la diferencia de que su propuesta está ya presente en los años 40.

Como vemos, hace un especial énfasis en la búsqueda de una visión global del ser humano, en la que nos propone que intentemos unificar los logros de cada una de las escuelas psicoterapéuticas existentes, pues en todas hay verdades parciales que se pueden integrar unas con otras (Frankl, 1999), para lograr así una visión más completa de la realidad de la persona. Dentro de su planteamiento está presente la idea de complementar otras psicoterapias con la Logoterapia, para que unas y otras se amplifiquen o complementen en una propuesta más amplia acerca de lo humano. Así que no es preciso ser logoterapeuta para poder integrar sus propuestas, dentro del ámbito de cualquier psicoterapia. La Logoterapia puede darnos un plan para la integración, pero también puede ser integrada dentro de otras propuestas humanistas existentes. Nos añade puntos de vista, que pueden ayudar a que nuestro quehacer psicoterapéutico tenga un horizonte más amplio.

Para integrar estas verdades parciales es preciso partir de una dimensión superior que nos aporte una perspectiva más amplia desde donde hacer la integración. Esa dimensión superior sería la específicamente humana (que para él tiene un componente espiritual). En ella y desde ella, se pueden integrar las demás dimensiones con una visión unitaria, para captar así la unicidad y la humanidad de la persona (Frankl, 1988). Además, esta visión de integración daría lugar a una nueva perspectiva, como consecuencia de la unión de las diferentes dimensiones, generándose una unidad en la multiplicidad, o bien, una unidad múltiple que definiría la existencia humana. Para mostrar su idea de un modo más claro Frankl propone lo que llama ontología dimensional, que nos muestra un planteamiento que nos ayudará a ir más allá de las psicologías que sólo ven un lado del ser del hombre (Frankl, 1987, 1999).

Esa ontología dimensional nos muestra gráficamente su propuesta de integración en psicoterapia, mediante lo que llama las leyes de la ontología dimensional:

1) La primera ley de la ontología dimensional nos dice que si sacamos un objeto (tridimensional) de su dimensión y lo proyectamos en dimensiones inferiores a la suya (dos dimensiones), nos encontramos con que toma formas que se contradicen entre sí. Por ejemplo, si se proyecta un cilindro abierto en dos planos diferentes, en cada uno de ellos se ven figuras cerradas (ver figura 1). En el plano vertical vemos, en esa proyección, una figura rectangular, y en el plano horizontal, vemos un círculo.



Figura 1

Cada perspectiva nos aporta una imagen diferente de un mismo objeto, con lo que nuestras conclusiones acerca de la misma, vistas desde un solo lado, pueden ser parciales y limitadas.

Esto es lo que suele ocurrir cuando se encuentran dos terapeutas de dos escuelas diferentes. Las realidades que captan de una misma persona son, con frecuencia, bastante distintas. Por ejemplo, imaginemos que un paciente ha estado primero en la consulta de un psicoterapeuta cognitivo-conductual y después en la de un psicoanalista. Cuando cada uno de los terapeutas nos hable del paciente escucharemos descripciones muy diferentes acerca de lo que le ocurre, sobre como tratarle, etc., llegándonos incluso a parecer, en algunos casos, que se nos está hablando de dos pacientes distintos. Seguramente ambas perspectivas nos muestren dos visiones posibles de la realidad, pero no hay que olvidar que están enfocadas desde diferentes ángulos. La tentación habitual, en estos casos, es tratar de captar quién tiene razón, en lugar de darnos cuenta de los elementos de verdad que puede haber en cada uno de los discursos. Lo malo es, que con frecuencia nos encontraremos con intensas discusiones entre miembros de diferentes escuelas para imponer el propio punto de vista, como verdad absoluta, sin escuchar la opinión del que lo ve desde otro lado.

En este caso, Frankl nos propone escuchar a ambos para adquirir una perspectiva más global, mediante la escucha de las verdades parciales. Pero para esto hay que asumir una nueva perspectiva, que necesariamente ha de ser más amplia que las anteriores.

2) La segunda ley de la ontología dimensional nos dice que si sacamos de su dimensión original (tridimensional) varios objetos y los proyectamos en una dimensión inferior a la original (dos dimensiones), podemos encontrarnos, desde esa perspectiva, una imagen parecida que puede confundirnos, haciéndonos pensar que objetos diferentes, son lo mismo (ver Figura 2).




Figura 2

Esto nos puede suceder, por ejemplo, en psicoterapia, en situaciones en las que la manifestación externa de un padecimiento psíquico es la misma. Podemos encontrarnos a dos pacientes que lloran con facilidad y concluir que ambos están deprimidos, pero es posible que en un caso haya una depresión y en otro un duelo, o un estrés postraumático, o un estrés agudo, o que simplemente esté sufriendo un padecimiento ocular que le produzca exceso de lágrimas. Lo mismo puede pasar con fenómenos de tipo psicótico, como es el caso de las alucinaciones. En general se supone que su base es orgánica, por un trastorno de la química o fisiología cerebral, pero se suele ignorar que pueden producirse por más causas: por alucinógenos, por síndrome de abstinencia, por estrés agudo o en ciertos cuadros disociativos (lo que se llamaba antiguamente “psicosis histérica”). Con el consiguiente daño para el paciente, que puede recibir una prescripción de antipsicóticos, sin necesitarlos.

Lo mismo ocurre cuando, en un estudio sobre los genes de diferentes especies, nos encontramos con coincidencias entre un humano y un orangután en torno al 98% del material genético. Desde la perspectiva de la genética somos casi iguales, pero si adoptamos otras perspectivas, ¿realmente somos tan parecidos?

Lo que nos quiere decir Frankl, mediante estas imágenes, es que el científico tiende a estudiar lo humano reduciéndolo a a fragmentos parciales, generando mapas que se convierten en lechos de Procusto. El lecho de Procusto es una alusión a la mitología griega. Procusto ofrecía posada a los viajeros solitarios. Les ofrecía tumbarse en un lecho, en el que mientras el viajero dormía lo ataba y amordazaba. Si el viajero era demasiado grande para el lecho, Procusto serraba lo que sobresalía. Quién era demasiado pequeño, para la cama, era estirado y descoyuntado para que encajara exactamente en ella. Esto puede suceder cuando queremos hacer que el paciente encaje a toda costa en nuestro modelo, de tal forma que lo que no se adecue al mismo lo ignoramos, como si no existiera; y si la realidad del paciente no cabe en nuestro “mapa”, forzamos nuestra interpretación, y “estiramos” los síntomas para que, finalmente, encaje en nuestra teoría.

Aparte de lo que supone esta ontología dimensional, para entender a la persona globalmente Frankl nos señala que tenemos que considerar, en esa valoración global, las diferentes dimensiones humanas: la biológica, la mental, la social y la espiritual. Para él lo espiritual sería la realidad más auténtica de la persona y la que pone en juego la libertad y la responsabilidad personal. Tanto la libertad como la responsabilidad se relacionarían con la “capacidad de decisión del espíritu” para hacer frente a los condicionamientos y las circunstancias personales (Frankl, 1987, 1988), posibilitando así el encontrar un sentido de la vida más en consonancia con quienes somos realmente, y no con lo que las circunstancias de la vida nos hayan impuesto. Es decir, que gracias a esa dimensión espiritual podemos hallar en nosotros un espacio para el desarrollo de nuestra propia libertad y sentido, que, a su vez, irían unidos al desarrollo de nuestra propia responsabilidad. La espiritualidad sería, para Frankl, la dimensión más esencial y genuina del existir, mostrándonos el camino para desarrollar el sentido mediante el cultivo de ciertos valores, que, en algunos casos, son más de tipo espiritual que material (como el amor, el altruismo, la creatividad, la autotrascendencia, etc.). Para Frankl, la búsqueda de un sentido y la orientación hacia unos valores son una ayuda ante cualquier conflicto, sobre todo si es de tipo existencial (destacando la importancia de intervenir en el mismo nivel que aquél del que surge el conflicto, pues sería un error, por ejemplo, el pretender tratar un conflicto espiritual recurriendo a tranquilizantes) (Frankl, 1987).

Así, lo espiritual nos abriría el horizonte a más posibilidades de sentido, ayudándonos a descubrir lo que es valioso en la vida. Siempre partiendo del respeto a la cosmovisión personal de cada ser humano, pues por ejemplo, hay personas que encuentran lo espiritual dentro de un contexto religioso y otras que lo encuentran fuera del mismo.

A modo de conclusión podemos decir que la Logoterapia nos aporta valiosas reflexiones y un modelo para la integración en psicoterapia, desde una perspectiva psicoterapéutica pluralista (integrando las verdades parciales) e integral (considerando las diferentes dimensiones del ser humano en una antropología más completa).


BIBLIOGRAFÍA

- Frankl, V.E. (1987). Psicoanálisis y Existencialismo De la Psicoterapia a la Logoterapia. México. Breviarios del Fondo de Cultura Económica: México.

- Frankl, V.E. (1988). El hombre en busca de sentido. Ed. Herder: Barcelona, 9ª edición

- Frankl, V.E. (1999). La idea psicológica del hombre. Madrid: Ed. Rialp, Biblioteca del Cincuentenario, 6ª edición