jueves, 22 de julio de 2010

¿PODEMOS CONTAR NUESTRA VIDA LOS PSIQUIATRAS?


A veces, en la consulta, o fuera de ella, me surge la pregunta de hasta donde es posible compartir aspectos personales de mi vida. Según me enseñaron en mi formación, como psiquiatra, es importante que preserve mi intimidad, y que no me dedique a contarles mi vida a mis pacientes. Algo bastante lógico y comprensible, pues los pacientes vienen a la consulta para ser escuchados, comprendidos, ayudados y no para que les cuente mis propias batallitas…

Pero hoy y más veces, me han dicho algunas personas, que lo que más les gusta o ayuda, por ejemplo, de mi blog, es cuando cuento experiencias personales. Eso mismo me ha ocurrido en momentos de mi vida, en los que contar algo personal a un amigo o conocido, le ha resultado de ayuda para resolver un problema suyo. También algunos pacientes, se han mostrado muy agradecidos cuando les explico algo con algún ejemplo de mi propia vida, o les transmito alguna anécdota vital, o simplemente les cuento a donde me voy de vacaciones.

Otros, sin embargo, sienten una curiosidad insaciable por intentar saber de cuestiones personales, que me parece que no debo alimentar, pues mi atención en una consulta ha de ponerse en ellos. Además, podríamos derivar la consulta a una charla de café o de mero intercambio de intimidades, sin una finalidad determinada o fomentar una vena malsana cotilla…

Otra pega que le veo a esto de contar temas personales, es que si un terapeuta es de una u otra religión o ideología política, ¿hasta donde puede hablar de esto sin que parezca que quiere inculcarle nada a su paciente?

Hay escuelas, como el psicoanálisis, que hacen énfasis en una excesiva neutralidad y distancia del terapeuta, para con el paciente, para que dicho paciente deje volar la imaginación, sobre quién es el terapeuta y así nos de pistas de por donde va su mente. Pero esto deriva en situaciones, como una vivida por mí en mis tiempos de residente, en la que fui fuertemente amonestada por una psiquiatra experimentada y psicoanalista, por permitir que una paciente me diera dos besos afectuosos, al verme. Mi respuesta fue que a ver si pretendía, que según se me acercaba la paciente le diera un empujón para evitar el contacto físico con ella. ¿No es un poco exagerado esto? Por eso, a casi todos mis pacientes, les saludo o dándoles amablemente la mano o con dos besos, como una muestra de igualdad y cercanía. Por ahora creo que nadie se ha visto perjudicado por esto y es más, más de uno me lo agradecido. Si me equivoco, que por favor alguien me corrija!! O si alguno de mis pacientes se siente molesto con esto ¡que lo diga!!

De ahí, que me surja la pregunta, de hasta donde debo mostrarme o manifestarme. Pues sé, que hay ciertas experiencias de mi vida que pueden ayudar a otros, incluso las dolorosas o difíciles, que he podido superar. Además, el hecho de mostrarme tal cual soy, sin máscaras o poses falsas, también añade naturalidad a la relación humana. Carl Rogers habló hace años de la “autorrevelación facilitadora”, que se refiere a que el terapeuta cuenta alguna experiencia de su propia vida, que ayuda al paciente a darse cuenta de que es comprendido por aquél. Otros terapeutas han escrito libros con sus propias experiencias e incluso crisis personales, como ha sido el caso de Viktor Frankl o Carl Gustav Jung. Estas vivencias han sido de ayuda a muchas personas, pues han dado claves, en primera persona, sobre como enfrentarse a las dificultades o sufrimientos de la vida…

La pregunta del millón es ¿hasta donde se pueden contar las “cosas” propias? Y ¿cuál es el fundamento científico en el que se apoya la indicación de no contar casi nada?

viernes, 9 de julio de 2010

¿HAY QUE RESPETAR SIEMPRE A LA AUTORIDAD?

Recientemente leía en algún sitio, que los niños superdotados no tienen respeto a la autoridad, si ésta no apoya sus argumentos en razonamientos profundos. Algo bastante razonable y lógico, y me parece que esto no les sucede única y exclusivamente a los superdotados, aunque evidentemente hay que tener un mínimo de inteligencia para rebelarse contra el liderazgo irracional.

La pregunta que me surge, a partir de este dato de los superdotados, es por qué la gente asume los argumentos de las figuras de autoridad, sin someterlos a una valoración crítica. Con frecuencia, el ser humano actúa movido por motivaciones irracionales y egoístas, que afectan tanto a los líderes como a sus súbditos. A esto se suma, que el ser líder se puede subir a la cabeza, en personas acomplejadas, que por perder perspectiva y estar poseídos por la soberbia, pueden abusar aún más de otros, por considerarse infalibles. Y si esto es así, ¿por qué la gente aguanta tantas cosas?

Muchas personas consideran que es más fácil no protestar por nada, porque así son más buenos, les pagarán más, conservarán su puesto de trabajo, porque es mejor no dar problemas, etc. Pero precisamente el consentimiento pasivo de actitudes abusivas, lo que hace es que quién consiente se convierta en cómplice de las injusticias. Por eso, me parece que una motivación para cuestionar figuras de autoridad ineficaces, es luchar contra las injusticias, que si le afectan a uno, lógicamente afectarán posteriormente a quienes vengan detrás. Pero esta visión no es políticamente correcta. Lo mejor es ser conformistas, hacer lo que hacen todos, decir amén a cualquier pauta establecida, solamente para no invertir un ápice más de energía en la propia existencia. Sin darse cuenta de que así, precisamente se consume más energía vital, pues uno prostituye sus propios ideales y principios. Después viene la depresión, el vacío existencial y la búsqueda de una medicación que adormezca la conciencia, sin esfuerzo, sin modificar nada. Así se fraguan muchas crisis. Desde un conformismo y una pasividad acomodaticia, basada en temores irracionales infantiles, inseguridades, conformismos varios.

He visto hace unos días la película “Caballero sin espada” de Capra. En ella, se ve como un ser humano, pelea hasta el límite de sus fuerzas por defender sus ideales. A la vez, se puede ver en la misma, como funcionan las actitudes de diferentes chantajistas y corruptos que pretenden desanimarle y asustarle en su lucha. Así ha sido muchas veces.

Yendo a una realidad inmediata, tenemos el ejemplo de un religioso en Perú, que será expulsado del país, por defender los derechos de los indígenas del Amazonas. Es decir, el gobierno peruano, decide expulsar a un señor que lucha por ayudar a personas del país. ¿Desde cuándo es esto un delito?

Podría poner ejemplos de estos desatinos humanos hasta la saciedad, pero no quiero aburrir a los lectores, que se asomen por aquí.

Por último, apelo a la inteligencia de todos, superdotados o no, para luchar por nuestros ideales, estén o no de acuerdo las autoridades. Llegar a tener un puesto de autoridad no es una garantía de tener sabiduría, tal vez sí de tener habilidades para “trepar” por los entresijos del sistema. La idea de autoridad, debería ir más ligada a la idea de autoridad moral o de sabiduría, como ya expresé en una entrada anterior. Por mi parte, sí estoy dispuesta a respetar la autoridad de los verdaderos sabios, aunque no siempre los entienda. Hay personas que inspiran y dan confianza, sin demasiados argumentos o razonamientos profundos, y hay personas con muy buenos razonamientos profundos, que no inspiran confianza. Así que, superemos a los superdotados y no pidamos solamente esos razonamientos, sino fuerza interior, sabiduría, coherencia, humildad, ecuanimidad o como mínimo honestidad y amor al prójimo.

Me parece, que más allá de la inteligencia, la fuerza espiritual y humana de las personas es más digna de inspirar confianza y de darnos una dirección más válida, para superar las crisis o para dejarnos guiar en nuestras vidas cotidianas. Y si no tenemos un sabio cerca (pues escasean), apelemos a la sabiduría y sentido común interiores, o al menos luchemos por cultivarlos en nosotros mismos.

miércoles, 7 de julio de 2010

¿SIRVE DE ALGO EL BUEN HUMOR?

Todos hemos experimentado, en algún momento de nuestras vidas, los efectos beneficiosos del buen humor y el alivio que puede suponer que alguien nos haga reír en un mal momento. Por esta razón, me parece importante, que como terapeutas, nos planteemos la pregunta, de hasta donde podemos influir en el humor de los pacientes, para que se sientan mejor.

Las personas con buen humor tienden a enfermar menos en general (física y mentalmente). ¿Quiere decir esto que el sentido del humor puede tener un efecto protector sobre nuestra salud? Y si es así, ¿podríamos afirmar que potenciar el humor puede ayudar a mantener o recuperar un buen estado de salud? Hay diversos estudios en los que se afirma que los pacientes hospitalizados se recuperan antes, cuando son capaces de considerar con humor su situación. El humor también facilita las relaciones de los pacientes con el personal hospitalario (1).

Estudios actuales apuntan a que hay una estrecha relación entre la risa y las endorfinas. El hecho de reír produce una relajación generalizada que favorece la producción de endorfinas, supone un alivio físico y psíquico a un tiempo. Las endorfinas favorecen una recuperación más rápida de las enfermedades (pues están estrechamente relacionadas con el sistema inmune), tienen efecto antidepresivo y ayudan a mantener la salud. Además, es de destacar su importante acción como mediadoras en el efecto placebo, cuya eficacia ha sido demostrada para el alivio de dolores diversos, padecimientos psíquicos (el 40% de los enfermos con depresión tratados con placebo mejoran), etc. (1, 2, 3, 4, 5). Hay endorfinas cuyos efectos son más potentes que los de la morfina, sin sus efectos secundarios. Las endorfinas tienen un importante papel neurotransmisor en el sistema nervioso central. Se ha comprobado su gran capacidad de despolarizar las membranas celulares, lo cual disminuye el impulso nervioso (2) y por lo tanto la irritabilidad o excitabilidad de las neuronas, que puede llevar a tener más ansiedad u otras alteraciones psíquicas o psicosomáticas.

Una actitud positiva ante la vida y el sentido del humor implican una bioquímica equilibrada, y esto contribuye a que el funcionamiento neuroendocrino del organismo sea más adecuado. En un estudio se pudo observar que la risa reducía los niveles de hormonas de estrés (6). Lo cual contribuye a la larga a una mejor calidad de vida (7).

¿No es cierto que la risa aleja al miedo, a la tristeza o a la preocupación? ¿De dónde sino viene esa manía popular de contar chistes? El chiste produce una ruptura presentando una solución imprevisible y sorprendente, fuera de toda lógica, el humor rompe la linealidad del pensamiento lógico. El humor ayuda a que nos desbloqueemos psicológicamente.

Freud defendía el sentido del humor como un mecanismo de defensa más sano que otros, y afirmaba que éste solían utilizarlo las personas más inteligentes. Para Freud el ingenio sería una subcategoría de lo cómico, una manera juguetona de abordar la realidad, por el descubrimiento de semejanzas y conexiones ocultas, por un mecanismo similar al que genera los sueños. Los chistes y los sueños cumplirían así una función psicológica básica de hacer emerger del inconsciente los contenidos reprimidos con diversos disfraces. Siendo así, una fuente de gratificación sustitutoria o una vía de hacer realidad un deseo: “El ingenio nos ofrece los medios para superar las restricciones y alcanzar fuentes de placer de lo contrario inaccesibles”. Así proporciona una vía para rebelarnos contra la autoridad, el miedo a la homosexualidad o incluso contra la razón, entre otros temas que son fuente de temor (8).

La risa es buena para la salud, así como tomarse las cosas con buen humor, positivamente y sin proyectar negatividad. Estos factores ayudan a tener una vida más plena.

Bibliografía:

1) Lawson, J.; Endorfinas. La Droga de la Felicidad; Ediciones Obelisco, Barcelona, 1990

2) Myers, D.G.; Psicología; Editorial Médica Panamericana, Buenos Aires, 1988.

3) Terenius, L.; From opiate pharmacology to opioid peptide physiology; Ups J Med Sci; 2000; 105 (1): 1-15.

4) Brody; H.; The placebo response. Recent research and implications for family medicine; J Fam Pract, 2000, Jul; 49 (7): 649-54.

5) ter Riet, G. y cols.; Is placebo analgesia mediated by endogenous opioids? A systematic review; Pain, 1998, Jun, 76 (3): 273-5.

6) Berk, L-S. y cols.; Neuroendocrine and stress hormone changes during mirttful laughter; Am J Med Sci, 1989, Dec; 298 (6): 390-6.

7) Hulse, J.R.; Humor: a nursing intervention for the elderly; Geriatr Nurs, 1994, Mar-Apr; 15 (2): 88-90.

8) Freud, S. ; El chiste y su relación con lo inconsciente; Alianza Editorial, Madrid, 1980.