lunes, 9 de junio de 2025

¿SE PUEDE SUPERAR EL NARCISISMO?

 

    La mayoría de los discursos imperantes hoy en día sobre la cuestión del narcisismo, están centrados en la demonización y exclusión de las personas narcisistas, sin que lleguen a matizarse muchas cosas, cerrando cualquier posibilidad a su mejora o transformación. Sin pretender negar en absoluto el grave daño que puede hacer a otros alguien que padezca un narcisismo patológico, o quien tenga conductas de tipo narcisista, considero que es preciso ser prudentes con diagnósticos precipitados o con sentencias que condenan al ostracismo perenne a quienes lo padecen, rompiendo cualquier esperanza de cambio cuando sea posible.

    En primer lugar sería preciso hacer una clara diferenciación entre lo que es un trastorno narcisista de la personalidad y los síntomas o comportamientos narcisistas que no llegan a la gravedad de este trastorno, y que pueden darse en muchas personas con diferentes intensidades. Además, dentro de lo que llamamos trastorno narcisista de la personalidad, también podemos considerar que se dan grados de gravedad.  

    El trastorno de personalidad narcisista o narcisismo patológico sería una forma cristalizada y estable del narcisismo y se cumplirían una serie de criterios diagnósticos (al menos 5) que pondrían de manifiesto en quienes tienen un "Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos" (DSM-5, p. 365) y con al menos 5 síntomas de los que se enumeran en el DSM-5Para llegar a un diagnóstico de narcisismo es necesaria la evaluación de un experto en salud mental que sepa de narcisismo. No es un diagnóstico que deba ponerse a la ligera y menos ante lo que nos parezcan malos comportamientos y egoísmos de otros. Pues no todo mal que puede llevar a cabo un ser humano responde a una etiqueta psiquiátrica.

    Pero el tema en el que quiero centrar hoy mi escrito parte de mi grata sorpresa ante lo que me ha comunicado un lector de mis libros, que pone de manifiesto la posibilidad de "despertar" del narcisismo, para emprender un cambio hacia una mejor manera de estar en el mundo. Desconozco cuál ha podido ser su grado de narcisismo, pero lo importante es lo que plantea, poniendo de manifiesto su clara intención de salir de ello. Ojalá su mensaje sirva de inspiración y ejemplo a quienes viven atrapados en dinámicas narcisistas y para los que no crean en la posibilidad de cambio


Hola Maribel. Mi nombre es X y tengo 61 años. He leído sus dos libros, "Liberémonos del narcisismo" y "Más allá del narcisismo espiritual", por recomendación de un conocido suyo. Su lectura me está ayudando mucho en el proceso de autoconocimiento que inicié cuando tenía 30 años, tras una ruptura matrimonial. Sin embargo, más que darme luz, me servía para calmar mi conciencia (de ello comienzo a darme cuenta). Hace dos años volví a ese proceso de autoconocimiento, forzado por una experiencia de ruptura provocada por una actitud que ahora puedo nombrar gracias a sus libros. Reconozco en mí muchos de los rasgos narcisistas que describe en ellos. Me genera dolor reconocerlo porque veo que estos rasgos han condicionado muy negativamente mis experiencias de relación. Al mismo tiempo, hay algo dentro de mí que me dice que, a pesar del dolor, es una fase que debo pasar. La búsqueda, quiero pensar, genuina de trascendencia, me está ayudando a descentrarme de mí, verme de manera muy diferente y, sobre todo, "ver" a los demás por primera vez. Hace poco experimenté cuán importantes eran las personas que pasaban a mi lado, ¡existían¡ Aunque ando bastante desorientado, sobre todo por no saber cómo reparar el daño hecho especialmente a una persona supuestamente "querida" por mí, tengo la esperanza de que esta nueva fase "tardía" me transforme interiormente hacia algo más auténtico y, sobre todo, más libre. Gracias por ayudarme a descubrirlo


Si bien es cierto que es más fácil superar "rasgos narcisistas" que un trastorno narcisista de la personalidad, mensajes como este ponen de manifiesto que las personas pueden hacerse conscientes de sus errores y rectificar. En un mensaje posterior, esta persona refiere que le ha ayudado a despertar la "reacción total de rechazo" por parte de alguien con la que convivió más de 10 años y con quien le "unía un fuerte vínculo de amistad". Hacerse consciente del daño provocado y del desconcierto causado ha sido parte de lo que le ha servido para iniciar su transformación y leer sobre narcisismo le ha ayudado a poner palabras a parte de sus dinámicas equivocadas.


También considero importante las siguientes reflexiones de la misma persona, y que quizás puede ayudarnos a muchos a reflexionar acerca de las actitudes que estamos promoviendo con respecto a los comportamientos narcisistas: 


Te agradezco también la “compasión” que se desprende en aquellos apartados del libro en los que te pones en el lugar o intentas entender, en la medida de lo posible, a los que nos identificamos con este tipo de personalidad, adquirida más por heridas del pasado que por el simple deseo de hacer daño a las personas que nos rodean. Con ello no estoy justificando actitudes de abuso y violencia psicológica de las cuales me arrepiento, sino intentando entender por qué he actuado en el pasado así. Espero que este proceso me ayude a tener relaciones más maduras en el futuro. Me ayuda también a ver que mis rasgos narcisistas están presentes en todos mis hermanos, ya que veo un nexo común en nuestra historia familiar. En este sentido, esa identificación me está ayudando a tener más empatía hacia ellos al ver que podrían haber sufrido carencias afectivas similares a las que yo experimenté en mi infancia y adolescencia. Esto es algo que estoy empezando a descubrir…


Me parece importante tomar en consideración testimonios como este y desde ya felicito a su autor y le animo a seguirse liberando de la trampa narcisista. ¡Mucha suerte en tu camino y gracias por tu aportación! 


Por otra parte, debemos pensar que si el narcisismo viene con frecuencia condicionado por traumas y heridas del pasado. ¿Es correcto condenar y demonizar sin empatía a quienes lo padecen? ¿No estaremos combatiendo el narcisismo de una manera narcisista que no da ningún lugar a la posibilidad de que algunas personas puedan lograr salir de él?


Os invito a reflexionar al respecto, a la vez que el ser conscientes de las dinámicas narcisistas de otros nos permitan protegernos de las conductas abusivas y rechazarlas, como quién ayudó a despertar a quién me ha escrito. Como sociedad estamos condenados al fracaso si solo demonizamos a quienes se equivocan y no alentamos la posibilidad de cambio, siempre y cuando el otro esté dispuesto a planteárselo o a pasar por una psicoterapia que le resulte de ayuda, en caso de ser necesario. A los mismos profesionales de la salud mental nos parece muy difícil el cambio de personas así y muchas veces imposible, pero no debemos cejar en el empeño de desarrollar tratamientos y de alentar la reflexión ante la posibilidad de salir de ello. En ciertos casos parece que sí es posible.


* Nota: la publicación del testimonio cuenta con el consentimiento de su autor.





martes, 12 de diciembre de 2023

¿PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES (PAS), ALTAMENTE SUSCEPTIBLES, ALTAMENTE NARCISISTAS O ALTAMENTE TRAUMATIZADAS?


     Imagen de Pixabay.

La etiqueta PAS (que significa normalmente “Personas Altamente Sensibles”) parece estar de moda. Son muchos los que hoy día reivindican su alta sensibilidad como parte de su identidad, su forma de funcionamiento, o como parte de sus características personales. Lo que lleva a una gran confusión dado que muchas personas con ciertas problemáticas psicológicas tienen a identificarse con esta etiqueta para encubrir sus problemas o compensarlos de algún modo, como trataré de explicar a continuación.

La etiqueta PAS es un constructo desarrollado por Elaine Aron[1] que puede ayudar, en ciertos casos, a que algunas personas se comprendan mejor a sí mismas o se validen de mejor modo, cuando se identifican con las características de este. 

Según Aron, la alta sensibilidad es un rasgo de la personalidad[2], lo que es diferente de SER solamente “Persona altamente sensible”. Es decir, que tener alta sensibilidad representa una parte de la forma en la que una persona experimenta la realidad, pero no es todo lo que ocurre dentro de ella. 

La alta sensibilidad del constructo de Aron tiene cuatro elementos[3]

- Profundidad de procesamiento: que tiene que ver con ahondar más en los pensamientos en relación con las experiencias que se tienen.

- Facilidad de sobreestimulación ante los estímulos que se reciben.

- Alta emocionalidad y empatía. 

- Sensibilidad sensorial ante lo sutil: se captan con los sentidos detalles que otros no perciben.


Que la etiqueta PAS sea un constructo, lo que significa que es una construcción teórica para entender un problema determinado[4]. Crear un constructo supone crear una abstracción, una imagen ideal o prototípica de una realidad para comprenderla mejor, pero no implica que en sí sea una realidad que existe por sí misma que sea identificable, como lo son los objetos. Es importante tener esto en cuenta para darnos cuenta de que no hemos de caer en la identificación con algo que es solo una construcción teórica. A veces, cuando se crea un concepto que define algo de lo que sucede en la realidad, ocurre que alguien puede identificarse con ello para tener la sensación de que ya sabe algo acerca de quién es o de lo que le pasa (ocurre lo mismo con los diagnósticos de ciertos trastornos mentales que son constructos). 

Hay que tener en cuenta que la identificación con un aspecto parcial de uno mismo, es parte de lo que nos impide descubrir con realismo quienes somos. Es decir, que aferrarnos a una etiqueta, del tipo que sea (positiva o negativa), nos puede alejar de percibirnos de una forma más global.

Desde que Aron creó el concepto PAS esta “etiqueta” ha resultado útil a muchos para comprenderse mejor a sí mismos, o para aceptar una parcela de sí que no siempre ha podido resultarles fácil de encajar en un mundo en el que la máscara de la fortaleza, la autosuficiencia e incluso la de la insensibilidad se ha vendido mejor, en ciertas épocas en las que ser “duros” era más popular por ciertas modas emocionales. Aunque es curioso que, en la actualidad, lo que antes era un defecto: “ser sensible”, hoy día parezca ser una virtud de la que se ha de presumir y exhibir públicamente. Mirad, para comprobarlo, en las redes sociales, y veréis a muchas personas haciendo gala de lo PAS o de lo super-PAS que son.




Imagen de Pixabay.


Ahora que ser PAS se va normalizando, e incluso se va mostrando como un logro, de repente son muchos quienes se apuntan a la “moda PAS” identificando con una etiqueta que parece mostrar lo superiores o estupendos que son (no siempre es así, solamente señalo ciertos casos que me parecen más exagerados). Por otra parte, a poco que sepamos observar, es curioso que muchos que se autodenominan PAS, más que mostrar una alta sensibilidad, lo que exhiben es una alta susceptibilidad. Creo que las “Personas Altamente Susceptibles”[5] podrían necesitar una etiqueta aparte. Quienes se llaman a sí mismos PAS por todo lo que les afecta de forma exagerada llegan a olvidad que vivir con alta sensibilidad también afecta a percibir de manera también intensa los aspectos positivos de la vida.

Por otro lado, parece existir también una moda que podríamos llamar “anti-PAS” de muchos que se dedican justamente a lo contrario, a burlarse y a descalificar sistemáticamente a quienes hablan de PAS o de sensibilidad, acosando y despreciando a quienes encuentran un sentido en esta etiqueta. 

Me parece que tanto en la “moda PAS” como a la “anti-PAS” se están poniendo de manifiesto varios elementos de tipo narcisista de algunas personas. El narcisismo tiene que ver con la identificación arrogante con ciertos atributos personales de los que se pretende extraer privilegios, un trato de favor y en definitiva una superioridad frente a otros. Esto es fácil verlo en algunos seguidores de la “moda PAS”. Por otra parte, el narcisismo, al tener que ver con actitudes de superioridad, también puede llevar a la crítica cruel y descarnada de lo que no se comparte, que se llega a mirar con desprecio y, descalificándose para seguirse colocando uno en una posición de superioridad. Este síntoma se puede ver más bien en quienes están en la “moda anti-PAS”. 

En el caso de todos los que se suben al carro de la “moda PAS” o de la “moda anti-PAS” para llamar la atención de otros, conseguir más likes en redes sociales o sentirse más especiales, quizás habría que hablar más bien de personas PAN: “Personas Altamente Narcisistas”. 

En los casos en los que identificarse como PAS está más ligado a ser altamente susceptibles, o a un victimismo interminable ante la incomprensión de otros, es posible que tuviéramos que hablar de PAT: “Personas Altamente Traumatizadas”. Quienes viven sin resolver ciertos traumas emocionales arrastran una gran carga de sufrimiento, de irritabilidad y de sensibilidad altamente negativa a estímulos adversos (sin sentir con la misma intensidad los estímulos positivos). Esta situación puede llevarlos a identificarse como PAS, por tener en común algunos elementos del constructo llamado PAS. Uno de los problemas de los constructos que definen un fenómeno desde ciertas manifestaciones externas, sin analizar en profundidad sus causas, lo que puede llevar a que muchos se identifiquen con estos constructos porque en algo se ven reflejados e identificados, sin ser conscientes de que están ante una idea que es abstracta. Es decir, que algo que existe como concepto o como constructo, define una parte de la realidad desde algunas manifestaciones externas, pero no se refiere a algo que exista necesariamente como una entidad o como una realidad objetiva. El constructo PAS solo hace referencia a una serie de experiencias subjetivas que puede tener que ver con fenómenos diversos: ser altamente sensible, ser altamente susceptible, estar traumatizado, ser narcisista, etc. Recordemos que se trata de un rasgo o de una parte de la personalidad, no de toda la personalidad alguien. 

Además, podemos darnos cuenta de que el nivel de superposición de manifestaciones entre quienes se podrían identificar como “sensibles”, con otros fenómenos humanos, puede ser alto. Es decir, que “ser sensible” en ciertos aspectos de la vida, puede estar asociado con diferentes fenómenos, algunos muy valiosas, que permitirían vivir con más intensidad ciertos aspectos de la vida (buenos y malos), en otros casos tendrían que ver con heridas emocionales o traumas que hacen vivir muy a flor de piel lo que a uno ocurre (sintiéndose mejor si eso que a uno le pasa se identifica con una etiqueta como PAS), o bien con una necesidad de aprobación y de atención constante a la vez que una gran susceptibilidad que lleva a quererse identificar con una etiqueta que a uno le haga sentirse importante (como ocurre con quienes padecen narcisismo).

En la siguiente imagen podemos ver una representación de cómo la alta sensibilidad puede referirse a experiencias distintas que podemos interpretar de un modo erróneo si solo las vemos desde la alta sensibilidad:





Imagen de elaboración propia.



Buscando información sobre esta cuestión, me ha llamado la atención que hay muy poco publicado sobre lo que planteo, a nivel académico. Aunque hay numerosas publicaciones científicas sobre el constructo de alta sensibilidad, solo he encontrado una publicación académica[6] que relaciona la alta sensibilidad con el narcisismo y otra que la relaciona con el estrés postraumático[7].

Como vemos hay autores que apuntan las posibilidades que estoy planteando, que creo que han de ser clarificadas en mitad de tanta confusión con el constructo PAS, con sus férreos defensores y sus vehementes detractores. Lo que sí parece claro es que necesitamos más reflexión rigurosa ante un fenómeno que, en ciertos casos, parece que se nos está yendo de las manos y causando problemas que los profesionales de la salud mental hemos de abordar desde la mayor seriedad posible.



[1] Aron, E. (2006). El don de la sensibilidad. Ediciones Obelisco.

[2] Información obtenida de la página de PAS España: https://pasespana.org/alta-sensibilidad/

[3] Idem.

[4] Definición de la RAE de la palabra “constructo”, obtenida en www.rae.es

[5] Es interesante lo que se dice en este post, que también relaciona PAS con la alta susceptibilidad: https://locosdeamor.org/2022/05/22/personas-altamente-sensibles-o-altamente-suceptibles/

[6] Jauk, E., Knödler, M.,  Frenzel, J., &  Kanske, P. (2023).  Do highly sensitive persons display hypersensitive narcissism? Similarities and differences in the nomological networks of sensory processing sensitivity and vulnerable narcissism. Journal of Clinical Psychology, 79, 228254. https://doi.org/10.1002/jclp.23406

[7] Suuberg, Alessandra, Comparing Neural Correlates of High Sensory Processing Sensitivity and Post-Traumatic Stress Disorder (July 14, 2017). http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3002629

miércoles, 18 de octubre de 2023

¿VÍCTIMAS O VERDUGOS?


Las personas traumatizadas pueden adquirir permanentemente una identidad de víctimas, lo que les hace vivir desde un dolor que les lleva incesantemente a buscar la justicia reparativa buscando culpables. Entonces querrán hacer justicia con la idea de que esta actitud arreglará sus males, agrediendo muchas veces a otros por sus ideas "justas" y sintiéndose legitimadas por su dolor. Así generarán nuevas víctimas y serán agentes transmisores del mal que las ha dañado.

Ojalá, la consciencia de la propia herida traumática hiciera a cada uno responsable de sí mismo y de no seguir perpetuando el mismo mal que generará más víctimas. Cuando una víctima se convierte en justiciera, cegada por su dolor puede causar mucho mal a otros.

Es paradójico que la persona afectada por el virus del mal es la que más posibilidades tiene de transmitirlo. Lo que no quiere decir que no haya otros factores que provocan mal en el mundo. Obviamente hay personas que actúan como depredadores, o que solo conciben un mundo en el que solo es posible elegir el bando de los depredadores o de las víctimas, y optan por el primero para no sentirse más débiles. Estas formas de vida son instintivas y nos reducen a la dinámica de los animales más salvajes y ponen también de manifiesto las actitudes narcisistas y psicopáticas de muchos.

Pero, dada nuestra dimensión humana, al menos latente en todos nosotros, es posible apelar a la fortaleza del bien en nuestro interior, para cultivarlo y estimularnos a adquirir actitudes más responsables en pos del bien de todos. Es fácil quedarse anclados en el victimismo y aporta al menos la rentabilidad de la autoimportancia, pero finalmente es algo que aniquila la propia identidad, destruyendo o eclipsando nuestro propio valor, puesto que dejamos de cultivarlo cuando nos identificamos con algo falso y cuando buscamos fuera de nosotros la causa de todos los males. 

Quizás, el darnos cuenta de nuestra dimensión herida, puede hacernos más conscientes de la herida de los demás y actuar con actitudes más compasivas y comprensivas, lo que no quiere decir que no se pongan límites a las conductas destructivas y dañinas. Quizás sea más eficaz hacerlo desde actitudes más sabias.

Considero que, en cierta medida, todos somos responsables de reparar nuestras heridas por los males que hayamos sufrido. Si solo buscamos culpables seremos los nuevos verdugos en pos de la justicia y aumentaremos el peso del mal en el mundo. ¿Podemos llegar a dejar de ser transmisores del mal para lograr ser agentes de paz? ¿Será posible?

Y he de aclarar que no niego diferentes factores para la ayuda a las víctimas, ni que haya que combatir las injusticias, solo me estoy focalizando en algo a lo que normalmente no se le da mucha atención: a que el dolor de las víctimas no les ciegue y les haga buscar la justicia y la reparación de una manera injusta.

*Imagen: "La mujer y la paloma unidas" de Picasso.


jueves, 13 de julio de 2023

MANIPULACIONES SUTILES, ¿QUÉ SON Y CÓMO PROTEGERNOS DE ELLAS?




Después de un tiempo sin escribir en este blog, me animo a compartir algo que quizás os resulte de interés, dado que veo que es motivo de sufrimiento para muchas personas y creo que es un tema del que es importante hacernos conscientes, para cuidar nuestra salud mental y para decidir con quién y cómo nos queremos relacionar.

Las manipulaciones psicológicas más burdas o directas son fácilmente detectables, como cuando se sufren amenazas, chantajes emocionales, o insultos. Pero, en general, somos mucho menos conscientes de las manipulaciones sutiles, que son las que aparecen muy camufladas. Incluso nos cuesta creer que sean ciertas, por lo soterradas que son. Y, muchas veces, quién las hace puede no darse cuenta de sus dinámicas y  confundirlas con formas “normales” de conseguir lo que quiere. Hay quienes creen que “el fin justifica los medios”. Incluso, los fines relativamente nobles como el lograr tener amigos, pueden hacerse desde estrategias manipulativas causadas por la inseguridad en sí mismo de quien las pone en práctica, o por la falsa creencia de que hace falta “hacer algo” para que otro te quiera y ganarse su amistad. Y, de acuerdo, todos podemos “hacer algo” para relacionarnos positivamente con otros, en el sentido de expresarnos, comunicarnos, mostrarnos, etc. Pero no podemos “hacer algo” para empujar una amistad a nuestro favor, o para tirar de otros para que encajen en nuestros planes o en la necesidad de cubrir vacíos afectivos, egoístamente.

El captar las manipulaciones sutiles puede ser bastante difícil, dado que pueden esconderse detrás de muchas máscaras y que se hacen de formas ocultas e indirectas. Pero tener unos pocos datos para poner atención, en no dejarnos llevar a donde no queremos ir, es fundamental para elegir bien cómo relacionarnos y con quién queremos hacerlo. Por ello, es útil ser conscientes de cuáles son las características de las manipulaciones sutiles, para no dejarnos arrastrar por ellas y aprender a ponerles límites para encontrar una forma de relacionarnos más auténtica y libre. 

En este post quiero señalar las manipulaciones sutiles más frecuentes, para ayudaros a estar atentos y no dejaros manipular fácilmente. El primer paso para impedir una manipulación es identificarla. Aquí tenéis algunas de ellas:

1) Recibimos adulaciones o halagos por parte de alguien que no conoce mucho de nosotros. En general esto se hace para generar una sensación de bienestar con esa persona, que así intenta ganarse nuestra confianza.




2) Se nos hacen manifestaciones de demasiado interés o “cariño” para el nivel de relación que se tiene.

3) En situaciones en las que nos encontramos con ofertas de ayuda “desinteresada” que luego no es así (se espera algo a cambio). En estos casos se nota que la persona está a la espera de algo después de la ayuda: ¿amistad?, ¿otra ayuda? También veremos su frustración cuando no le correspondemos o agradecemos en la medida que esa persona espera. Si está esperando algo de nosotros por ayudarnos podemos pensar que hay manipulación a algún nivel.

4) Nos hacen preguntas demasiado personales (normalmente con el fin de indagar en nuestras necesidades y/o vulnerabilidades) que dan poder a quién consigue esta información).

5) Cuando alguien trata de simular los mismos hobbies/intereses, para generarnos sensación de familiaridad.

6) Cuando nos encontramos con alternancia entre mucha atención y desatención súbita y/o entre amabilidad y frialdad.

7) Cuando se nos hacen comentarios no pedidos para mejorar nuestro aspecto: apariencia física, ropa, peinado. O bien, sobre otras amistades o parejas, señalándose limitaciones o defectos de ellos enfocados en aspectos superficiales indicándose posibles aspectos negativos de ellos (muchas veces para que quién lo hace se sienta por encima de ellos, o para generarnos algún malestar con respecto a ellos).

8) Intentos indirectos de controlar: nuestras relaciones, intereses, horarios, forma de vestir, preferencias, gustos, etc., pues se nos indica qué ha de ser lo “correcto”.

9) Se nos cuentan cosa demasiado íntimas al inicio de una relación. A veces con demasiado énfasis en dificultades, problemas (para explotar el papel de víctimas). Otras centrándose en logros, éxitos o méritos (para generar admiración o sentimientos de inferioridad). Pueden darse alternancia entre unas y otras.

10) Nos transmiten que hemos de estar a su disposición cuando ellos quieren o necesitan, pero no están disponibles cuando tú lo necesites (están ocupados, con cosas importantes que hacer, etc.). 

11) Hacen comentarios pasivo-agresivos, intentando hacerte ver que otras personas son más válidas, eficaces o valiosas que tú, en algo que previamente has compartido con esa persona. Otra forma de actitud pasivo-agresiva sucede cuando generan silencios incómodos cuando hablamos de algo que nos importa, o bien no se presta demasiada atención a situaciones que les contamos y que nos resultan importantes. Cuando lo señalamos, la otra persona promete o afirma que sí le interesa o importa (pero por los hechos vemos que no es cierto). Con esto se logra generar inseguridad, desconcierto, o sensación de que la vida propia es irrelevante.

12) Ignoran cosas importantes para ti, les quitan valor y no tienen en cuenta necesidades o deseos tuyos, por resultarles “pequeñeces”. Incluso te hacen dudar de ti cuando hay algo en lo que tengas preferencia. En este caso la manipulación es mostrarte como más válidas sus preferencias y deseos, desde lo más pequeño (un plato en un restaurante, una película, etc.), a lo más grande.

13) Señalan tus pequeños fallos o defectos menores como elementos importantes a tener en cuenta, para disminuir la autoestima del interlocutor y así tener más control sobre la situación.

14) Tergiversan la realidad a su favor, para que la persona manipulada dude de sus propias percepciones y juicios.

15) Intentan dar pena para conseguir lo que quieren, así hacen a otros responsables de lo que ellos han de asumir.

16) Hacen “luz de gas” o “Gaslight” que consiste en “dar la vuelta a la tortilla” cuando en algo nos resultan molestos, ofensivos o nos generan un malestar. Es decir, que usarán la culpabilización hacia otros de cualquier cosa que ellos hagan mal. Por ejemplo, eres víctima de alguna burla, descalificación o falta de respeto, la culpa será tuya por “sensible”, “intolerante” o “poco inteligente”. 


Una forma de percibir este tipo de manipulaciones sutiles es a través de cómo nos sentimos después de estar con personas así, tomando consciencia de las emociones y sensaciones corporales, dado que instintivamente algo en nuestro cuerpo nos muestra si algo no encaja, pues tenemos incomodidad, ganas de irnos, e incluso un cansancio inexplicable después de estar con una persona que se comporta de este modo.


¿Cómo protegernos?

1) En primer lugar haciéndonos conscientes de lo que está pasando, para no considerar genuino o verdadero lo que se ofrece a través de la manipulación: halagos, “cariño”, ayuda, etc.

2) Tomando distancia emocional de la persona que está en ese juego, para ser menos “sensibles” a sus juegos psicológicos.

3) Cuando es posible, tomando también distancia física (progresiva o radicalmente, cuando sea posible). Cuando no es posible una distancia total, es conveniente espaciar las interacciones y que sean de menor duración.

4) Entender que también estas personas merecen respeto, pero que, si no les ponemos límites harán lo mismo, una y otra vez, con los demás. Así que respetarles es mostrarles la manera en la que hemos de ser tratados nosotros, ellos mismos y otras personas.

5) Hacernos conscientes de nuestras inseguridades, baja autoestima, deseo de ser amados, o incluso de la parte de narcisismo propia, para hacernos responsables de nuestras propias necesidades emocionales, sin esperar que otros las resuelvan. Si no somos capaces de superar lo que nos hace manipulables hemos de pedir ayuda psicoterapéutica. Porque, por ejemplo, a veces hemos podido normalizar situaciones abusivas, que se han dado de forma habitual en la familia desde la infancia, por lo que, en estos casos, cuesta diferenciar lo que es tolerable de lo que no lo es.

6) Aprender a poner límites claros, firmes y respetuosos. Todos tenemos derecho a decir NO ante lo que no queremos hacer y a tomar distancia de las personas con las que no se dan relaciones genuinas.

7) Comprender que son personas inseguras, con baja autoestima o con una visión de la realidad carente ética y que nosotros no podemos ni salvarles ni corregir lo que ellos no quieren cambiar.


Lo que planteo en este texto son generalidades para ayudar a tomar consciencia del tema, por lo que, en caso de necesitar ayuda para salir de estas situaciones recomiendo acudir a un profesional de la salud mental con experiencia en estas cuestiones. 


* Nota: Imágenes de Pixabay. 

 

 

martes, 29 de noviembre de 2022

ALTAS CAPACIDADES, DE LA IDENTIFICACIÓN A LA DESIDENTIFICACIÓN ¿O PREFERIMOS EL LADO OSCURO?

La Belle Société de René Magritte

La Belle Société de René Magritte (1965-66)


En los últimos tiempos se habla bastante de las altas capacidades intelectuales (ACI o AACC), un término que parece haber sustituido a lo que tradicionalmente se ha llamado superdotación intelectual (giftedness en inglés). En este escrito usaré ACI o superdotación indistintamente. 


El “diagnosticar” ACI requiere la evaluación por un experto en el tema, tanto cualitativa, como cuantitativamente (aunque a veces ni los expertos se pongan totalmente de acuerdo en lo que son estas capacidades exactamente). 

 

La cantidad de personas que hablamos sobre ACI y que “salimos del armario” de las ACI vamos en aumento. Parece que es importante hablar del tema para irlo normalizando. En general, está claro que esta identificación ha sido parte de un proceso importante para una mejor autocomprensión y para dotar de un mayor sentido a ciertas experiencias de nuestra biografía. Por ejemplo, lo que antes del “diagnóstico” de ACI se vivía como una serie de rarezas personales, puede acabar comprendiéndose en el marco de un concepto en el que adquieren un mayor sentido. 

 

Suele generar un gran alivio el entender que ciertas rarezas o inquietudes, e incluso algunos problemas con el mundo, se explican desde un funcionamiento mental relacionado con tener altas capacidades intelectuales. Desde esta comprensión muchos dan sentido a ciertos aspectos de sí mismos que han podido resultar raros para otros: como el tener grandes inquietudes intelectuales y avidez por el aprendizaje, un alto sentido crítico, una gran diversidad de intereses que se ven interrelacionados, una especial facilidad para el estudio, una energía mayor de lo normal para lo que a uno le interesa, además experimentarse la realidad con ciertas sensibilidades e intensidades que sobrepasan los márgenes de lo habitual, entre otras características. 

 

Según he podido comprobar en mí misma, y en otras personas que hemos sido detectadas con altas capacidades en la vida adulta, el encontrarnos con ese “diagnóstico" de ACI o superdotación, ayuda integrar una parte de nuestras características personales, aporta un mayor grado de autocomprensión y, en cierta medida, favorece un mayor nivel de autoconocimiento. No obstante, considero preciso señalar que este sería un autoconocimiento parcial si nos quedamos con la impresión de que esa etiqueta de ACI explica todo lo que somos y orienta absolutamente el sentido de nuestras vidas. El autoconocimiento implica una serie de procesos complejos de autoindagación personal que ha de tener en consideración diferentes dimensiones de la persona (pensamientos, emociones, sentimientos, motivaciones, fortalezas, virtudes, defectos, inquietudes, sensibilidad, sesgos cognitivos, reacciones en las relaciones interpersonales, inseguridades, traumas y heridas emocionales, etc.). En el proceso de autoconocimiento vamos descubriendo progresivamente diferentes elementos internos que además van experimentando cambios a lo largo del tiempo. Por lo tanto, el conocernos es dinámico y requiere el desarrollo de una cierta capacidad de metacognición (que consiste en mirarnos más allá de nuestros procesos mentales o emocionales, autodistanciándonos de lo que creemos que somos, para percibir qué nos sucede y cuál es la raíz de nuestros fenómenos internos).

 

El “diagnóstico” de superdotación (sea en la infancia o en la vida adulta) nos permite conocer mejor algo de nosotros, pero también implica el riesgo de identificarnos excesivamente con esta etiqueta, creyendo que eso de la capacidad es lo que uno ES. En quienes han sido detectados de adultos me encuentro muchas veces con que muchos se quedan con la sensación de que la identificación de sus capacidades ya les aporta una idea clara acerca de quienes son. Se sienten aliviados porque ya saben qué SON gracias a esa etiqueta. Lo que en parte es comprensible, pero también puede dejarles fijados ahí, en la impresión de que su identificación como personas superdotadas es su identidad fundamental, cuando en realidad es solo uno de los factores de sí mismos. Creo que la mera comprensión de la superdotación no nos va a decir todo acerca de lo que somos y seguramente nos diga muy poco para enfocar el sentido de nuestras vidas. Es más, es altamente probable que, sin una mirada profunda acerca de lo que somos, sea nuestro falso ego (al que también podemos ver como una “parcela narcisista”[1] de nosotros mismos) el que nos instrumentalice tratando de “explotar nuestro talento”, de tal modo que así seamos nosotros quienes nos autoexplotemos. O bien, si no lo hacemos nosotros mismos, hay grandes posibilidades de que sea otro el que se encargue de encontrar la vía para exprimirnos para sus propios fines. Situación que veo mucho más arriesgada cuando se “orienta” a los niños en el desarrollo de su potencial desde ciertas organizaciones que no tienen fines precisamente altruistas. 

 

El darnos cuenta de que la detección de altas capacidades refleja solo un aspecto de nuestra existencia puede posibilitar el que nos busquemos más allá de esta identificación, con más profundidad, haciendo un trabajo interior para discernir los valores con los que queremos identificarnos, para llegar así a ser el tipo de persona que queremos llegar a ser, haciéndonos la pregunta de si queremos aportar algo valioso y constructivo al mundo, y no que nuestra propia vanidad nos esclavice en pos de un éxito que puede llegar a ser una esclavitud que nos aleje de nosotros mismos.

 

El marco de sentido que aporta saber sobre las propias altas capacidades realmente no nos trae todas las respuestas para orientar nuestra existencia y autocomprensión. Aporta algo, pero no nos permite saber quienes somos integralmente. Aparte de que, lo que nos identifica, también tiene que ver con la integración de diversos factores internos (no solo cognitivos) y con establecer una cierta relación armónica con el mundo que nos rodea. Esa relación con el mundo también implica una llamada a la responsabilidad personal. Como explica el experto en el tema de las ACI, Robert Sternberg en un texto titulado “Transformational Giftedness: Who’s Got It and Who Does Not”[2], es preciso que las personas superdotadas aporten al bien común a través de una superdotación transformacional (enfocada en mejorar nuestro mundo), y no desde una superdotación transaccional (que sería la que solamente se enfoca en un intercambio interesado de intereses, desde el despliegue del éxito personal). Esta última tendría finalidades egocéntricas y utilitaristas, que implicarían altas probabilidades de irse pasando al lado oscuro. Nuevamente es Sternberg quien ha puesto de manifiesto esta peliaguda cuestión sobre los riesgos potenciales de pervertir la capacidad en su artículo “The vexing problem of dark giftedness”[3].

 

El riesgo de pasarse al lado oscuro me parece que es mayor cuando creemos que solo SOMOS superdotados o personas de altas capacidades y no que simplemente son herramientas que tenemos y que son una parte de nosotros.  No somos intrínseca y esencialmente eso. Yo puedo tener ACI, pero esta etiqueta no dice quién soy yo. Aunque comprender lo que esto supone aporte algo importante a la vivencia de mi propio ser y a mi manera de estar en el mundo, yo no considero que mi identidad completa esté configurada esencialmente por mis altas capacidades. Solo soy un ser humano más, que dispone de ciertas herramientas cognitivas que ayudan a funcionar cognitivamente mejor que otros. Esas herramientas son medios, no son mi ser, ni delimitan mis fines. Mi propio ser, en todo caso, puede configurar la finalidad y la actitud con la que las utilizo. Si un día me doy un golpe en la cabeza o he dormido mal y esto me impide pensar con rapidez y con claridad seguiré siendo yo misma, un poco mermada, pero mi persona será la misma esencialmente, aunque tenga una menor capacidad cognitiva en acción.

 

Una cuestión en la que quiero incidir, con respecto al riesgo de pasarnos al “lado oscuro” como consecuencia de identificarnos con las altas capacidades y el éxito que nos puedan aportar, tiene que ver con que nuestro ego tramposo es muy aficionado a quererse identificar con cualquier aspecto o cualidad que tengamos. Por culpa del ambiente narcisista imperante en nuestra cultura estamos influenciados para creer que somo lo que tenemos, lo que aparentamos o lo que conseguimos (fama, belleza, dinero, curriculum, posesiones, inteligencia, etc.). El riesgo de identificarnos con una de nuestras dimensiones parciales es mayor cuando tenemos una cualidad en la que destacamos más que los demás. En estos casos nuestra “parcela narcisista”, estaría ávida de identificarse con aquello en lo que pueda sobresalir, para compensar así diversas inseguridades o limitaciones a las que no nos resulta agradable mirar. Por culpa de esa dimensión egoica egocéntrica, las personas con belleza se creen que son su belleza y se derrumban cuando envejecen, quienes tienen dinero se sienten superiores por sus posesiones, quienes han conseguido títulos académicos confunden estos títulos con su verdadera identidad y los más inteligentes corren el riesgo de pensar que son más valiosos que otros por sus mejores capacidades. En estos casos, el problema de la identificación con algo parcial les llevaría a caer en una falsa identificación de su persona, que en el caso de las ACI no sería nada más que un conjunto de herramientas cognitivas más potentes. Esta situación puede llevarles, paradójicamente, hacia el abismo de una profunda ignorancia acerca de su propio ser desde una percepción reduccionista de sí mismos, en la que no sabrían mucho acerca del tipo de persona que son realmente. 

 

En ocasiones, veo que las personas muy inteligentes se quedan atrapadas en un personaje intelectual que les aporta identidad y la sensación de seguridad en su percepción de sí mismos desde un halo de superioridad. En este caso, la falsa identificación con esas capacidades en las que se ven superiores les hace subirse a un pedestal construido solamente con humo narcisista. Un narcisismo que se exacerbaría porque la actitud de superioridad les haría separarse del resto, excepto cuando se relacionan con los de la misma élite intelectual. No niego la importancia de encontrar a personas con capacidades similares a las nuestras y la mayor facilidad de comprensión mutua en estos casos, pero sin valores, inquietudes y finalidades similares para la vida, finalmente el virtuosismo intelectual compartido me parece que aporta bastante poco y que puede incrementar el riesgo de deslizarnos al lado oscuro narcisista, al contemplarnos embelesados en el reflejo de alguien que consideramos similar a nosotros. 

 

De la excesiva identificación con la propia capacidad desde el egocentrismo personal pueden surgir líderes narcisistas que, de forma manipuladora y, e incluso visionaria, tienen una elevada destructividad para los demás. La superioridad intelectual puede ser usada destructivamente así por personas inmaduras para compensar sentimientos de inseguridad, desde esa mirada de “soy superdotado” o “soy más” en cualquier cosa.  

 

En el otro extremo de estas actitudes estaría otro tipo de ego narcisista más sutil; un ego victimista que es el que aparece cuando a una persona superdotada no le ha ido bien con sus capacidades, por haber sufrido bullying, incomprensión y otros tipos de ataques por sus características más sobresalientes. Sin negar la gravedad de estos hechos y sin perder ni un ápice de empatía por quién sufre estas situaciones, es preciso tener presente que el lado victimizado de alguien puede activar un narcisismo victimista, que le aportaría identidad a través de una identificación parcial con la parte en la que uno ha sido dañado, impidiendo ver toda la riqueza interior de la que se dispone. De este modo, viviría a través de un "ego víctima" que le haría vivir a través de un sufrimiento muy intenso derivado de las experiencias pasadas. Nuevamente una identificación con elementos parciales de uno mismo impediría ser lo que uno es de un modo más completo.

 

Otro riesgo que veo en esta identificación masiva de nuestro yo con ser superdotados es cuando llegamos a creer que solamente podemos entablar amistad con personas que pertenecen a esta misma élite intelectual. Haciendo una analogía, quizás un poco simple, sería como si alguien que tiene un Ferrari pensara que solo puede ser amigo de quienes también tengan un Ferrari. Cuando quizás lo importante fuera comprobar si con otros conductores se pueden tener metas y recorridos comunes. Lamentablemente, a veces podemos quedarnos contemplando vanidosamente nuestros respectivos Ferraris porque nos hacen sentir especiales y únicos. Volviendo al tema de las altas capacidades, creo que podemos tener el riesgo de pensar que por fin encontraremos el Santo Grial de la amistad en grupos en los que están otros superdotados, como si por fin hallásemos a los de la propia especie. Es cierto que puede ser más fácil comprendernos con personas de un nivel similar de capacidades, pero también pueden darse conflictos más enrevesados, cuando las orientaciones vitales o los valores de fondo son muy distintos. Así que, seguramente nos podemos encontrar con grandes frustraciones en quienes después de haberse afiliado a asociaciones de superdotados no han hallado allí a los grandes amigos de su vida. Hay que aclarar que a veces sí se dan encuentros muy satisfactorios y valiosos en estos grupos, pero no necesariamente solo por tener alta capacidad, sino porque haya otros elementos profundos que se comparten y que se comunican en un idioma similar que es el de las altas capacidades intelectuales. Algunos mencionan que lo que más les ha frustrado en esos grupos de superdotados es la competitividad, las batallas intelectuales entre egos sabiondos que no se escuchan y que resultan bastante insoportables las exhibiciones narcisistas de las capacidades de unos y de otros. Lo que llega a agravarse por el “efecto halo” en el que algunos se instalan, que genera la distorsión de sentirse experto en algo por el hecho de haber leído bastante sobre un tema, sin tener suficiente base para comprenderlo a fondo. 

 

Entrar en un mundo de superdotados no significa entrar en un mundo Disney de unicornios y de cebras de colores que viven constantemente en estados bondadosos y beatíficos. A veces puede incluso suceder lo contrario. En estos ambientes encontramos a personas de todos los espectros morales. Y en algunos casos más extremos también podemos encontrarnos con narcisistas patológicos e incluso con psicópatas. De lo que podemos deducir que solamente la capacidad no pone de manifiesto las actitudes y los valores de alguien. 

 

Para que nadie se sienta ofendido por mis reflexiones, recuerdo que estoy hablando del “riesgo de pasarse al lado oscuro” (aquí no hablo de todos los aspectos luminosos de la superdotación, que también los hay). Resumiendo lo expuesto, el riesgo mencionado tiene que ver con una identificación de lo que somos con algo parcial que tenemos (alto CI), con la delimitación de un tipo de tribu con la que nos podemos identificar creyéndonos los miembros de una élite superior y finalmente acabar separados del resto de la humanidad, a la que no hay un especial interés en comprender o ayudar, porque por fin uno está con los “suyos”. Quizás las mentes más maléficas estén pensando en cómo crear sectas para captar a superdotados y explotarlos eficazmente, ¿o ya existen?

 

Quizás una salida a todas estas trampas egoicas esté en relación con el cultivo de ciertos valores humanos, con la reflexión honesta y sincera acerca de lo que somos y con enfocarnos con una actitud constructiva con el mundo que nos rodea (como puso de manifiesto el psiquiatra Viktor Frankl, desde la actitud es desde donde podemos poner de manifiesto nuestra libertad para actuar de la mejor forma posible). En este tema, el cultivar una metainteligencia, más allá de las capacidades y viéndolas globalmente, sin identificarnos con ellas, quizás ayude a establecer mejor cuál es la finalidad y el sentido de nuestras vidas. En todo ello, un proceso honesto de autoconocimiento sería esencial para desarrollar una sabiduría acorde con la realidad y con lo que somos realmente. En este sentido, considero imprescindible leer con atención la inscripción que se hallaba en el interior del templo de Apolo en Delfos:

 

“Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

 

Este conocimiento de nosotros mismos nos ayudaría a captar y comprendernos mejor y a detectar mejor nuestros sesgos para percibir el mundo cómo es. Comprendemos a otros en la medida que somos más conscientes de nosotros mismos. El cultivo de esa consciencia implicaría el desarrollo de una visión adecuada sobre la realidad, que aporta un realismo superior al de la mera capacidad intelectual (que actuaría como aliada e instrumento de la consciencia) y nos aporta la adquisición de más sabiduría. No parece posible lograr mucha sabiduría sin un cierto grado de autoconomiento. Esa mayor consciencia nos puede llevar a asumir una mayor responsabilidad ante lo que nos sucede a todos, mejorando nuestra realidad. 

 

Finalmente, tras pasar por estas reflexiones, he llegado a la conclusión de que tan importante es la identificación de tener altas capacidades como la “desidentificación” de las mismas, en el sentido de percibirlas como una serie de características que aportan elementos importantes a ciertas dimensiones de nuestro ser, pero que no definen todo lo que somos, que no nos hacen superiores y que el tenerlas, en todo caso, nos pone delante la responsabilidad de cultivar nuestra consciencia y sabiduría [4] para buscar cuál es el mejor uso que podemos darles, ojalá a través del amor a nuestros semejantes y desde la humildad de ser conscientes de que somos igual de humanos que cualquiera, a la vez que somos distintos. Creo que el mirar más allá de nosotros mismos y a través de todo lo que somos, después de descubrirnos en nuestras facetas ACI, nos puede permitir ser más conscientes de nuestro funcionamiento y de nuestras habilidades, pero en ningún caso nos aporta superioridad, mayor valía o nos hace personas mejores. Esto último, más bien depende del desarrollo de una consciencia más profunda y amplia que nos permita estar más sintonizados con quienes somos. Las ACI nos configuran y nos condicionan, pero lo que somos en el fondo parece tener más que ver con lo que decidimos hacer de nosotros mismos. Al menos podemos intentarlo.



Notas: 

[1] En un libro anterior he desarrollado más ideas acerca del narcisismo y de cómo se configura y nos afecta este narcisismo parcial, que puede estar en todos, y al que he llamado “parcela narcisista”: Rodríguez Fernández, M. (2021). Más allá de narcisismo espiritual. Desclée de Brouwer.

[2] Sternberg, R.J. (2022). Transformational Giftedness: Who’s Got It and Who Does Not. In: Sternberg, R.J., Ambrose, D., Karami, S. (eds) The Palgrave Handbook of Transformational Giftedness for Education. Palgrave Macmillan, Cham.
[3] Sternberg, R.J. (2022). The vexing problem of dark giftedness. Gifted Education International, 0 (0) ,1–21.
[4] Robert Sternberg ha desarrollado varios trabajos en los que señala la importancia de cultivar la sabiduría, para lograr un desarrollo adecuado de la inteligencia. Recomiendo su lectura.