En muchas tradiciones espirituales nos
encontramos con indicaciones acerca del cuidado de la salud y más
específicamente sobre qué alimentos tomar o evitar. Lo que es menos frecuente
es encontrar indicaciones acerca de alimentación más saludable o sobre un
cuidado adecuado del cuerpo. Quizás
porque cuando surgen las diferentes religiones hay otras prioridades o no hay
muchos conocimientos acerca de una alimentación saludable.
Sí encontramos algunas indicaciones en
tradiciones de Oriente (en la Medicina Tradicional China, en la Medicina
Ayurvédica, etc.).
Es interesante que en todas las tradiciones se bendiga la mesa antes de empezar a comer, lo que indica una actitud de respeto y de gratitud frente a los alimentos que comemos. ¿Por qué entonces no tener en cuenta más conscientemente lo que comemos?
En Occidente es donde las indicaciones acerca
de una vida saludable ligada a la espiritualidad son más limitadas. Encontramos
alguna indicación de ayunos temporales o de privación de ciertos alimentos, de
forma ocasional, pero casi nada en el sentido del cuidado de la salud física
considerando la alimentación… No obstante, tenemos la afirmación en el
Cristianismo de que “el cuerpo es el templo del espíritu” y, si es así, ¿por
qué no se considera, de manera explícita, un cuidado responsable del cuerpo?
Los estudios científicos que muestran la estrecha
relación entre nuestra salud y los hábitos alimentarios son muy numerosos. Muchas
enfermedades cardiovasculares y metabólicas, además de diversos tipos de cáncer
tienen que ver con cómo nos alimentamos y otros hábitos de vida (como el
ejercicio físico). Los malos hábitos alimentarios también inciden en una mala
salud mental, por un déficit de nutrientes o diversas alteraciones en el
metabolismo que llevan a un mal funcionamiento del cerebro.
Si es así, ¿por qué se ignora, con tanta
frecuencia, el cuidado del “templo del espíritu” en nuestra tradición
cristiana? Es más, podemos ver las actitudes de recelo hacia quienes comen
diferente (vegetarianos, macrobióticos, etc.), como si se tratara de actitudes
caprichosas e irresponsables, cuando probablemente haya una mayor
responsabilidad hacia la propia salud en quienes comen así.
Podríamos pensar que detrás de una
alimentación inadecuada hay una negligencia hacia el cuidado de la propia vida
y de la propia salud. ¿No entra esto en contradicción con las ideas del cuidado
de la vida y de que la vida es algo sagrado? Por no hablar de las
interferencias en nuestro funcionamiento cotidiano que puede tener una mala
salud física y mental. Ese mal cuidado de la salud física y mental que he
podido observar en muchos ámbitos religiosos cristianos se puede tachar de
irresponsabilidad y de negligencia con la propia vida. Por no hablar de la
cultura que se genera en torno a esta inconsciencia: una cultura en la que se
menosprecia el cuerpo y el cuidado del mismo, que se expande de forma
irresponsable e inconsciente y genera daños en la salud de numerosas personas,
que recurren al médico cuando ya es difícil reparar el daño…
Una espiritualidad sana debería ser más
integradora, en contacto con el cuerpo y con la naturaleza, de tal forma que la
idea de que la vida es sagrada y de que el cuerpo sea el templo del espíritu
estuviera en consonancia con un cuidado responsable de nuestra salud física.
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