Ambos, son términos que se usan con frecuencia, para designar a las personas que se supone que poseen cualidades que nos ponen de manifiesto un ejemplo a imitar, o que con su actitud nos muestran una meta a alcanzar. Pero no se trata de una meta material, sino la meta de encontrarnos con nosotros mismos y con el sentido último de la realidad. Cuando decimos que una persona tiene autoridad moral o sabiduría, esta afirmación nos surge de una forma intuitiva e inmediata, porque se capta de una forma, en general, tan clara, que toda argumentación resulta superflua. Parece que quién posee dicha “autoridad moral” o “sabiduría” está imbuido de una especie de halo que nos inspira o nos empuja a la búsqueda de una verdad superior.
Hace un rato, apareció en mi mente, la reflexión de por qué hay personas con una gran sabiduría interior, que no tienen formación académica superior o que incluso son casi analfabetas. También me hacía la pregunta de porqué se puede dar la situación opuesta. La de personas con una amplia formación académica, con más de una carrera, doctorados, cátedras, miles de libros leídos y con tan poca sabiduría y conocimiento de la vida real.
Me parece que dicha sabiduría se ve reflejada en la capacidad de las personas de ser felices, de poder empáticos con los demás, de hacer juicios adecuados sobre la realidad (que se salgan de cuestiones intelectuales), de hacer elecciones de vida que lleven a estar en paz, armonía y equilibrio consigo mismos. Pero esta sabiduría, no se estudia en ningún centro educativo oficial (desconozco los cauces extraoficiales). Una persona puede llegar a vieja, después de haberse matado a estudiar, sin saber muy bien por qué y no haber encontrado sabiduría, equilibrio, ecuanimidad, capacidad de compasión, paz interior, etc. Es más, puede haberse matado a estudiar y a memorizar libros, a hacer publicaciones, conferencias, etc. sin tener ni idea de para qué es la vida ni de para qué está en este mundo. Sin haber intuido o no haber querido intuir que su vida es lo que quiera hacer de ella y que puede ser más feliz, renunciando al deseo infantil de escalar puestos, tener medallas o acumular títulos.
Me pregunto por qué la enseñanza reglada, se preocupa tanto de enseñar diversas materias, que evidentemente pueden ser prácticas y entrenan nuestras neuronas, pero que no sirven para muchos aspectos de la vida. Y sin embargo, dicha enseñanza apenas se ocupa, de enseñarnos a buscar el sentido de la vida, de mostrarnos el camino para conocernos a nosotros mismos, o para a amarnos a nosotros mismos y a los demás, ni para reflexionar sobre qué es esta realidad en la que estamos y sobre cuál es su origen. Todas ellas me parecen cuestiones fundamentales, cuya respuesta está más en el interior de cada ser humano y en seguir las enseñanzas de los verdaderos sabios. Esto me parece mucho más importante que aprender diversos datos, hacer complejas fórmulas matemáticas, elaborar diseños con tiralíneas o realizar diversos ejercicios gimnásticos mentales o físicos. A veces me da la sensación de que la educación y la cultura han perdido su alma y su corazón y que el objetivo para el que surgieron se olvidó hace ya mucho tiempo. Quizás es más útil que sea así, porque de esta forma, hay menos probabilidades de que las personas piensen con sentido común o con libertad y así no piensan, critican o luchan por un mundo mejor, sino que se convierten en meros engranajes bien entrenados para formar parte de la maquinaria del sistema social, en el que estamos inmersos. Pero ¿quién crea ese sistema que se supone que nos quiere convertir en engranajes? ¿Acaso no lo creamos también nosotros?
Hace un rato, apareció en mi mente, la reflexión de por qué hay personas con una gran sabiduría interior, que no tienen formación académica superior o que incluso son casi analfabetas. También me hacía la pregunta de porqué se puede dar la situación opuesta. La de personas con una amplia formación académica, con más de una carrera, doctorados, cátedras, miles de libros leídos y con tan poca sabiduría y conocimiento de la vida real.
Me parece que dicha sabiduría se ve reflejada en la capacidad de las personas de ser felices, de poder empáticos con los demás, de hacer juicios adecuados sobre la realidad (que se salgan de cuestiones intelectuales), de hacer elecciones de vida que lleven a estar en paz, armonía y equilibrio consigo mismos. Pero esta sabiduría, no se estudia en ningún centro educativo oficial (desconozco los cauces extraoficiales). Una persona puede llegar a vieja, después de haberse matado a estudiar, sin saber muy bien por qué y no haber encontrado sabiduría, equilibrio, ecuanimidad, capacidad de compasión, paz interior, etc. Es más, puede haberse matado a estudiar y a memorizar libros, a hacer publicaciones, conferencias, etc. sin tener ni idea de para qué es la vida ni de para qué está en este mundo. Sin haber intuido o no haber querido intuir que su vida es lo que quiera hacer de ella y que puede ser más feliz, renunciando al deseo infantil de escalar puestos, tener medallas o acumular títulos.
Me pregunto por qué la enseñanza reglada, se preocupa tanto de enseñar diversas materias, que evidentemente pueden ser prácticas y entrenan nuestras neuronas, pero que no sirven para muchos aspectos de la vida. Y sin embargo, dicha enseñanza apenas se ocupa, de enseñarnos a buscar el sentido de la vida, de mostrarnos el camino para conocernos a nosotros mismos, o para a amarnos a nosotros mismos y a los demás, ni para reflexionar sobre qué es esta realidad en la que estamos y sobre cuál es su origen. Todas ellas me parecen cuestiones fundamentales, cuya respuesta está más en el interior de cada ser humano y en seguir las enseñanzas de los verdaderos sabios. Esto me parece mucho más importante que aprender diversos datos, hacer complejas fórmulas matemáticas, elaborar diseños con tiralíneas o realizar diversos ejercicios gimnásticos mentales o físicos. A veces me da la sensación de que la educación y la cultura han perdido su alma y su corazón y que el objetivo para el que surgieron se olvidó hace ya mucho tiempo. Quizás es más útil que sea así, porque de esta forma, hay menos probabilidades de que las personas piensen con sentido común o con libertad y así no piensan, critican o luchan por un mundo mejor, sino que se convierten en meros engranajes bien entrenados para formar parte de la maquinaria del sistema social, en el que estamos inmersos. Pero ¿quién crea ese sistema que se supone que nos quiere convertir en engranajes? ¿Acaso no lo creamos también nosotros?
42 comentarios:
Hola Maribel,
gracias por tu reflexión. A mí al ser profesora en un instituto me ha hecho reflexionar sobre el tema de los objetivos de la enseňanza. En mi alrededor hay profesores que tienen la consciencia de educar y otros solo de enseňar. Incluso he oído opiniones como "yo no puedo tener ninguna autoridad moral, no puedo dar ejemplo de nada, porque no me considero a mí mismo así". Es muy cómodo echar la materia e irse sin reflexionar cómo mi persona en su totalidad influye en la vida de los alumnos. Sin embargo, da vértigo cuando uno se da cuenta de una mirada de admiración inocente. Para mí es lo más bonito en la enseňanza, y me hace ver la autoridad moral que tienen estos niňos-jóvenes al saber extasiarse ante las cosas sensillas y al saber ver la sabiduría en los demás y absorverla sin prejuicios. El problema es que la sociedad en la que estamos y que promueve más la comodidad y el relativismo, hace que esta inocencia se pierda muy pronto de forma que si pasa por nuestro lado un sabio, ni nos demos cuenta.
un abrazo
Tereza
Recuerdo que un día me preguntaste si era capaz de distinguir entre sabiduría y conocimiento, y leo ahora una reflexión tuya acerca de este tema.
Me han parecido especialmente interesantes tres puntos, con los que personalmente "convivo", que son:
- el intuir (o no haber querido intuir) que la vida es lo que uno quiere hacer de ella.
- la vacuidad de muchos contenidos de la enseñaza reglada.
- la ilusión del llamado "sistema social".
El tener juicios adecuados sobre la realidad también es primordial, aunque me sorprende que hayas querido separarlo del análisis intelectual. Quizá no lo haya entendido bien.
Recibe un saludo y una petición: ¡anímate a escribir con más frecuencia!
Hola Maribel:
Has traído a colación uno de mis temas favoritos, y sobre el que he reflexionado en muchas ocasiones. De hecho, pueden rastrearse mis conclusiones en varios de mis trabajos.
En efecto, yo distinguría muy bien entre dos conceptos que, aunque puedan confundirse, son radicalmente distintos (como tú indicas muy bien):
1. La erudición. Entiendo por un individuo erudito, aquel que es un experto en un tema, que domina una materia o varias, que ha estudiado durante un largo período de tiempo, acumulando una buena cantidad de datos. Es decir, de información. Ha este tipo de personas, que suelen ser, además, intelectuales, a veces los denomino "craneotecas", con mucho cariño.
2. Los Sabios. Y aquí el asunto es distinto. Este tipo de individuos poseen un contacto directo con la esencia vital, con la chispa divina. Son, en cierto modo, unos gnósticos, en el sentido de poseer un conocimiento intuitivo y directo de unos principios universales (en términos de Rene Guenon) que, antes de ser adquiridos por la mera razón, son obtenidos por una suerte de Gracia divina. En términos cristianos, se correspondería a esos elegidos de los que nos habla la biblia: "Muchos son los llamados y pocos los elegidos".
En principio, ser Sabio no está reñido con la Erudición. De hecho, se puede ser un Sabio Erudito. Ahora bien, el caso inverso es mucho más escaso. Ahí tenemos, por ejemplo, a un Jacob Boheme, zapatero de profesión con unas tremendas visiones místicas. Un Gran Hombre, un Sabio, un Místico.
En el lado opuesto, tenemos a toda una caterva de científicos y filósofos modernos. Las universidades están plagadas de eruditos, que no de sabios, lamentablemente.
Como bien apuntas en tu mensaje, esa escisión entre Erudición y Sabiduría es, desde mi punto de vista, una manifestación más de la escisión interna del hombre moderno. Como lo es también la escisión entre Ciencia y Religión, o entre Materia y Espíritu, por ejemplo.
Como este es un tema que me toca muy profundamente, lo más seguro es que escriba una entrada en mi blog.
Gracias por invitarnos a la reflexión y recibe un cálido abrazo
José Antonio
Muchas gracias Tereza, Pablo y José Antonio por vuestras aportaciones. Me parece que las tres complementan muy bien lo ya dicho por mí.
Tereza, es importante retomar el valor real de la educación, como señalas y darnos cuenta de quienes son sabios y quienes no, para darnos al menos cuenta de cuando pasen por nuestro lado y aprender de ellos.
Pablo, contesto a la duda que planteas, con respecto a que parece que separo el análisis intelectual de la capacidad de emitir juicios sobre la realidad. Es cierto que la capacidad intelectual facilita el conocimiento de la realidad, pero no proporciona la visión de todos sus aspectos, sino solo de una parte. Sus análisis son adecuados ante cierta parcela de las cosas. Además, el intelecto es un instrumento útil para aproximarnos al conocimiento de las cosas, pero por sí solo, sin enfocarse adecuadamente, si pierde el alma y el corazón, puede no llevar a ningún sitio o quedarse en mera vanidad.
Y contesto a una cuestión de José Antonio. Dices que los sabios tienen contacto con la chispa divina y estoy de acuerdo. Pero no me gusta la idea de elegidos, como si hubiera personas de primera y de segunda. Creo que cada ser humano tiene su propósito en este mundo y algún camino posible hacia ese contacto con la chispa divina. Y muy bien apuntado lo de la escisión del hombre moderno. No obstante, el sabio no está en ninguno de esos extremos, sino que ya está unificado. No esté en el otro extremo del intelectual, sino que usa su intelecto, así como su parte espiritual de una manera armónica y unificada.
Saludos y gracias nuevamente a los tres por vuestras aportaciones.
Maribel
El modelo de educación esta anticuado, desfasado, es inerte y en algunos casos hasta incoherente, al menos el español.
Hemos sufrido una revolución industrial, y social, y no hemos sufrido una revolución educacional.
Hoy en día un televisor, es capaz de conseguir más interés por cualquier televidente, que la mayoría de los clases por un estudiante.
Eso es un problema, los contenidos pertenecen debería haberse ido completandose igualmente, a las exigencias de la sociedad.
Martin, gracias por tu comentario.
Es cierto que el sistema educativo anda bastante perjudicado, pues parece, que en general, se ha perdido bastante el norte, dentro del mismo.
Lo del televisor es cierto, aunque no es cierto que logre acaparar el interés de cualquier televidente, pues en mi caso tengo que hacer arduos esfuerzos de concentración para intentar prestar atención a cualquier cosa que aparezca en el mismo. Pero sí, en general, la gente se deja atrapar por la caja tonta desde su inconsciencia, dejando que se fomente su inconsistencia.
Y respecto a las exigencias de la sociedad, me temo que son más bien limitadas se suelen ceñirse a lo que se le marca como pauta externa. Es más fácil dominar a una masa que a un individuo. O esa sensación me da...
Un saludo
Maribel
Hola Maribel:
Sólo un par de apuntes a tu respuesta. Cuando hablo de elegidos, me refiero a que no todos los seres humanos tienen acceso a la chispa divina. Por más esfuerzo que algunos pongan, por más que estudien otros y se preparen, por más que se emplee la voluntad y el empeño en ello, sin la Gracia divina, no se accede a contemplar los misterios divinos. De ahí que diga que sólo a unos pocos les es concedido ese don, esa Gracia.
En efecto, el Sabio puede conjugar ambos, el intelecto y el espíritu. Si bien, no necesariamente el intelecto, como función de la consciencia, tiene por qué ser la más diferenciada de las funciones para ser Sabio. Como digo, la erudición complementa muy bien la Sabiduría. No creo que de mi comentario se desprenda una suerte de escisión entre ambas. Sólo digo que no abundan los casos en que ambas coincidan en cierto orden (el Erudito Sabio).
Un cálido abrazo
José Antonio
Interesante discusión.
Siguiendo la distinción propuesta por José Antonio se podría decir que la erudición apunta a la "vía instrumental" [conocimiento mediato] mientras que la sabiduría apunta a la "vía operativa" [conocimiento inmediato]. También valdría la distinción entre la vía intelectual y la vía experiencial, pero añadiendo a esta última la necesaria TRANSFORMACIÓN de las estructuras profundas, siguiendo el modelo evolutivo wilberiano.
Un saludo
Gracias José Antonio, nuevamente por tu comentario.
José Antonio, yo sí creo que todos los seres humanos pueden tener acceso a esa "chispa divina", pero ellos no lo saben o no hacen nada por encontrarla. Es cierto, que depende de la Gracia, acceder a ella, pero también algo del esfuerzo en la dirección adecuada. Para eso han existido los maestros o directores espirituales, en todas las tradiciones de esta índole.
Gracias por la aclaración sobre el tema de la escición, se ve que no lo comprendí bien.
Y dado que en tu blog has continuado con la reflexión iniciada en el mío, pongo aquí la dirección en la que has seguido escribiendo sobre si sabiduría y erudición son lo mismo: http://psicologiaespiritualidad.blogspot.com/
Otro cálido abrazo
Maribel
Gracias José Luis, por tu aportación.
No he entendido bien la idea de que la sabiduría apunta al conocimiento inmediato, pues me parece que aparte de esto, es capaz ir más allá, adoptando diferentes perspectivas. Siguiento también la visión wilberiana, se podría decir que el sabio desarrolla de forma armónica y equilibrada las diferentes líneas de conocimiento (cognitiva, moral, espiritual, interpersonal, etc.), además, de el contacto con esa chispa divina a la que hace alusión José Antonio.
Está bien la distinción entre vía experiencial e intelectual, pero lo ideal es que ambas sean usadas en armonía y unidad, para llegar a la sabiduría. ¿No crees? No obstante, creo que la experiencial tiene menos riesgo de desconectarnos de lo real.
Y claro, el modelo wilberiano nos da un mapa de la evolución de la consciencia hacia niveles superiores. Aunque también Wilber señala eso de la Gracia a lo que hace alusión José Antonio, pues en ciertos niveles, la evolución o el salto ya no depende solamente del propio esfuerzo, pero evidentemente, el esfuerzo es necesario, en la mayoría de las personas, para poder llegar a ser sabios a través de esa transformación de las "estructuras profundas" que mencionas.
Un saludo
Maribel
Voy a tratar de aclarar algún punto y aportar una idea relacionada con la noción de "Gracia".
Imaginemos por un momento la Gracia como si fuera "luz". La luz natural del Sol, por ejemplo. Si alguien lo prefiere, puede sustituir el "Sol" por algunos de los nombres reconocibles (Ser, Señor, Dios, el Espíritu divino etc).
El caso es que esa idea, expuesta por José Antonio en su blog y esbozada aquí también implícitamente, de que la gracia es un "don dado", una regalía, se me antoja un tanto extraña si realizamos el ejercicio imaginativo del párrafo anterior.
La luz no tiene que otorgarse, ni existiría un momento o una persona especial a la que tuviera que dársele. Simplemente ES, y quien está bajo su influencia participará de su actividad. Utilizando el símil de la caverna de Platón, todo aquel que esté en la sombra no participará de la luz solar, evidentemente, y tendrá que salir de la caverna para recibirla. Pero no se trataría en ningún caso de una regalía o de un don otorgado porque eso nos llevaría a tener que suponer voluntad en el Ser que da, que dona o que regala su Gracia.
En ese sentido, el único esfuerzo que ha de realizarse está dirigido a salir de la sombra (de la ignorancia de sí mismo). Esa luz, que en nosotros se manifestaría como el "sí mismo", ilumina objetos y a su vez es presenciadora de esos mismos objetos que ilumina. El problema de la ignorancia se centraría entonces en la identificación con esos objetos, en considerarlos "reales" o más reales que la propia luz. Pero esa es otra historia, y no quería adentrarme en esos terrenos. Suelen ser algo pantanosos.
(continúa)
Volvamos a tu texto, Maribel. Comentas que la sabiduría iría más allá del conocimiento inmediato, señalando los desarrollos armónicos y equilibrados que nos permitirían pensar en alguien como un "sabio". Bien. Coincido contigo en que un desarrollo integral apoya esa visión, pero es que lo único que indiqué es que la noción de sabiduría apuntaba hacia la "vía operativa". Esa vía, cómo no, incluiría todas las líneas, olas y corrientes evolutivas que podamos valorar. Se trata simplemente de un modo de adquirir conocimientos más directo y eficiente: el conocimiento por identidad. Ser "algo" nos aporta el conocimiento más exacto de ese algo que somos. No hay nada más allá de ese horizonte; no hay nada más acá tampoco. Es lo más cercano y a la vez lo más evidente. No necesita de la corroboración extrínseca. En ese sentido radical (en la raíz), "ser es conocer". Es lo más simple y fundamental.
Luego, claro está, contemplamos la idea de que somos seres complejos y, por ende, no sólo transitamos la "vía operativa" para obtener conocimientos. También somos capaces de 'espejarnos' y especular. Con el dualismo primario (sujeto-objeto) aparece una grieta, un "medio", un espacio entre esos dos aspectos de la realidad. Un aspecto subyace, y otro se le presenta delante. Un aspecto investiga al otro. Y utiliza un determinado medio, ese 'espacio' generado por el reflejo (reflexión). Entonces es posible que se produzca el denominado "conocimiento mediato" (un sujeto conoce determinados objetos). Sin esa diferenciación, no hay posibilidad de conocer (mediatamente) nada. Esta vía, denominada intelectual porque sería el intelecto de ese sujeto el supuesto "agente cognitivo" el que realizaría la accción de conocer (el conocedor que conoce lo cognoscible que, una vez logrado, se convierte en lo conocido).
Como bien indicas, la vía intelectual tiene algo más de riesgo de desconectarse de lo real. Es decir, se pasa de la sana y normal distinción/diferenciación a la peligrosa dicotomización y posterior disociación. Un ejemplo metafórico ayudará a entender esta idea.
Supongamos que la realidad integral es una moneda. Esa moneda tiene dos caras, dos facetas, dos aspectos: cara y cruz. Ambos aspectos pueden distinguirse intelectualmente (un sano ejercicio), pero si llevamos demasiado lejos la vía intelectual llegará un momento en que nuestra mente 'cortará' la moneda en dos (dicotomizar) y tendrá "dos realidades" en lugar de una realidad integral con dos aspectos distinguibles. A poco de que sigamos insistiendo en la senda intelectualizadora llegará un momento en que 'separemos' esas dos caras cortadas en nuestra 'mesa' intelectual. Así, en lugar de la primigenia realidad integral tendremos ahora "dos realidades separadas e independientes". Tendremos un serio problema intelectual.
¿Cómo unir esas dos realidades una vez separadas y consideradas independientes? ¿Como integraremos el aspecto subjetivo con el aspecto objetivo de la realidad integral?
Como el intelecto no suele descansar, se le ocurre una idea: esas dos realidades "interactúan" entre sí. No sabe cómo, pero es la única forma plausible que encuentra de engarzarlas. Otros intelectos, ya separados de todo ese proceso de fragmentación y disociación, al no conocer el origen de todo eso dirá que no hay problemas, que el aspecto subjetivo no es más que una idea extraña y que lo único real es el aspecto objetivo del mundo. Que todo puede reducirse a eso. Alguno reaccionará violentamente contra esa idea exponiendo justo la contraria: el aspecto objetivo no es más que una proyección de nuestra mente, no es real. Lo único real es el aspecto subjetivo.
Y ya está planteada la batalla. Al final, la única que pierde en todo esto es la olvidada "realidad integral". Pero esta también es otra historia...
(continúa)
Volvamos al tema de la sabiduría y la erudición. Hablas de la necesidad de esfuerzo para llegar a ser sabios, y aquí podríamos distinguir (sin disociar) dos formas de entender el esfuerzo. Una, digamos, es más 'occidental' -no me gusta mucho ese término pero suele ser muy gráfico- y la otra más 'oriental'.
Aquí, en occidente, solemos considerar el esfuerzo como un "intento de reaccionar" mientras que allá suele manejarse otra forma de entender el esfuerzo, como un "intento de NO reaccionar".
Con la doble noción de mindfullness/awareness (traducido por Varela como presencia plena/conciencia abierta) se entenderá mejor lo anterior.
Para ello recojo lo que escribió este neurocientífico
http://pacotraver.wordpress.com/2008/08/18/mindfullness-y-awareness/
por la claridad expositiva con la que se expresa:
«Siéntense cómodamente, con la espalda bien erguida, cierren los ojos y traten de mantener la atención sobre algo muy concreto y sencillo: sobre su respiración, traten de concentrarse en el aire que inhalan por sus fosas nasales, piensen en lo frio que entra y en lo caliente que sale. Traten de hacer este ejercicio durante unos 5 minutos, cuando hayan terminado sabrán algo muy importante sobre su mente.
¿Ya lo han hecho?
Habrán observado lo difícil que es mantener la atención sobre cualquier cosa en este caso en algo muy fácil: la respiración, probablemente hayan tenido ustedes interferencias, en forma de ideas, pensamientos, juicios, imágenes, opiniones, diálogos interiores, etc. Pero no deben preocuparse por eso y si son capaces de observar esas interferencias sin hacer ningún juicio sobre el fenómeno habrás ustedes aprendido algo fundamental sobre su mente: existe una descoordinación continua entre el que observa y lo observado. Como en este caso lo que usted intentaba observar era una función corporal la conclusión debe ser esta: existe una total descoordinación entre su cuerpo y su mente, pero no se preocupe eso es normal la primera vez, lo importante es que usted conciencie precisamente esa disociación, ese desafine en ese instrumento tan necesario para saber como funciona una mente, la suya que es la unica que a usted debe importarle.
Piense ahora en la cantidad de actos de su vida que se encuentran automatizados, piense en como come, cuando bebe, cuando conduce o se viste y caerá en la cuenta de que la mayor parte de las acciones de su vida se encuentran divorciadas de su presencia, simplemente usted no está alli, piense en lo que se pierde pues esta ausencia implica que aquellas situaciones placenteras se le escurren de entre las manos, simplemente si algo es placentero para usted se le escapará por culpa de esa ausencia: el observador dejó pasar la oportunidad.
Y es que la mente tiende a divagar, tiende a sustituir un flujo por otro constante que viene a reemplazar al anterior, muchas personas solo son capaces de darse cuenta de que divagan cuando hablan en publico pero se trata de un fenómeno constante y que los budistas llaman el parloteo de la mente. Es obvio que en las primeras etapas del entrenamiento en mindfullness consiste precisamente en llevar quietud y reposo a la mente: apaciguar la mente es uno de los subproductos que se obtienen con este desaprendizaje.»
Un ejemplo metafórico asentará la idea aún más. Imaginémonos en la acera de una autovía (p.e. la M-30 madrileña). Nuestra noción de esfuerzo consistiría en tratar de seguir con la mirada a todos los conches, controlar todos esos movimientos. Si lo conseguimos seremos considerados como personas "activas" por nuestra sociedad. Sin embargo, si te encuentras con alguien del otro lado del globo posiblement te considere una persona meramente "reactiva". Para él la genuina acción consistiría en lograr no seguir con la mirada a ningún coche sino prestar atención plena a todo lo que acontece sin realizar juicio ni dejarse llevar. Así, con la mente serena y aplacada, puede fijarse atentamente en el ventanal que está en la acera de enfrente, que era su verdadero objetivo. Ese es para ellos el único esfuerzo que vale la pena hacer. Sobre todo porque si lo logras tienes un plus de energía que también puedes usar para cuando sea necesario "reaccionar", que en ocasiones hay que hacerlo.
Así, podríamos decir que, superficialmente, la erudición apuntaría a la primera clase de esfuerzos y necesitaría de ellos mientras que la sabiduría abogaría por la segunda clase. La primera busca afanosamente objetos y la otra trata de no identificarse con ellos. Una los investiga y le otorga mucho valor; la otra los contempla de forma desimplicada.
Diría que un erudito puede transformarse en sabio pero un sabio dificilmente se inclinaría por la erudición. Tiene la paz interior que la otra vía no puede otorgarle en mayor medida. Eso no significa que la rechace, al contrario, puede ser un buen complemento, como cualquier otra actividad humana. Uno puede ser un sabio contemplativo y practicar deporte. Una cosa no excluye la otra. Más bien las integra sin privilegiar en exceso una frente a las demás.
[Creo que esta respuesta excedió el metraje en mucho]
José Luis, gracias por tan extensos y enriquecedores comentarios.
Estoy de acuerdo con tus aportaciones. Pero en la cuestión de la Gracia, no sé si Dios otorga o no o si se trata de una luz disponible para todos. Yo creo que saber como es esto exactamente, sería ser Dios.
Está claro que uno ha de esforzarse en la ignorancia de sí mismo, pero es un misterio, como se encuentran con ese "Sí mismo", algunos sin esforzarse y otros tras un arduo camino. Como es un misterio desconozco la solución. Aunque sí parece evidente, en la experiencia, que siempre hay personas más afortunadas que otras, más carismáticas que otras, más inteligentes que otras, etc. ¿Por qué o para qué? ¿Quién sabe?
Y muy buen ejemplo el de la moneda. Se asemeja, en algún sentido a las propuestas de la Ontología dimensional de Frankl.
Interesante, por otra parte, lo del hacer y el dejar de hacer... Ese dejar de hacer está presente también en místicos contemplativos occidentales, como Santa Teresa y San Juan de la Cruz o en textos anónimos como "La nube del no saber", entre otros. Lo digo porque me parece que haces una especie de distinción, en este sentido entre caminos orientales y occidentales.
En las demás cuestiones, no me queda más que asentir y agradecer tus aportaciones.
Saludos
Maribel
Hola Maribel:
Quedo agradecido a Luis por sus mensajes, tan clarificantes. Enhorabuena!
Y ya que estamos entrando en materia, me gustaría mencionar aquí las dos vías alquímicas de acceso al Conocimiento (gnosis), o, más bien, de realización de la Gran Obra. La una es denominada Vía Seca y la otra Vía Húmeda.
La Vía Seca está relacionada con una suerte de Calcinatio o quema de la materia prima (los metales difieren, porque cada individuo tiene su propio conflicto que resolver. Es una vía más Solar y, se me antoja, que más lineal (quizás Wilber sea un ejemplo).
La vía Húmeda está relacionada con la experiencia interior profunda, con las vivencias. En este caso, la materia prima no se "quema" con el fuego solar, sino que se somete a fluidos salinos. Aquí, psicológicamente hablando, se trata de una inundación de la consciencia por contenidos de lo inconsciente (que puede llegar a una psicosis). El proceso que acontece en esta vía es más de tipo Lunar. El peligro es la identificación con las imágenes primordiales y, por consiguiente, una inflación. Se llega a una hybris en ambos casos, pero por motivos distintos.
La vía seca es más un proceso Solar, en el que el fuego del sol (ego) va quemando la materia prima simbólicamente. En los textos alquímicos se la considera la vía más sencilla y el adepto corre el riesgo de entrar en una dinámica egoica de búsqueda de poder, prestigio y éxito mundano (ejemplo astrológico, un Leo con bajo nivel de consciencia).
Un cálido abrazo
José
Interesante aportación José Antonio. Pero no me queda muy claro en qué consiste eso de la vía seca. ¿Podrías poner algún ejemplo?
Un abrazo
Maribel
Hola Maribel:
Bien, parece que no ha quedado muy claro lo de la vía seca.
La vía seca, para los alquimistas, era la vía de los "sopladores de botellas". Y esto se debía al hecho de que se trataba de una búsqueda egoica de poder y éxito mundanos. Al menos, en un nivel inferior de consciencia.
Ahora bien, esto sería el nivel más básico al que se llega por esa vía. Digamos, el más grosero. Sin embargo, el trabajo de "quemar" la escoria con el fuego puede conducir a una toma de consciencia transformadora.
Pongamos un ejemplo. Un individuo que está locamente enamorado de una mujer que, a todas luces, resulta su perdición. Está, como suele decirse, sometido a sus bajas pasiones. Bien, estas pasiones le queman, el fuego del pathos instintivo es un fuego abrasador. Si el individuo es capaz de atravesar una experiencia de ruptura con esa pareja y, mediante el fuego de la pasión, son calcinadas sus partes groseras; si interioriza esa experiencia y doma sus instintos pasionales, dejando una relación que lo mantiene en un estado de autodestrucción, entonces el fuego ha quemado (calcinatio) la prima materia. Y, entonces, no se ha "quemado" por la vivencia sin una interiorización de la misma, y sin el consiguiente aprendizaje.
Hola de nuevo.
Maribel, es cierto que algunos místicos cristianos como los que citas o el propio Erasmo podían asemejarse a esa preponderancia por el “dejar de hacer”. Lo bueno de la Filosofía Perenne es que no es propiedad ni de oriente ni de occidente sino que es universal. En todo caso, lo que vengo apuntando como “mirada occidental vs mirada oriental” hace referencia más bien al énfasis que suele ponerse en, digamos, la generalidad de las personas. Los místicos formarían parte de un pequeño grupo no demasiado significativo cuantitativamente hablando.
Sería algo así como la distinción entre los principios femenino y masculino, pudiendo manifestarse éstos indistintamente en hombres y mujeres, aunque la preponderancia se dé precisamente entre los miembros de un determinado género. Un japonés puede ser muy “occidental” por su forma de entender el mundo, por su educación o por otras razones, pero no suele ser algo generalizado. Se podría decir que son distinciones estadísticas basadas en estimaciones con cierto grado de generalidad. No hay que radicalizar esa idea porque nos desenfocaría. Son, digamos, tendencias en algunos rasgos.
Estoy intentando asimilar el lenguaje de José Antonio. No termino de visualizarlo con claridad, pero eso es responsabilidad mía, no de él. Así que, de momento, callo y leo. A ver si logro captar la esencia de lo que trata de comunicar y que acerquemos los espacios de significación.
Hola, Maribel y José Luis:
José Luis ha utilizado un símil muy oportuno para explicar "la mirada occidental vs. la oriental". En términos de la psicología analítica, esto serían los dos modos principales en los que se dirige la libido: la introversión y la extraversión. La una vierte la energía vital hacia lo interior; la otra, lo hace hacia lo exterior, preponderantemente, por supuesto.
Bueno, sólo quería hacer ese apunte. Por cierto que, las dos vías de las que hablaba antes, podrían también explicarse desde ese enfoque, aunque con ciertos matices, claro.
Un cálido abrazo
José
Admirable manejo del simbolismo (y de la traducción a un lenguaje psicológico más asequible para la generalidad), José Antonio. Acabo de leer tu última entrada, que Maribel nos enlaza con ésta, y ahora veo "El señor de los anillos" de manera muy diferente.
Eso me ha recordado, salvando las distancias, a la simbología con claras influencias wilberianas que subyace a la trilogía de Matrix.
Pero bueno, regresemos a este hilo conductor...
Dos vías, no contrapuestas sino complementarias, de cuya integración en un todo coherente dependerá el equilibrio-dinámico (rheostasis) del individuo-siempre-abierto-al-entorno.
Recuerdo ligeramente un aserto que decía que el hombre poderoso gobierna a los otros mientras que el hombre sabio se gobierna a sí mismo, lo que apuntaría a esas dos vías: la de la exteriorización y la de la interiorización.
José Luis y José Antonio, nuevamente gracias por vuestras aportaciones.
Paso a responderos algunas cuestiones.
José Luis, con respecto a la generalidad de las personas, de cada cultura, me temo que el hacer o dejar de hacer es bastante pasivo e inconsciente y poco dirigido a la propia evolución. Pero sí que es cierto que el occidental tiende a resolver más cualquier cosa haciendo y el oriental dejando de hacer.
José Antonio, gracias por aclararnos cuestiones, que expresadas en otro lenguaje, nos pueden resultar un tanto extrañas.
Saludos a todos
Maribel
Hola Maribel:
Con respecto a lo que dices de que la vía oriental del dejar hacer es pasiva e inconsciente, lo comparto si nos referimos a la masa. O sea, a la tendencia cultural de la masa. Sin embargo, si nos referimos a los dos modos básicos o vías, entendidas como una sístole y una diástole, o como un 0 y un 1 en el código binario informático (que, se sepa o no, está basado en el Yin y Yang, en los arquetípicos principios contrarios, y que en sueños y en mitos suelen aparecer, ambos principios, como dos monstruos luchando entre sí), entonces el asunto es distinto. Puesto que el modo "pasivo", lo es sólo en apariencia. Es, como en mi libro El Retorno al paraiso perdido apunto, un enfoque necesario en determinados momentos del decurso vital. Se trata de un saber dejarse fluir con la corriente, cuando es necesario. Por más que le resulte difícil a la mentalidad occidental media, que tiende a la acción y al cambio, en lugar de centrarse en los modelos eternos e inmutables, la fuerza de voluntad puede ser contraproducente y hasta nociva en determinados casos. Sin un alineamiento previo con los designios divinos, la voluntad puede resultar catastrófica. Y, viceversa, dejarse llevar de un modo pasivo e inconsciente es completamente nocivo, porque entonces el individuo es como una hoja movida por el viento de los acontecimientos, perdida y a la deriva.
(continúa)
Bueno, y esto me lleva a responder a José Luis, en su ejemplo sobre la diferencia entre un Sabio y un poderoso. Aunque comprendo a lo que él se refiere, y lo explicaré a continuación en términos simbólico-arquetípicos, nadie puede gobernar a otros si antes no se gobierna a sí mismo. Un buen gobernante, primero lo ha de ser de sí mismo. Este principio vale también para el conocimiento del prójimo. Primero se ha de conocer uno a sí mismo, si se quiere conocer a los demás. En caso contrario, lo que se hace es colmar de proyecciones toda relación con el prójimo. En cierto modo, al ignorante e inconsciente de sí mismo, le está vetado también el conocimiento del otro. Puesto que ese "otro" también reside en sí mismo.
Creo, José Luis, que, al o que te refieres en tu último mensaje es a la diferencia entre la Autoridad Espiritual y al Poder Temporal, del que ya nos hablara el gran Rene Guenon.
El Rey es un representante del Poder Temporal. Es quien gobierna en el ámbito prosaico, en el domino de la manifestación, que concierne a la acción y al cambio.
El Pontífice, en cambio, es el representante de la Autoridad Espiritual (o el Sabio), aquella figura que tiene acceso a los principios universales sempiternos. Aquellos que, por su misma naturaleza, no cambian, permanecen inmutables.
El Poder Temporal siempre debería apoyarse, o reposar, por así decirlo, en la Autoridad Espiritual, por motivos obvios. Aún así, explicaré un poco estos motivos. Si los principios universales o arquetipos no cambian con el tiempo, sino sólo los ropajes con los que se envisten, y si es el Pontífice el representante de aquella Autoridad Espiritual que tiene un conocimiento de dichos principios, de los que la acción y el cambio del mundo manifiesto tiene su razón de ser, se sigue que será el Pontífice en quien se habrá de apoyar el Rey para tomar las pertinentes decisiones, y ejecutar sus actuaciones.
Lamentablemente, corren tiempos oscuros, en los que esa relación jerárquica se ha visto invertida. Y, ahora, parece que la Autoridad Espiritual ha de someterse al Poder Temporal. O sea, una inversión completa de los valores.
Según la tradición hindú nos encontramos en una época o etapa, lo que podríamos denominar un eón, en el que predomina, precisamente, todo lo contrario de lo que debiera ser. Y a esa era la denomina dicha tradición Kali Yuga. En términos alquímicos, sería una época en la que domina una Nigredo, una época de oscuridad y tinieblas. Claro que, en el seno de las tinieblas, siempre surge una luz. En términos científicos modernos, podríamos decir que del Caos creativo surge el orden.
Esperemos que, tras la destrucción de los cimientos de nuestra cultura, surja la semilla de una nueva cultura de tolerancia y hermandad inter-religiosa, inter-cultural, inter-generacional e inter-sexual.
Un cálido abrazo
José
Por cierto, os invito a que hagáis vuestros comentarios referentes al Señor de los Anillos y su simbolismo en mi blog.
Un abrazo
José
Hola de nuevo.
Voy a realizar una escuetísima digresión para comentar cómo entiendo la acción, en su sentido originario, que es su sentido fuerte y amplio, abandonado o residual en nuestra forma de entender la acción actualmente.
Según el DRAE (escojo las acepciones que mejor reflejan ese sentido originario):
activo, va.
(Del lat. actīvus).
1. adj. Que obra [acto; acción] o tiene virtud [potencia] de obrar.
pasivo, va.
(Del lat. passīvus).
1. adj. Se dice del sujeto que recibe [padece] la acción del agente, sin cooperar con ella.
Si pensamos en modo-proceso notaremos que "activo" denota "In-tención" [tendencia intrínseca] y lo "pasivo" denota "Ex-tensión" [tendencia extrínseca].
Activo es aquel que obra (hace, produce, etc) o puede obrar. Está claro que si no tenemos el potencial de obrar, no podremos obrar. Y la potencia de obrar es una efectiva "tendencia inherente" a obrar. Spinoza llamó a este aspecto de la Naturaleza "Natura naturans", que, en lenguaje actualizado viene a ser lo mismo que orden ordenante o In-formación (no confundir con la mera información). Un tipo de energía no degradable que no requiere de más recursos externos que los disponibles. Si un ser participa de ese impulso a obrar o "In-tención" en grado sumo, podrá actuar de un modo eficaz y, si las condiciones se lo permiten, eficiente. No tiene desgaste porque no depende de las condiciones externas (de las ex-tensiones). Actúa por sí.
Esto podemos denotarlo en vestigios actuales, como cuando decimos de una persona que "tiene una actitud positiva ante la vida": hacemos alusión a este tipo de movimientos. Se trata de una persona que va "hacia la vida", que se "come la vida". Eso es una persona activa, y no lo que entendemos habitualmente por activo: al mero reactivo, un derivado miedoso [puede usarse la imagen simbólica de Phobos de aquel. Por otro lado, cuando vemos que alguien se queja de su vida, que se queja de todo y de todos, que todo le viene mal, le viene grande, que todo le pesa, diremos de él que "padece la vida". Su vida es puro sufrimiento [padecimiento]. Carece de actitud ante la vida y, a lo sumo, reacciona ante ella de modo temeroso, no imponiéndose sino reaccionando mal a cualquier desequilibrio. A medida que el temor aumenta, la reactividad lo hace en consecuencia. Se trataría de una actitud aberrada, de una acción viciada y que no conduce a una mejora sino más bien a un colapso psicológico o a la amargura existencial.
____________
Todo lo anterior está sin desarrollar, obviamente. Sería largo y prolijo hacerlo porque apunta a muchas fuentes y explicaciones previas. Se deja ahí como idea general.
Eso sí, me servirá de guía para responder a Maribel.
(continúa)
Maribel
Rescato tu frase al completo: «me temo que el hacer o dejar de hacer es bastante pasivo e inconsciente y poco dirigido a la propia evolución. Pero sí que es cierto que el occidental tiende a resolver más cualquier cosa haciendo y el oriental dejando de hacer.»
Así, a vuelapluma, diría que la evolución (en su sentido originario de “desplegar potenciales en actualizaciones”) es más una consecuencia, un resultado o efecto de eso que redenomino como acción. Algo que se produce de modo natural si se transita la vía operativa.
Traigo un enlace a una extensa entrada en la que intento aclarar los sentidos de los términos que utilizo. Ponerlo todo aquí se haría más que interminable.
http://philoscience-gregoriosamsa.blogspot.com/2009/09/alegria.html
José Antonio.
Una matización. La frase del gobierno no habla de gobernantes o líderes naturales, como pudo ser Mahatma Gandhi. Diría que presenta un tono peyorativo para hablar de la mayoría de los que nos gobiernan sin gobernarse a su vez.
Creo que no se enseñan esas cuestiones en la escuela porque nadie tiene la respuesta. ¿Qué es la felicidad?¿Para qué estamos aquí?¿De dónde venimos?
Pero estoy de acuerdo que se debería enseñar más a reflexionar, pero más que como una asignatura, como enfoque para todas las asignaturas, lo que es difícilmente objetivable.
Y no necesariamente es infantil el hecho de querer escalar posiciones laborales, aunque si lo es si lo hacemos como manera de cubrir nuestras incertidumbres y miedos de manera automática e inconsciente, que es lo que impera. Una vez más, el problema no es el qué sino el cómo.
Saludetes!!
Pablo N.
Hola Maribel:
Me gustaría verter aquí un fragmento de un comentario de mi querido frater Raúl Ortega, que viene muy al caso, y que expresa el pensar de muchos (entre los que me incluyo). Es un comentario que hace a guisa del fracaso escolar estrepitoso que el informe PISA nos recuerda año tras año. Lo fragmento en dos comentarios porque es un poco largo. Raúl dice lo siguiente:
"El fin de la formación académica termina después. Hace mucho que la ecuación esfuerzo-recompensa da resultados negativos, y la cifra no hace otra cosa que descender. Todo esto conforma un panorama desesperanzador para el estudiante típico, aquel que va a clase sencilla y llanamente para ganarse la vida después integrado en sociedad como un ciudadano más, y nada más. El estudiante típico es aquella diligente y abnegada persona que con sudor y lágrimas se prepara para seguir sudando y llorando cuando acceda a un puesto laboral. Para estas personas, que el ganarse no más que el pan, el cobijo y una mínima integración en la tribu humana requiera cada vez esfuerzos más hercúleos y sobrehumanos no puede ser otra cosa que una absurdidad clavada como un trauma en mitad de la propaganda de la sociedad del bienestar, herida que va calando más a fondo de generación en generación. No es de extrañar que al estudiante que va a clase como inversión financiera le parezca cada año más ruinoso un negocio donde esa inversión cada vez es más grande y el resultado probable más mediocre. No me sorprende por lo tanto que el representante de este tipo más astuto y hábil prefiera invertir su tiempo y sus mañas cada vez más en derroteros oportunistas, a la caza de esos 15 minutos de fama y de los contactos dorados que le concedan una llave más cómoda de acceso al éxito. No se les puede culpar a las nuevas generaciones de invertir su esperanza en la cultura del "pelotazo". Al menos en ésta aún pervive para ellos el "sueño americano". En la alternativa, el cauce normal académico, lo que respira hoy es una "pesadilla occidental". Por otro lado, para el estudiante atípico, el siempre rebelde vitalista que se toma en serio como valiosos en sí mismos los ideales del conocimiento y la vocación, este estado de cosas no puede ser algo distinto de una tomadura de pelo. Cada año más letra muerta, más potajes de información seca, más inflación de la función intelectual. Y de la vida, de la experimentación y la fenomenología, que es el fundamento de todo verdadero conocimiento ¿qué?
Toda actividad humana necesita estar animada con algún Mito del Sentido. Cuanto más costosa, esforzada, es, más clara, menos relativa y más profunda debe ser su significación. La psicología sabe bien cómo le destroza la mente a los soldados el embarcarse en batallas que no cuentan con una total credibilidad y buena prensa. Tenemos un ejemplo muy presente en Iraq, otro no muy lejano en Vietnam. No son la violencia y la barbarie las causas directas de la traumatización. El ser humano puede soportar mucho dolor y espanto sin quebrarse. Pero sólo si está profundamente convencido de que hace lo correcto.
Estudiar no es ir a la guerra. Pero es como cavar una trinchera a lo largo de muchos, muchísimos años. El enemigo: los exámenes. La victoria… ¿Instituir una familia fundamentada en la crisis de pareja? ¿Consumir desenfrenadamente productos globalizados? ¿No consumir desenfrenadamente en beneficio del enfriamiento global? ¿Convertir la crianza de hijos en una vocación? ¿Abortarlos para seguir la propia vocación? ¿Qué propia vocación? ¿Sufragarse la libertad de un par de horas de ocio a través de las ocho horas de esclavitud y alienamiento en el puesto laboral? ¿Venderle la vida a un banco? ¿Atiborrarse de medios y de información para estar cada día más desinformado? ¿Esperar unas décadas más a ver si la vida empieza de verdad en la jubilación, en la tercera edad? En definitiva: ¿Integrarse en una sociedad que pierde lustro tras lustro credibilidad y fuerza moral?
(continúa)
Trato de decir que el problema del fracaso escolar es un síntoma muy conspicuo del muy grave malestar en la cultura que todos, no sólo los púberes, sentimos hoy. No está fracasando el estudiante; el estudiante es una fuerza vital, es la Naturaleza que busca abrirse paso y expresión. Está fracasando el Sistema, que cada día destruye más el entorno natural, en lugar de someterse a él. Como bien dice María Calvo, las niñas suelen ser más obedientes que los niños. Son más adaptables, más condescendientes, más resignadas al entorno y sus normas. El varón suele ser más crítico, más rebelde, menos crédulo, y necesita para actuar ideales de más largo alcance y más abstractos que el concreto pragmatismo o la inmediata ganancia de la armonía relacional. Esta es la razón básica, que subyace a todas las demás, del por qué las chicas siguen funcionando mejor como engranajes de esta gigantesca maquinaria disfuncional.
Debía ser allá en mis tiempos de estudiante de primero, o quizás segundo de B.U.P, cuando me preguntaba a menudo por qué las chicas tenían tanta urgencia en integrarse a fondo en una sociedad de la que cualquier chico deseaba desde hacía algunas décadas desintegrarse."
Como dice Raúl, el problema del fracaso escolar es una manifestación más de la grave crisis ecológica actual. Algo que, desde hace diez años, vengo divulgando y adviertiendo en varios medios. Como lo han venido diciendo y divulgando filósofos y científicos de la talla de F. Capra, Arne Naess, David Bohm, D. Peat, James Lovelock, por citar sólo a algunos.
Un cálido abrazo
José Antonio Delgado
Hola de nuevo, nuevamente gracias por vuestras intervenviones José Antonio y José Luis.
Y gracias Pablo, por animarte a participar.
Intentaré contestar a algunas de vuestras ideas.
Os contesto a cada uno en un comentario, para no hacer uno muy largo...
José Antonio, cuando hablo de la generalidad, sí me refería a la masa, no al proceso libre y consciente de un individuo.
Es interesante eso que dices de la sístole y la diástole, del Ying y del Yang, pues lo ideal sería el equilibrio entre ambos procesos, entre lo pasivo y lo activo. Además, como dicen los orientales, el exceso de Ying lleva a Yang, y viceversa. Por lo tanto, no está mal eso de equilibrar la acción y la pasividad (que si es consciente y voluntariamente, será mejor), por supuesto en alineamiento con los designios divinos, las leyes universales y la propia naturaleza.
En otro orden de cosas, totalmente de acuerdo en lo de gobernarse a uno mismo.
Con respecto a la cuestión de que el Poder Temporal se someta al espiritual, supongo que te refieres a ello en un lenguaje simbólico. Pues también sabemos de los peligros del sometimiento del poder a intereses de líderes religiosos. Otra cosa sería si la autoridad espiritual fuera realmente un sabio y su autoridad moral fuera evidente en base a su consistencia y coherencia personal.
El texto de tu amigo Raúl Ortega me parece insuperable. Muy acertado y agudo. Y fundamental lo del sentido, no solo como mito, sino como verdad esencial que late en el interior de uno y ha de ser escuchada. Parte del sistema educativo, ha perdido su sentido por perder su conexión con la búsqueda de la verdad. De ahí que muchos nos hayamos sentido decepcionados con numerosos aspectos de la educación institucional.
Un abrazo y nuevamente gracias.
Maribel
José Luis, me ha resultado muy interesante la aclaración de los términos activo y pasivo. Muchas gracias por añadirlo a la discusión.
No obstante, me parece que a veces, para llegar a una actitud pasiva (por ejemplo de silencio interior o de aceptación), hace falta ser activo, por ejemplo, practicando meditación hasta que conseguimos calmar nuestras mentes.
Saludos
Maribel
Pablo, está claro que no nos enseñan porque están desorientados, perdidos, ya no tienen brújulas ni mapas. No se puede enseñar lo que se desconoce.
Y evidentemente, sería lo de reflexionar, algo que tendría que estar de eje conductor de todas la asignaturas, pero para, ello, como muy bien apuntas, deberían saber reflexionar los que pretenden enseñarnos.
Sobre el tema de escalar posiciones laborale, estoy de acuerdo contigo. La cuestión tiene que ver con el para qué, cómo, por qué se hace... Además, si estoy en un puesto más alto como consecuencia de mi capacidad y mi trabajo, bienvenido sea. Si eso supone que mi cargo beneficia a los que están por debajo, porque les guío y les muestro un ejemplo, pues adelante. Lo malo es que mucha gente busca escalar posiciones para esconder sus miserias e incapacidades, para así pensar que son alguien...
En fin, de todo esto habría mucho que hablar.
Un abrazo y gracias.
Maribel
Maribel
Lo que has comentado de calmar la mente (que lo comenté con el ejemplo metafórico de la M-30 un poco más arriba) me ha hecho recordar las clases de yoga a las que empecé a ir hace poco tiempo. Me costaba dios y ayuda 'desconectar' le mente, todo el trasiego intelectual, y a poco que me despisaba allá iba persiguiendo alguna idea. Me parece que es, en efecto, la acción más difícil que hay: calmar la dichosa mente. Y los resultados suelen ser poco menos que espectaculares.
José Antonio
Al final del texto de Raúl hablas de una gran crisis ecológica. No sé por qué, pero al leer los nombres de Bohm, Peat y Capra pensé en que la crisis era de conciencia. Digamos que ésta englobaría o integraría aquella (conciencia ecológica) pero iría bastante más allá.
Estimado José Luis:
Interesante lo que apuntas. Bueno, utilizo la palabra crisis ecológica porque la ecología estudia la interrelación de interdependencia entre los distintos sistemas naturales o ecosistemas. Si entendemos al ser humano como a un sistema en sí mismo, entonces, al hablar de crisis ecológica me refiero a una crisis global. Es decir, a que no se trata de crisis aisladas, sino que están en una relación de interdependencia.
La Madre del Cordero, el verdadero meollo, es cultural. Es la civilización occidental, las propias bases en las que se sustenta la misma (de ahí lo importante del estudio de los orígenes y, de ahí, que cada vez más individuos se sumerjan en un estudio de los orígenes del cristianismo) las que están siendo demolidas.
Podríamos decir que un nuevo zeitgeist (espíritu de la época) está soplando desde hace ya unos cuentos decenios. O, también, se trata de un nuevo Aion, un eón o era según Platón y, también, de acuerdo con los gnósticos.
Esto nos obliga a tener que realizar un cambio de consciencia, una transformación en la misma. Y esta transformación requiere "sintonizar" con ese espíritu, por así decirlo.
Sobre esto he hablado largo y tendido en mi ensayo titulado REQUIEM POR UNA MUERTE ANUNCIADA. Publicado en varias webs, como en:
http://www.odiseajung.com/jung-psicologia-ensayos/requiem-muerte-anunciada.php
Te digo el enlace por si estuvieras interesado en echarle un vistazo.
José Luis, está bien ese ejemplo del gran esfuerzo que hace falta para desconectar la mente, o al menos para pacificarla. Este es uno de las limitaciones que nos impiden ser más sabios, pues ser sabio implica tener capacidad de escucha (silencio), de lo exterior y de lo interior.
José Antonio, está claro lo de esa interconexión entre diferentes dimensiones de la realidad. Algo que también supone tener en consideración el propio origen, como comentas y tener en cuenta los riesgos de destruir los propios cimientos, en lugar de arreglarlos.
Es fundamental eso del cambio de consciencia, a lo que también hay que añadir un cambio de la conciencia.
Saludos
Maribel
Siento no poder seguir activamente esta discusión.
José Antonio
Leí el texto que me enlazas y había algo que quería comentarte pero me lié con algo urgente y no recuerdo qué era. En cuanto pueda te lo digo.
En cuanto al sentido que le otorgas a la palabra "ecológica" me parece acertado como visión general aunque podrían introducirse matizaciones ahí para hacer el "mapa" algo más detallado. E introducir la dimensión individual que, entiendo, debe ser el primer peldaño para que se pueda llegar a atacar el problema desde la raíz. Pero esto es largo y no puedo entrar a fondo de momento.
Maribel
Me gustaría que te extendieras en esa distinción entre consciencia y conciencia. Cuando puedas, claro, no hay prisa.
José Luis,
La distinción entre conciencia y consciencia es complicada. En el caso de lo que he escrito, hice una especie de juego de palabras, refiriéndome a consciencia como un darse cuenta de uno mismo y de la realidad con una mayor amplitud y profundidad. Y cuando me refería a conciencia, hacía preferentemente alusión a ello como conciencia moral, del bien y del mal.
He escrito algo sobre esta distinción en un artículo sobre la consciencia, que se puede leer en el siguiente link: http://www.maribelium.com/art.conciencia.htm
Saludos
Maribel
Sobre ese artículo ya hablamos algo en ASEPRAF, o quizás en el grupo de filosofía y psiquiatría. Incluso creo que te comenté algo por correo. Qué memoria tengo...
Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
Durante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
“Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos...
Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
Su título es: “Veintitrés maestros, de corazón –un salto cuántico en la enseñanza-“. En él se plantea un modelo educativo que se basa en descubrir la fuerza interior.
Hoy puede ser ciencia ficción...tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale mi libro en versión digital*. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar...hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
Carlos González
P.D Mi blog es: www.ladanzadelavida12.blogspot.com
* El libro se puede descargar en mi blog
Puede ver mis vídeos:
“Educar más allá de las creencias: liberando al corazón” en la dirección siguiente:
http://vimeo.com/9374224
“Educación y Nuevo Paradigma Científico” en la dirección:
http://vimeo.com/10085584
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