Todo ser humano se ha sentido alguna vez manipulado por otro y es probable que también consciente o inconscientemente, haya manipulado, a su vez, a los demás. De forma intuitiva, sabemos qué es eso de manipular o sentirse manipulado, ya que es fuente de conflictos y malestar. Cuando alguien nos manipula, nos sentimos engañados, cansados, como sin energías, con sensación de que hay algo que no está funcionando bien y es injusto. En el ámbito familiar y en el de la pareja es en los que se hace más patente la cuestión de la manipulación, pero también son ámbitos en los que cuesta reconocerlo e identificarlo, pues decir que una madre es manipuladora suena a acusación hacia la buena madre que nos ha cuidado y queremos y se supone que nos quiere. Lo mismo sucede en el ámbito de la pareja, si yo le quiero o él o ella me quiere, ¿cómo se va a dar la manipulación? Pues sí se da. En principio no tiene que ver con quererse o no quererse, sino vivir la relación desde un amor egoísta o con que en ciertos momentos de la vida, se manifiestan partes egoístas o infantiles de nosotros mismos. Normalmente, estas partes egoístas se suelen expresar en momentos de más sufrimiento y vulnerabilidad, en los que uno cree que ya no se puede hacer mucho desde la parte más adulta y se queda en la parte de uno más de niño, que sólo se sabe quejar y que le solucionen los problemas.
También hay que tener en cuenta, que en general se manipula a otro desde la inconsciencia y desde la idea de que uno está pidiendo algo legítimo y que el fin justifica los medios. Por ejemplo, sería el caso de quién pretende que le quieran dando pena, quejándose exageradamente para llamar así la atención de la persona de la que quiere obtener el cariño, en lugar de decir simplemente que se quiere sentir el cariño del otro. Aunque una opción más sana sería expresar el cariño que se siente por el otro y dejar que el otro libremente exprese lo que realmente sienta. Libremente quiere decir que el otro no está obligado a darnos nada aunque le estemos dando algo. Porque si damos para que nos den, también es una manipulación. La opción más sana sería dar desde la libertad, desde lo que se siente, sin imponer o controlar lo que ha de sentir la otra persona. Dar desde la libertad quiere decir que me sale de mi interior expresar algo y que a la otra persona también le puede o no salir algo desde el interior. Seguramente, esta opción le puede dar vértigo a más de uno, porque se supone que a todos nos gusta que nos quieran, pero también se supone que queremos que nos quieran de verdad. Paradójicamente, cuando más libres nos sentimos de dar, más recibimos. Cuanto menos esperamos que nos devuelvan algo que estamos dando, más vuelve a nosotros y de una forma multiplicada. Se trataría entonces, de tratar de confiar y no depender de afectos ajenos. Para ello hacen falta grandes dosis de madurez y de amor por uno mismo. Si nos amamos a nosotros mismos, es más fácil que podamos amar a otros desde la libertad y no estemos esperando que nos den algo a cambio. Es más enriquecedor dar, expresar, compartir desde un corazón que se siente o se va sintiendo seguro. Nadie puede darnos esa seguridad. En la infancia es cierto que los padres nos han condicionado, en algún sentido, pues la seguridad básica nos ayudan a construirla ellos. Pero una vez que somos adultos y padres potenciales, somos nosotros los que nos hemos de ocupar de nuestro niño interior herido. Algo que también, para quienes crean en una realidad trascendente se puede fortalecer, desde la consciencia de que hay una Madre-Padre Dios que nos sana y sostiene. Esto también se debe vivir desde la libertad de no ser dependientes de lo que nos gustaría que fuera la realidad trascendente. En este punto también estamos tentados de manipular a Dios para mantenernos en un estado infantil en el que le decimos qué es lo que tiene que hacer con nuestra vida, en el que negociamos con artimañas lo que toca darnos o no darnos, en el que pedimos deseos como si los pidiéramos a nuestra hada madrina o le condenamos cuando no hacemos lo que quiere desde nuestra parte más infantil y egoísta...
Es importante ser consciente de la propia vulnerabilidad para sanarla y trascenderla, pues así es posible amar sin esperar, relacionarnos sin manipular y disfrutar de verdad de la vida con libertad.
Que cada cuál piense desde donde vive, desde lo que da o desde lo que está pidiendo... Si actúa abierto a la vida o queriéndola controlar y manipular a su antojo. Si al menos lo piensa y se va haciendo consciente, ya puede empezar a labrar el camino hacia su propia libertad y hacia un amor más real, profundo y maduro. Lo creáis o no, es posible…
7 comentarios:
Hola Maribel,
gracias por tu reflexión. A mí me ha hecho recordar de nuevo el texto del Antiguo Testamento en el que Noe se emborracha y se desnuda en medio de su tienda. Cuando viene el primer hijo, se escandaliza y llama a sus hermanos. Ellos entran en la tienda marcha atrás, sin mirar, y cubren a su padre con una manta. En su momento ya te había contado mi reflexión sobre este tema. Me hace recordar que el mundo muchas veces no está preparado para ver la desnudez humana, y en los mejores casos la cubre con "una manta". Para mí el sentido del Nuevo Testamento es que ya no hace falta cubrirla, podemos vivir con ella y la pedagogía de Cristo en todo momento es que nos centremos en el amor que ya está en nosotros.
Es verdad lo que dices que en los momentos difíciles parece que este amor desaparece y queda solo la desnudez con su soledad y sentimiento de culpa. Creo que la libertad consiste en dejar que este amor salga incluso del cuerpo desnudo, sabiendo que los demás quizás puedan ver solo nuesta verguenza y se alejen. Son los verdaderos pobres, que dan de lo que no tienen y su ofrenda parece ridícula, y sin embargo no por eso dejan de ser libres en ella. Para mí es de una gran esperanza saber que incluso en los momentos difíciles en los que me vuelvo una "niňa", siendo ya adulta, y manipulo a los demás de forma inconsciente para sobrellevar mis miedos, incluso en estos momentos no deja de salir de mí al mismo tiempo el amor verdadero y yo no pierdo la libertad, no pierdo la dignidad. Es algo que puede ser simultáneo aunque por supuesto uno si crece, va creciendo en todos los aspectos.
un abrazo, Tereza
De nuevo me has conmovido. Espero no intentar manipularte, ni consciente ni inconscientemente, con mis siguientes reflexiones.
¡Qué difícil es vivir sin manipular a nadie inmersos en una sociedad manipuladora por decreto! Y además, una manipulación, convenida, aceptada por todos. No hay más que ver la agobiante publicidad, el juego político, manipulador por decreto… Y ¿quién se resiste a ello? Decía Goethe: El que se abandona a la corriente del mundo tiene que seguirla si no quiere pasar pore grosero. Y digo yo, hay que tener mucha fuerza mental para vivir en esta sociedad sin ser manipulado y, sin manipular a nadie. Pero ese sería, como dices, un gran logro para el ser humano, una fuente de alegría, de paz, de serenidad, de amor. El el mayor logro del hombre sería conseguir determinar las circunstancias y que éstas lo determinen lo menos posible a él.
Y la vocecita interior siempre tiene razón. En lo profundo de nuestro ser habita una fuerza creativa que nos permite crear aquello que debe llegar a ser. Más nunca seguimos sus consejos. Las pocas ocasiones en que lo hacemos, las circunstancias externas se reorganizan para presentar ante nuestros ojos todo lo que habíamos soñado. Pero, para ello hay que seguir un camino difícil, no exento de dolor y desesperación, una verdadera noche oscura del alma habitada por múltiples fantasmas interiores.
Lo se por experiencia. He estado demasiado dormido en los últimos tiempos, cuando mi lucha vital siempre ha sido un intento de llegar a ser mucho más lúcido, más generoso y desprendido, más sincero y humilde, menos prepotente y egoista, , más comprensivo y tolerante. No siempre puedes seguir ese camino, pero es el unico transitable. A veces abandonas desanimado, otras, contagiado de la atonía reinante, sin darte cuenta y vuelves a las andadas. Pero, en ocasiones, de pronto surge la magia y una puesta de sol, la mirada ingenua de un niño, una clase de Biología con tus alumnos de bachillerato, una gota de rocio al alba, el adagio de la 5ª sinfonía de Mahler, una noche tibia de luna creciente, un mar de plata, inmenso, en calma, un preludio de Bach o el encuentro inesperado - ¿casual o causal?- del blog de alguna psiquiatra que dice cosas conmovedoras buscando comunicarse con los demás, te hacen retomar la senda y despertar la vocecita interior y seguir sus consejos.Entonces uno entra en nuevas moradas, se abren nuevas áreas de la vida psíquica y, sigue la Vida, porque eso es tan solo vivir. Así lo pensaba Goethe cuando decía: Acuérdate hombre que tienes que vivir.
Pienso que la cultura oriental es más favorable al encuentro con uno mismo. Ese dejar correr el alma que aconsejaba Vivekananda, ese fluir misterioso a las fuentes del ser, esa espera desasosegada, heideggeriana, es la mejor forma de encontrarse a uno mismo.
Amar sin manipular. ¡Qué belleza sublime de sentimiento! ¡Qué sensación de alegría, de renuncia, de paz interior, de plenitud se siente al hacerlo. Lo se porque alguna vez lo he conseguido. He conseguido amar sin esperar nada a cambio, sin tan siquiera plantearmelo y te aseguro que me he sentido muy lleno en ese momento. Ese es el secreto del verdadero amor y del crecimiento personal.
Quizá no sea tan fácil y yo me manipule a mi mismo o tan solo sea un soñador. Pero – a ti que te gustan tanto las citas- te diré lo que voy a hacer en palabras de Proust. La solución para un soñador no es soñar menos sino hacerlo eternamente.
Gracias por mostrarme el camino.
Ramón
Tereza, gracias a ti por tu aportación. Está muy bien la metáfora de Noé. Desde luego que la gente no está preparada para ver la desnudez de otros, en parte porque no acepta la propia. Estoy de acuerdo en que Cristo nos muestra otro camino de apertura y transparencia, pero no olvidemos que el mundo no le comprendió entonces y casi tampoco ahora. Está muy bien lo que dices de que la libertad es dejar que el amor salga del cuerpo desnudo, pero es importante, para que salga ese amor, amar antes la propia desnudez. Si no, no sale más que lo que uno lleva dentro… Y está claro que siempre hay algo de amor verdadero, la cuestión es saberlo manifestar y también dejar que ese amor se manifieste a través de nosotros. Para ello, es fundamental mirar más allá de los miedos y ver que no son más que fantasmas que alimentamos y creamos, porque nos hemos acostumbrado a vivir con ellos.
Ramón, gracias de nuevo por participar. Me alegro de haberte conmovido. Ya el proponerse no manipular es un primer paso para no hacerlo.
Es cierto que no es fácil zafarse de la manipulación, hace falta mucha consciencia y libertad interior y no confiarse en que uno ya es libre del todo. Siempre hay que estar avanzando en el camino y no dormirse en los laureles. Se trataría de no abandonarse a la corriente del mundo, aunque a veces no queda otra que navegar en ella. Y evidentemente, hace falta trabajar la fuerza mental para no ser manipulado ni manipular. Hay que entrenarse en el “gimnasio del alma”. Me parece que para ello no se trata de determinar nada, sino de aceptar la propia existencia y luchar por evolucionar.
En nuestro interior sí hay fuerza creativa, pero también hay personajes un tanto oscuros que nos quieren confundir. Y como bien dices, cuando escuchamos la voz interior (añado que la adecuada), y como dices “las circunstancias externas se reorganizan para presentar ante nuestros ojos todo lo que habíamos soñado”. Hay que creer antes de ver… Y evidentemente atravesar esa noche oscura del alma para vencer y ver más allá de los fantasmas, la luz interior. Veo que sabes lo que es eso…
La cultura oriental es ciertamente más introspectiva, en algunos aspectos. Pero también hay tradición contemplativa en nuestro cristianismo. Y no olvidemos, en este sentido obras de grandes sabios como Santa Teresa, San Agustín o San Juan de la Cruz.
Amar sin manipular, es fundamental. Sin ello, creo que es imposible ser felices. Aunque también sé, por experiencia, que no depende solo del propio esfuerzo o de la propia voluntad, sino de la entrega incondicional a algo que es más grande que uno mismo, trascendiendo el propio ego.
Y más que soñar, es despertar…
Saludos a los dos.
Maribel
solo aňadiría que efectivamente hay un amor que no depende tanto de nuestro esfuerzo. Es éste el amor al que me refería. Y creo que incluso sin que sienta el amor y aceptación por su desnudez, si no pone límites al amor, ése puede salir de él. Es ahí donde el hombre es libre, y es libre ya ahora, no solo en un sentido "pleno final".
Tereza, ya me has comentado que eras tú la del último comentario.
Añado a lo que dices, que el amor real depende en parte del esfuerzo de encontrar armonía interior, de poner paz en nosotros mismos y con descubrir quienes somos. Uno es libre si se deja ser el mismo y se ama a sí mismo.
Este texto lo leí hace tiempo y no pude comentarlo. Aprovecho ahora para decirte que me encanta, no puedo aportar más a tus palabras pues son exactas y precisas como el corte de un bisturí.
Nacho, me alegro mucho de que te haya gustado y de que te parezca preciso... Seguramente habría mucho más que añadir...
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