Hablar de alma, hoy en día, despierta a veces ciertos resquemores, especialmente en el ámbito psiquiátrico-científico, pues se considera que eso del alma, al ser algo intangible, es algo inexistente y que resulta más fácil medicar, tratar síntomas y hacer que la gente piense lo menos posible. Algo que resulta un tanto extraño y paradójico, para cualquiera que tenga un poco de sentido común.
Cuando se me ha ocurrido escribir acerca de este tema, es porque desde mi propia experiencia y la de otras muchas personas que conozco, su evolución personal e incluso su sanación ha tenido que ver con un viaje a las profundidades de su alma. Es decir, con recorrer un camino, en general tortuoso y complicado, hacia su autoconocimiento, para saber qué quieren realmente de la vida, quienes son o cuáles son los aspectos que les resultan realmente importantes para llevar una existencia significativa y feliz. Pero esto no es fácil y no hay fórmulas mágicas para conseguirlo de un salto. Este desarrollo, requiere mucho esfuerzo, en todas las etapas del camino y nuevas pruebas que se van presentando en cada recodo. Esto no quiere decir que la felicidad no sea posible, sino que la misma, forma parte de un trabajo interior, del desarrollo de una actitud en la vida, que nos ayude a afrontar los conflictos y pruebas de la existencia, con apertura, deseo de aprender, paz interior y curiosidad. Teniendo presente, que por ejemplo, la paz interior, no es algo que dependa de acontecimientos externos, sino de crear armonía dentro de nosotros mismos.
Todo esto del mundo interior suena un tanto ambiguo y difuso para muchas personas, por sentirse desconectadas del mismo y porque el sistema educativo, no fomenta precisamente tomar contacto con él y desarrollarlo. Hay personas que ni siquiera saben lo que sienten, ni lo que les gusta, porque nadie les ha dicho que es posible saberlo. Parece estar sucediendo, hoy en día, como en el libro de Michael Ende, “La historia interminable”, que se está dando en las personas, una invasión por la nada, el vacío, por falta de atención al mundo de la fantasía, la imaginación, la creatividad; a la vez, que se desconfía de lo que uno es, porque uno está concentrado en lo que se espera de él, para ser, por ejemplo, aceptado. Es decir, uno se centra en el éxito, reconocimiento social, imagen, etc., en función de imágenes impuestas desde el exterior, en lugar de tomar contacto con las imágenes interiores. Unas imágenes, que normalmente emergen cuando uno ha logrado crear silencio en sí mismo y sabe escucharse. Y sabiendo escuchar uno puede darse cuenta de quién realmente es y de quién siempre ha sido, aunque no se ha enterado antes de ello. Al menos parcialmente, pues el autoconocimiento es un trabajo que se ha de ir desarrollando progresivamente a lo largo de toda la vida.
Así, que aprovechando que aquí puedo escribir lo que quiero, os invito a mirar en las profundidades de vuestras almas y corazones, y ver qué sale. Es posible que aparezcan de entrada cosas que no os gustan, pero que eso no os desanime a seguir buscando el tesoro, aunque haya monstruos y dragones, que nos quieren impedir verlo y que nos quieren poner a prueba, una y otra vez. A pesar de los monstruos y dragones, podemos seguir buscando más allá, hasta que hallemos nuestro tesoro interior.
2 comentarios:
A este texto le sobra sentido común ;). Un saludo.
Gracias Pablo :-). Saludos
Publicar un comentario