Son muchos los neurocientíficos, hoy en día, que ven al cerebro como el origen y el fin de todos los bienes y males de nuestras vidas. Si
estamos mal, algo pasa en el cerebro que no funciona… Si estamos bien, es que
el cerebro está bien afinado y sus sustancias entonadas. La primera pregunta
que me surge ante esto es… ¿Entonces en dónde está la libertad humana, el fruto
del esfuerzo, la inspiración o simplemente el destino?
El cerebro parece ser el nuevo Grial de nuestros tiempos al
que se atribuyen poderes numinosos y sagrados y una voluntad propia, por encima
de la nuestra…
En este sentido, recuerdo ahora el título de un libro de
Francisco J. Rubia titulado “El cerebro espiritual” en cuya reseña se dice “Existen en el cerebro
estructuras que, cuando son estimuladas, son capaces de generar experiencias
espirituales, místicas, religiosas, numinosas o de trascendencia.” ¿Son las
áreas cerebrales las que generan esas experiencias? ¡Entonces el cerebro sería Dios! ¿Dónde está la base científica de tales afirmaciones? Da la impresión
de haber dado algún salto en el vacío para llegar a tales conclusiones…
Según
sabemos, el estimular ciertas áreas cerebrales también produce que se escuchen música o
sonidos, que se vean imágenes o que se experimenten ciertas emociones. Pero ¿eso quiere
decir que la música y otros fenómenos no existen independientemente del
cerebro? Como bien sabemos, existe la música más allá de si yo, personalmente,
la escucho o no. Y mi cerebro me ayuda a escucharla cuando está presente, más a
allá de lo que él mismo pueda generar. Existen circuitos en el cerebro preparados para escuchar la música, que pueden darnos la impresión de estarla escuchando cuando son estimulados. Igual que cuando se nos da un golpe en el ojo vemos luces, porque la función del ojo es captar la luz y su estimulación general sensación de luz. Como vemos el cerebro también puede
funcionar como receptor de ciertas experiencias. El generar algo parecido por
estimulación cerebral no significa que esas experiencias se originen solamente
en el cerebro. El que estimular el cerebro produzca fenómenos similares a los que creemos que han tenido los místicos no significa que esos fenómenos sean los mismos que los que experimentaron los místicos o que no se puedan dar independientemente del cerebro.
Sin negar
que la estimulación cerebral produzca cierto tipo de experiencias, quizás
parecidas a las experiencias místicas, al igual que el estimular ciertas áreas
produce música, yo me plantearía como hipótesis que otra posibilidad sería que el cerebro tiene estructuras también receptoras de esas experiencias
espirituales o que se dan correlatos neuronales de las experiencias espirituales, es decir, que se dan a la vez las
actividades neuronales que las experiencias espirituales. En esas experiencias en las que no sabemos que está
primero, si el cerebro generando una experiencia o la experiencia estimulando al
cerebro. Que haya correlatos, es decir, relación entre un hecho A y un hecho
B, no significa que A produzca B o viceversa. Algo tan elemental en la ciencia
parece no ser entendido por muchos de los científicos actuales, que tan
alegremente atribuyen causalidad al cerebro.
Y,
con respecto a la música, ¿podemos generar una cantata de Bach mandando
impulsos electromagnéticos al cerebro? Creo que puede ser muy diferente
provocar sonidos por estimulación electromagnética al cerebro, que pretender provocar el proceso
creativo de un genio o una experiencia mística completa y profunda. Me parece muy arriesgado querer entender a los místicos estudiando sólo
el funcionamiento de su cerebro, sin tener la más mínima sensibilidad para
comprender la sutileza de sus experiencias o de sus obras. Al menos contemos con lo que Chalmers llama el dualismo de propiedades, que tiene que ver con los diferentes enfoques de estudio para lo que llamamos mente y para lo que llamamos cerebro. Si además hay un espíritu, pues igual los enfoques científicos resultan un tanto limitados...
El psicólogo Marino Pérez (2011), señala que hay una tendencia cerebro-céntrica en la
psicología actual, que parece estar fascinada por los mecanismos moleculares y
eléctricos del cerebro, pretendiendo hallar ahí toda respuesta a la complejidad
de la existencia humana.
Un ejemplo de esa tendencia cerebrocéntrica es la
conferencia que CarlosBlanco Pérez impartía el jueves pasado en la Universidad de la Mística, a la
que tituló “El cerebro místico” (la podéis escuchar en el vídeo que pongo más
abajo). Sin restar mérito a la calidad de la exposición, a la ordenada y aguda argumentación,
ni a la riqueza de algunas de sus reflexiones considero oportuno exponer
algunas discrepancias con su discurso, que da la impresión de estar cargado de
ideología cerebrocéntrica.
En el comienzo de su exposición ya se percibe un
cierto sesgo hacia el cerebrocentrismo cuando afirma que un conjunto de
neuronas son capaces de generar pensamientos abstractos y que la base de la
psicología estaría en la neurofisiología. El decir las
neuronas “son capaces” es casi como atribuirles una personalidad propia. Ya he
criticado este tipo de argumentaciones en un post anterior titulado “¿Las neuronas piensan?”.
A
continuación Carlos Blanco afirma que todo es una ¡creación del cerebro! ¿Todo?
Si es todo, entonces el cerebro también se habría creado a sí mismo… Y una vez
más me pregunto ¿entonces cree que el cerebro es Dios?
Por
otra parte da la impresión de confundir la experiencia mística con una de sus
expresiones, el éxtasis, además de superponerla varias veces con las
experiencias de trance… Si leemos a los místicos vemos que hay mucho más y que
en muchos místicos se llega a una experiencia continua (que el ponente niega
como posible) en la culminación del camino, pero no como un estado de trance,
sino como una vivencia de unión y de relación continua con Dios en mitad de la
normalidad de la vida cotidiana, de una manera ordenada, realista y práctica.
Señalo esto porque el confundir la mística con las experiencias extáticas o de
trance, es parte de lo que puede llevar a indicar que entonces la mística es
una reacción especial del cerebro, que se puede provocar con sustancias,
electromagnetismo, etc.
También
señala que hay una base neurobiológica de la religión y de la espiritualidad, a
la vez que, menos mal, afirma el peso de la cultura (aunque esto sería
contradictorio con lo de que el cerebro lo crea todo).
Otra
idea que me parece sesgada es la afirmación de que la mística depende de la
desautomatización de ciertas funciones fisiológicas. Sin negar que esa
desautomatización puede facilitar la apertura de la consciencia, sólo la
desautomatización no es garantía de tener experiencias místicas. Incluso ciertas
teorías sobre el funcionamiento cerebral de los místicos hablar de un estado de
automatización que supone una hipersincronización neuronal (lo que se ha
llamado hiperia, que correlacionaría con este tipo de experiencias). Otras
apuntan a que la hiperestimulación de ciertas áreas activa lo que han llamado
“el circuito de Dios” (Beauregard, 2007), un circuito preexistente que parece
estar preparado para estas experiencias.
Si
leemos a los místicos, vemos como hablan de fenómenos más allá de sí mismos, y,
dado que ellos han hecho la experiencia, de algo que les trasciende y
transforma, por lo que ¿por qué no considerar como hipótesis que alguna
variable que trasciende a nuestro cerebro pueda influir en tener una
experiencia mística?
Ciertas
teorías neurocientíficas más arriesgadas hablan de ciertos tipos de fenómenos
energéticos muy sutiles que apuntan a la existencia de una consciencia más allá
del individuo, no-local, como un campo de energía que nos conecta de alguna
forma, por mecanismos no conocidos (una hipótesis es la del “entrelazamiento cuántico”: que tiene que ver con que cuando se separan dos partículas de un
mismo átomo y una de ellas gira en un sentido, la otra, aunque esté muy
alejada, reproduce el mismo movimiento). En esta línea hay investigaciones, que
muestran la capacidad de prever el futuro, o de conectarse sincronísticamente
con otros a largas distancias. Por ejemplo, Persinger, que fue citado en su
ponencia, es un científico que si bien antes su enfoque era cerebrocéntrico,
sus últimas investigaciones apuntan más bien a elementos que lo trascienden.
Por ejemplo un estudio en el que haya fenómenos de hipersincronización cerebral
(en el área parahipocampal) entre dos personas separadas 6000 km de distancia y
que sin saberlo tienen simultáneamente diversas conductas (Persinger, 2015). Está claro que
Persinger busca una explicación más allá del cerebro individual
Otra
cuestión en la que discrepo de Carlos Blanco es que la experiencia mística
tenga una mayor relación con el funcionamiento de estructuras cerebrales
inferiores, que se conectan con la emoción, el principio de placer o que el
místico viva una experiencia regresiva. Me temo que desconoce que ciertas
experiencias tienen que ver con la corteza cingulada anterior (una zona del
cerebro relativamente nueva y avanzada, el lóbulo frontal) y con la puesta en
marcha de actividades neuronales que tienen que ver con un funcionamiento superior:
como la conciencia ética (que depende de estructuras superiores), la empatía,
una mayor capacidad de comprensión, creativa, etc.
Es
cierto que puede haber una mayor activación en algún tipo de experiencia de
trance en el lóbulo temporal, pero no entiendo por qué se ha de reducir la
mística al trance, a la emoción o a una experiencia primitiva. Si leemos a los
místicos no encontramos tanto de esto y nos damos cuenta de que más bien nos
alertan sobre lo que la emoción o las experiencias extraordinarias pueden
suponer de confusión… Pues no son el objetivo, aunque puedan formar parte del
camino.
Tengo
la impresión de que tanto neurobiológicamente como psicológicamente nos mete en
la falacia pre-trans, de la que tan bien nos ha advertido Ken Wilber (el
confundir estados regresivos con estados transpersonales de nivel superior) y
eso le puede llevar a ver la mística como una disfunción o como una alteración… Una buena explicación de la falacia pre-trans la podéis leer aquí.
Por
suerte Carlos Blanco hace una analogía que me parece que salva su exposición y
la lleva a otro nivel. Cuando señala que por estimular ciertas áreas del
cerebro no conseguimos estimular la aprehensión de verdades matemáticas. Lo
mismo podemos decir para las experiencias místicas. El estímulo de una cierta
sensibilidad no supone ni genialidad ni misticismo (que sepamos…) y aún menos
la aprenhensión de principios teológicos a los que sí han accedido ciertos
místicos.
También
comparto la idea del condicionamiento cultural en el místico, que suele vivir
la experiencia a través de los símbolos de su cultura. Quizás una excepción
sean esas personas que sin educación religiosa tienen experiencias de tipo
místico que les resulta difícil de conceptualizar. En este tema es muy
recomendable el libro “La mística salvaje”, en el que se narran varias
experiencias de tipo místico por personas que no están en contextos religiosos.
Otro
tema con el que estoy de acuerdo con él, es cuando dice: “se puede ver como se
genera la idea de Dios en el cerebro pero eso es independiente de si Dios
existe o no.” Esto abre la posibilidad de entender la mística más allá del
cerebro y podría animarnos a plantear la hipótesis de que más allá de nuestro
cerebro puede haber algún tipo de realidad que influya en él para que se den
experiencias místicas. No obstante, su afirmación suena contradictoria con
toda la argumentación previa.
También
nos dice que analizando ciertas áreas cerebrales no puedo saber qué es la
mística. Entonces ¿para qué tanto empeño en el cerebro? ¿No estaremos en
ámbitos de conocimiento distintos entre los que simplemente hay que tender
puentes?
Pero…
cuando dice que podemos estimular experiencias místicas, me pregunto si sabe de
lo que habla, puesto que ha afirmado no tener ninguna…
Quiero
aclarar que en mi escrito no niego la importancia del cerebro y de su sustancia
para nuestro funcionamiento cotidiano y aún más, para las experiencias
místicas, pero el encontrar tanta argumentación cerebrocéntrica me da la
impresión de que quienes afirman que el cerebro genera todo, han dado un salto
epistemológico irracional. Es decir, tengo la impresión de que se dejan algo
fuera y pecan de impregnar de ideología su argumentación científica.
Coincido
finalmente con él en otras cuestiones:
- En que todo gran científico es un místico en potencia. Estaría bien…
- En que la mística puede ser un estado superior de la evolución. Aunque no entiendo entonces por qué dice que si sólo tiene mística se cojea (pues si es una experiencia holística como él mismo dice, ¿por qué se ve como parcial entonces?, quizás por la definición de mística de la que parte, que no es explícita pero parece implícita en el discurso como estados de trance, emocionales, etc.), o si es algo regresivo ¿cómo puede ser progresivo a la vez?
- En que la mística nos puede aportar una actitud de búsqueda de la verdad del universo. Y en mi caso sí creo que aporta conocimiento, pero éste sólo puede darse si se vive alguna experiencia de tipo espiritual, no sólo estudiando a los místicos.
- En que todo gran científico es un místico en potencia. Estaría bien…
- En que la mística puede ser un estado superior de la evolución. Aunque no entiendo entonces por qué dice que si sólo tiene mística se cojea (pues si es una experiencia holística como él mismo dice, ¿por qué se ve como parcial entonces?, quizás por la definición de mística de la que parte, que no es explícita pero parece implícita en el discurso como estados de trance, emocionales, etc.), o si es algo regresivo ¿cómo puede ser progresivo a la vez?
- En que la mística nos puede aportar una actitud de búsqueda de la verdad del universo. Y en mi caso sí creo que aporta conocimiento, pero éste sólo puede darse si se vive alguna experiencia de tipo espiritual, no sólo estudiando a los místicos.
Todo
esto daría mucho más, pero me temo que ya me he extendido bastante…
Termino
con una frase del neurofisiólogo estudioso de las experiencias místicas Mario
Beauregard (2007), de su libro “The spiritual brain” (un libro muy recomendable para ver una perspectiva distinta, no materialista, de la neurobiología de la experiencia mística), que me parece que abre la ventana a otras hipótesis acerca de la mística, que al menos debemos considerar:
“La
explicación más razonable y la que mejor explica la evidencia, es que las
personas que tienen tales experiencias han contactado actualmente con una
realidad externa a sí mismas, una realidad que les ha llevado a estar más
cercanos a la naturaleza real del universo."
4 comentarios:
La obvia diferencia de lo que se desprenden de vuestros textos, es simplemente que sabéis mas y tenéis mas Conciencia que los científicos actuales.
! Felicidades.
La rama de la psicologia que estudia en profundidad la dimensión espiritual de las personas es la de la Psicosíntesis. Esta corriente fue creada por Roberto Assagioli contemporaneo de Freud y Jung.En su libro Psicosíntesis : ser transpersonal,cita varias experiencias místicas.La psicosíntesis está teniendo cada vez más adeptos porque no s dirige a ninguna religión en especial.
He disfrutado mucho "el cerebro ¿místico?" Genial cuando comparas con la música (párrafos 4 y 6). Gracias! Me ha ayudado mucho leerlo :-)
Todo lo que cuestiona nuestra visión del mundo es motivo de confrontación incluso intelectual. Cada cual enarbola su propia bandera enhebrada con retales de distintas medidas de lo que otros dejaron escrito, también de la cosecha propia. El musulmán tiene su visión musulmana, y el católico su visión católica. El místico, el neuro científico, el de derechas, psicólogo de tal o cual, etc. Todos esgrimen sus razones que son amores.
Lo que tienen en común todas las visiones, es que todas impregnan al mundo con las proyecciones a la medida de cada cual.
”Solo sé que no sé nada”, es una rareza.
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