jueves, 7 de enero de 2016

LA ADICCIÓN A UNO MISMO


Últimamente le doy vueltas a la posibilidad de que exista una nueva adicción, no incluida en la clasificación internacional de enfermedades mentales, pero no por ello menos dañina o peligrosa: la adicción a uno mismo.

He empezado a planteármela después de ir conociendo diversas personas que dicen que quieren estar bien, mejorar su vida, ser felices o tener éxito, pero que también, de manera implícita o explícita dejan de manifiesto que no piensan cambiar en nada. Quieren otra vida, pero piensan han de cambiar los otros o que el mundo ha de cambiar sus leyes por ellos. Afirman que no tienen nada que cambiar pues todo en ellos “es así” porque son “auténticos”. Es curioso como incluso algunas personas en esta línea hablan de inquietudes espirituales, pero con la premisa de que antes o después el universo o Dios han de cumplir sus deseos (echadle un vistazo al libro “El Secreto”) y, si esto no se produce, el problema es del universo o de Dios, pero nunca de ellos.



Si a una de estas personas no le gusta algo tuyo, te lo dirán, porque se están “expresando” y así “fluyen”, porque son “espontáneas” y te dicen lo que piensan para que cambies tú, que eres el que tienes problemas, al no ver las cosas igual que ellos. Me pregunto por qué nadie les ha explicado la diferencia entre espontaneidad e impulsividad…

Otras manifestaciones de esta dolencia son:

-  Excesiva competitividad con cualquiera, que si les supera ha de desaparecer de su periferia lo antes posible. Pero no la reconocerán, los demás son quienes les quieren fastidiar compitiendo con ellos, porque les tienen envidia.

- Excesiva exigencia hacia todo el mundo, con gran tolerancia a todo lo que ellos hacen, especialmente con sus errores.

- El mundo ha de adaptarse a su mentalidad, ellos se sienten inadaptados e incomprendidos, por todos los demás que son ignorantes, limitados, etc., ya que no ven las cosas igual que ellos.

- La gente les tiene que querer, sin plantearse seriamente si son capaces de querer a otras personas.

- Sus gustos son siempre los mejores y que cualquier otra apreciación es inadecuada.

- No van a terapia, porque no tienen nada que cambiar y, si van, no les vale ningún terapeuta porque pretende mostrarles perspectivas diferentes a las suyas. Por otra parte consideran rebajarse, el hecho de aprender algo de otra persona, con lo cual las diversas terapias no les pueden aportar mucho.

- Discurso cerrado y reiterativo, sobre sus virtudes o sobre sus problemas. En el segundo caso siempre hay un halo de drama, que parece darles más glamour o autoimportancia.

- Gran dificultad o imposibilidad para dialogar. Suelen mantener un monólogo en la relación con los demás, sin que escuchen a su interlocutor.

- Prefieren la soledad porque todo el mundo es imperfecto y se equivoca.

- Suelen mantener largos soliloquios consigo mismos y creen que su manera de pensar es mejor que la de cualquier otra persona, salvo la excepción de algún gran genio de la historia con el que se equiparan.

- No entienden como nadie se da cuenta de sus grandes virtudes, lo que aún les enfada más con los demás.

- Pueden ser adictos a cuidar su imagen y a causar buena impresión en público, lo que puede llevarles largas horas de ensayo y autocuidados, para mantener su poder seductor.



- Ante la más mínima confrontación pueden asomar sus afiladas garras y ponerse de manifiesto su tremenda agresividad ante lo que pretenda hacerles renunciar a la idolatrada imagen que tienen de sí.

Lamentablemente esta es una adicción que va en aumento, y es especialmente grave entre quienes no han tenido límites y se les ha dejado crecer como niños tiranos. Podemos encontrarlos incluso entre quienes pueden agredir física o verbalmente a sus padres con la excusa de que no se adaptan a sus necesidades. A los terapeutas nos pedirán que retroalimentemos su máscara narcisista y que les alentemos en su camino hacia el merecido ´”éxito”.

Algunos se preguntarán por el antídoto… Supongo que es una adecuada educación por padres medianamente maduros, que no hay muchos. Una vez instaurado el mal mucha paciencia por quien trate con ellos, y confiar en que la humildad puede habitar en algún lugar de su alma, alentándoles con encontrar una luz más profunda que los brillos de purpurina con los que quieren alimentar a sus inflados egos… O quizás algún revés del destino les tire del trono de cartón piedra, y les saque de su escenario de gloria y de fuegos artificiales… Confío en que en el fondo de sus almas se mantenga un hilo de sentido común que, en algún momento, pueda conectarse con sus conciencias, y ayudarles a superar el mono de tan lamentable adicción…

Es posible que en el fondo haya un profundo anhelo de amor que quiere llenarse a toda costa, sin buscar el camino real, porque requiere esfuerzo, consciencia y enfrentarse a la propias sombras internas... Espero que ese profundo anhelo pueda colmarse de un amor real, en lugar de esos sucedáneos que solo alimentan a un ego que se va quedando más y más vacío...




3 comentarios:

Rafa Millán dijo...

Magnifico artículo Maribel, muchas gracias! Lo comparto ipso facto.

Y sí, confiemos en que, de alguna manera, pueda vencer el amor en este tipo de personalidades ultradefensivas.

Tuve un chico que directamente soñana que estaba en un búnker hermético (que no hermenéutico). Y mi estrategia terapéutica (entre otras) fue la de confrontarle a su propia necesidad de amor, a su soledad y a las contradicciones narcisistas clásicas, sobre todo: ¿cómo es posible que siendo el mejor te vaya tan mal y sufras tanto?

Un abrazo y gracias. Bendiciones!

Luis de Rivera dijo...

Lo describes muy bien, se corresponde con la personalidad narcisista en casos leves y el trastorno narcisista de la personalidad en los graves. También está próximo al Trastorno por Mediocridad Inoperante Activa (Síndrome MIA)
http://www.psicoter.es/_arts/97_A148_03.pdf

Maribel Rodríguez dijo...

Gracias por tu comentario Luis. Estoy de acuerdo en lo del Trastorno narcisista, pero he querido transmitir la idea de una forma divulgativa. Aparte de que me parece que el narcisismo está teniendo modos de expresión que van más a allá de lo que dice el DSM V. Interesante lo del Síndrome MIA. No lo conocía...