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En cierto periodo de nuestras vidas necesitamos incorporar a nuestras mentes ideas que nos identifiquen, que nos hagan sentir que somos valiosos y buenos y que nos den un sentido de pertenencia a un determinado grupo. De este modo nos aliamos con ciertas ideologías que defendemos a capa y espada, con la sensación de estar haciendo lo correcto. Lo peor es que son contagiosas, nos invaden como los virus en nuestro sistema y pueden acabar hackeándolo..
Cuanto más definidas estén las ideologías que asumimos más fácil es seguir el pack de creencias correspondientes, asumir un lenguaje, unas pautas de comportamiento e incluso una forma de vestir. Por ejemplo, es más fácil ser de izquierdas o de derechas, asumiendo determinadas pautas de uno u otro bando, que reflexionar acerca de diferentes elementos políticos por separado.
En algún momento de nuestras vidas todos hemos asumido acríticamente algún planteamiento que nos parecía bueno. A veces porque nos lo transmitía una persona de nuestra confianza, o la idea nos parecía que podía aportar algo para un mundo mejor, o bien porque alguien nos manipulaba o seducía hábilmente, etc. Cuanto más inmaduros seamos más fácil será manipularnos…
Las ideas se instalan cómodamente en nuestras mentes y cuanto más claras y contundentes sean mejor para sentirnos seguros. Así no es necesario pensar mucho. Así nos sentimos expertos e importantes en cualquier cosa: crecimiento personal, psicología, medicina, política, etc.
El sentirnos expertos, justos, verdaderos o inteligentes nos aporta identidad y pocas cosas son tan adictivas como las identidades prestadas. Nos alivian mucho el vacío existencial y nos permiten dejar de pensar, dado que otros piensan por nosotros. Es la tentación de la pereza existencial, que sólo perpetúa el vacío mientras miramos en otra dirección y lo anestesiamos. Una buena anestesia es lo que nos hace sentir importantes, pues así sentimos que existimos y somos, ya que si defendemos la justicia de algo nos sentimos justos e valiosos, estamos jugando a ser los salvadores del mundo sin darnos cuenta de que somos esclavos del pack ideológico de turno, convirtiéndonos en peones y difusores de las ideas de moda. En general poniendo más empeño e incluso más agresividad en ello cuanto más inconscientes seamos. La insistencia con la que alguien quiere imponernos alguna idea suele ser un reflejo de su inconsciencia e ignorancia. Algo que es más flagrante si su insistencia va unida a agresividad y a descalificación personal. Todos somos testigos de estos fenómenos cotidianamente en las redes sociales, medios informativos, etc. Somos testigos de la tiranía de la ignorancia, que resulta dañina tanto si lo que se defiende es aparentemente justo como si no lo es. La cuestión es que esa supuesta lucha ideológica aniquila la libertad humana, la espontaneidad y la posibilidad de ser quienes podamos ser realmente. Y también nos impide ver la realidad, nos mantiene atrapados en matrix jugando por ejemplo a ser los justos, los buenos, los luchadores y currantes por un mundo mejor, como si formáramos parte de un videojuego gigante.
Sé que da vértigo pensarlo… pero ¿qué tal si nos paramos a pensar por un momento en las ideas que defendemos con más insistencia y entusiasmo? ¿Las hemos generado realmente nosotros? ¿Conocemos su fundamento? ¿No es inquietante darnos cuenta de lo poco libres que podemos llegar a ser?
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2 comentarios:
Es cierto no somos nada libres, y es comprensible la libertad es aterradora. Nadie quiere en su fuero interno ser libre, por supuesto libres psicologicamente hablando, lo que nos convierte en seres algo temerosos y arrogantes.
Libres de tener siempre que estar ensalzando la auto imagen para ser un alguien. Libres del deseo y el miedo. Libres de falsas esperanzas y logros que solo causan fustración. Libres de dependencias emocionales. Libres del pasado y de intentar controlar el futuro. Libres de la necesidad de ser vistos, amados y respetados, tenidos en cuenta. Libres de esperas. Libres de proyecciones. Libres de ismos e ideologias. Libres de creer que nuestras ideas, creencias y opiniones son la verdad, y libres de saber lo que es justo y necesario para una misma y el mundo. En resumen ser humildes. La humildad parece ser la unica madurez posible que dota de cierta libertad, por que el sufrimiento que produce la esclavitud, es lo unico que no podemos eludir, por tanto una fuerte, si no la unica motivación para madurar.
Un abrazo
Isa, totalmente de acuerdo con lo que dices. La humildad es fundamental.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Maribel
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