jueves, 4 de abril de 2019

SENTIMIENTOS: UNA VISIÓN MÁS ALLÁ DEL MIEDO O DEL SENTIMENTALISMO



Cuando hablamos de sentimientos es difícil encontrar visiones equilibradas, que nos permitan comprenderlos para encontrar vías de expresión que resulten liberadoras, armónicas y humanizadoras.

Por un lado nos encontramos con visiones que plantean que los sentimientos son aspectos negativos que hay que controlar, frenar o incluso suprimir. Quienes así los enfocan suelen sentir temor ante los propios sentimientos, asumiendo la misma actitud ante los sentimientos ajenos. En este caso lo principal es pararlos, frenarlos o incluso pretender eliminarlos si resultan excesivos o inadecuados. Los sentimientos de otros resultan incómodos a estas personas, pues al no aceptar los propios, tienden a querer frenar los de los demás. En estos casos suele haber miedos de fondo, que impiden la libertad en como se viven los sentimientos y se coarta la libertad de otros.


Por el otro lado está el sentimentalismo extremo, en el que todo sentimiento es un elemento de verdad incuestionable por el que hay que dejarse llevar y expresarlo hasta el paroxismo, les guste o no a los demás. Los sentimientos, desde esta perspectiva, se plantean como absoluto incuestionable, que se ha de imponer en cualquier situación, porque uno/a se tiene que expresar para “fluir”, cayendo en una especie de diarrea afectiva descontrolada ante cualquier sentir que resulta intenso y perdiéndose el control interno con tranquilidad, ante cualquier sentir que se de, sea éste positivo o negativo.


Curiosamente, nos encontramos con que a veces, los de la primera opción, pueden expresar súbitamente de forma imprevista y descontrolada sentimientos inesperados, ya que pueden acumularlos, como una olla a presión, los sentimientos no procesados adecuadamente. 

Los de la segunda opción también pueden “bloquearse” cuando “no sienten nada”, pues confunden el vivir o el estar con el “sentir”, y a veces se ven en una parálisis emocional ante la falta de emociones intensas.

En ambos casos podemos ver extremos del procesamiento de los sentimientos que acaban generando el sufrimiento, tanto en quienes así procesan lo que sienten, como en quienes se relacionan con ellos. El primero intenta bloquear los sentimientos de otros, el segundo pretende que los demás soporten su hiperexpresión, o se siente incómodo si los demás no se expresan del mismo modo. Quizás todo ser humano hemos podido experimentar, en parte, una u otra situación, o estamos, en general en algún punto medio de ambos extremos, moviéndonos en una u otra dirección según el momento, las circunstancias, etc. Aunque creo que el procesamiento sano de los sentimientos, es más que el término medio, en estas cuestiones.

También es importante tener en cuenta las consecuencias de este mal manejo de los sentimientos. Ya que el bloqueo de los sentimientos nos puede hacer enfermar mental y físicamente y la hiperexpresión impide la maduración sana de nuestra estructura psíquica, pues se puede estar en una ensalada caótica e insoportable de emociones que no se saben manejar, viviéndose como un corcho a la deriva y también perjudicándose la salud mental de quién así los vive.

Las propuestas principales, que quiero plantear en este post, para entender y enfocar más sanamente los sentimientos consisten en lo siguiente:

- Los sentimientos derivan de la interpretación, consciente o inconsciente, que hacemos de las emociones. Las emociones son reacciones automáticas, en parte espontáneas y en parte condicionadas por experiencias previas, que no podemos evitar. 

- Es importante aceptar las emociones como son, entendiendo que son involuntarias.

- Las emociones y los sentimientos y que aportan información acerca de lo que somos o de las experiencias previas que hemos vivido. 

- Las emociones y los sentimientos nos humanizan y aportan más plenitud a la vida.

- Respetar nuestras emociones y sentimientos, sin absolutizarlos, es también respetarnos a nosotros mismos.

- Las emociones y los sentimientos nos aportan información de lo que sucede dentro de nosotros, por lo tanto nos ayudan a conocernos mejor. 

- Aunque no podemos cambiar las emociones, sí podemos modular nuestros sentimientos, procurando tomar consciencia de cómo se generan con nuestras interpretaciones de las cosas y, al irlos comprendiendo, podemos enfocarlos de una manera más sana, sin bloquearlos ni sobredimensionarlos.

- Es sano tener emociones y sentir, aunque pueda ser a veces desconcertante. 

- Es importante saber que no somos lo que sentimos. La emoción y el sentimiento son expresiones de nosotros, pero no son todo nuestro ser. Por ejemplo, en el caso del amor, éste no es solo un sentimiento. Podemos querer mucho a alguien, pero en un día de enfado podemos no tener sentimientos de amor por esa persona, eso no significa que no la queramos. A su vez, expresar el amor que sentimos y también el enfado, de una manera que no dañe o asfixie al otro, es importante para las relaciones humanas equilibradas y para nuestro propio ser.

- Las emociones y sentimientos, cuando se aceptan y se miran tratando de comprenderlas con cariño y compasión sana hacia nosotros mismos, normalmente llevan a un mayor equilibrio interior. La comprensión de ambos pasa por el tratar de captar cuál es la necesidad profunda que hay en la raíz de los mismos. Puede ser una necesidad de amor, de aceptación o incluso de sentido.

- Las emociones y los sentimientos también pueden ser fuente de creatividad, cuando encontramos esa vía de expresión.

- Es importante también comprender que no todo el mundo es capaz de expresar sus emociones y sentimientos de la misma manera. Las personas introvertidas son más contenidas y sutiles, las extrovertidas son más expansivas y expresivas. No es ni mejor ni peor, son formas de ser. Lo importante es que cada cual encuentre su cauce de expresión y que éste se respete.


En definitiva, dejémonos emocionarnos, sentir y percibir lo que vivimos adentro y busquemos un canal de expresión fluida y respetuosa de ese sentir. Creo que la expresión libre y armónica de los sentimientos es necesaria para un mundo más humanizado y una vida más plena. No somos autómatas, ni somos ensaladas caóticas de emociones. Se trata de aceptar el sentir y de integrarlo en una perspectiva más amplia de nosotros mismos. Y, si conectamos ese sentir con un amor más profundo, por nosotros mismos y por los otros, seguramente nuestras vidas sean más sanas y plenas en todos los sentidos. 





Nota: Imágenes de Pixabay.







No hay comentarios: